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jueves, 29 de mayo de 2008


La izquierda se ha convertido en un continuo retorno a las causas del fracaso, al relato del fracaso y hasta la celebración del fracaso. A falta de proyectos, a falta de coherencia en los socialismos reales del siglo XXI, urge escarbar en la herida a ver si en ese tormento es posible exorcizar los fantasmas del cambio social.

A cuarenta años del mayo francés Sarkozy, en una actitud típicamente derechista, aleona a los whiskierdistas apoltronados de hoy vituperando en contra de la farra de la cual muchos fueron testigos y pocos protagonistas. Hay que enterrar el mayo del 68 y de pronto, al igual que el bloqueo a Cuba, es la derecha quien da respiración artificial e impide la eutanasia.

Revolución, gracias al mayo nostalgiado, se ha transformado sólo en una palabra. Cuando el propósito era derribar las murallas entre arte y política desnudando el contubernio entre saber y poder lo que obtuvimos a cambio fue que la política y el saber emularan la banalidad del arte y el cinismo del poder.

Basta de querellas sobre quién fue más reaccionario, el balance está en cada esquina: Fracasamos, una vez más.

Hace dos años los pingüinos estallaron y muchos corrieron a los sótanos a buscar las antiguas banderas pero cuando precisaron de nosotros TODOS miraron para el costado: Ni CUT, ni CTC, ni PC, ni MIR, ni MPMR, ni dineros venezolanos ni cubanos.

Cuando el horno está para bollos muchos evitarán, a costa incluso de quemar sus manos, a reconocerlo. Siempre estarán los fríos de espíritu que siempre encontraran postergable la orden de Arturo Prat “al abordaje”; siempre existirán los que quieren explicar “las mil maneras de porqué no se la jugaron entonces, cuando había más de algo que perder”.

El mayo fue de los jóvenes irresponsables, entusiasmistas, termocéfalos, guitarreros y garraferos, pero el sistema no estaba preparado para ellos y si los revolucionarios glaciares de su época lo hubieran comprendido habrían protagonizado la historia en vez que padecerla.

Escuchemos a Sarkozy, olvidemos lo que es y lo que representa y tomemos sólo sus palabras: Enterremos de una vez por todas el mayo del 68, y de paso, el 73 y el 89. Pensemos en las próximas revoluciones; guardemos las energías para la próxima llamada de la historia y la memoria, para denunciar oportunamente a los excesivamente razonables de siempre.

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