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miércoles, 18 de abril de 2007

Robert de Niro conduciendo un taxi por Nueva York, conversando con decenas de personas sin conocer a ninguna y sin que nadie lo conozca.

Esa es la vida que todos quieren evitar y sin embargo la que todos buscamos o tenemos en definitivas.

No todos tomamos una pistola e intentamos salir del anonimato transformándonos en un magnicida, un homicida en serie o un asesino múltiple. Todos lo pensamos medio en broma medio en serio más de alguna vez: Hay estudios que muestran que más de la mitad de los chilenos han soñado con matar a sus jefes, uno de los mayores porcentajes a nivel mundial.

No tenemos ninguna forma de saber si lo que evita que cumplamos esos deseos es nuestra mediocridad, o la vigencia de la moralidad oficial o del derecho penal. No sabemos nada sobre eso.

Sí sabemos que de tarde en vez algún gringo le da por salir a cazar humanos como si se tratara de conejos.

No tenemos forma de saber qué pasaría en nuestro país si viviéramos aún más solos de lo que vivimos, en una sociedad aún más competitiva, y además pudiéramos ir al Líder de la esquina y comprar una 9 milímetros para disparar en contra de todo lo que no soportamos. Muchos se dispararían a ellos mismos como primera opción: Los mismos miles de chilenos que se suicidan cada año.

¿Quién rompe el tabú y dice que en Chile hay más suicidios que homicidios? Las estadísticas del Servicio Médico Legal al menos eso muestran.

Sin embargo los suicidas deben conformarse con medios artesanales. Deben convertirse en marineros expertos para los nudos y en verdaderos ingenieros para conseguir una viga para que la sostenga, o recurrir a los siempre traicioneros medicamentos o cortadas de venas. Casi siempre estos últimos son los clásicos “intentos” destinados a llamar la atención.

Pese a todo el esfuerzo que se debe prodigar para suicidarse en nuestro país, aún así se practica con prodigalidad.

Pero... insisto, qué pasaría si pudiéramos comprar una Smith & Wenson en el Líder de la esquina y pagarla con tarjeta presto a 24 cuotas.

Creo que muchos de los suicidas preferirían irse a un lugar tan frío con varios acompañantes. En todos los países, barrios, trabajos, universidades y colegios sobran candidatos.

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