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jueves, 9 de julio de 2009

Sobre los Genios Postumos.

Para la Nietzsche, el gran sifilítico, los grandes hombres siempre serían póstumos, sólo serían comprendidos, aceptados e incluso venerados, después de muertos. También decía que los hombres deben morir a tiempo, es decir, antes que los demás le deseen su muerte o se convierta en un obstáculo a la vitalidad de la especie. Sus palabras fueron premonitorias pues consiguió morir joven y ser póstumo. Aquello terminó siendo un gran favor a su hermana, con quién lo ligaba una relación incestuosa de amor y odio. Para los lectores del sifilítico teutón, la hermana ha sido la causante de la mala fama del genio, pues fue ella quien personalmente escribió las notas de su hermano cuando yacía delirante en el lecho de muerte, y quien preparó los manuscritos que luego fueron editados. El genio sólo fue redescubierto una vez que dejaron de circular sus apócrifas versiones.

La tragedia de los grandes hombres es rodearse o engendrar hombres comunes y silvestres que luego hacen de su vida la venta al por mayor y menor de detalles íntimos, de escritos destinados a guardarse con siete llaves, y hasta de escribir obras inéditas para seguir lucrando de aquellos a los que quizá apenas se les arrojó una taza de te en los peores momentos.

Los hombres póstumos, al parecer, son un gran regalo para la industria. Y no digo las digo la, porque vivimos en una época en que todos desesperadamente buscan vender y hasta que los demás vendan; si le caben dudas encienda el televisor, la radio o busque una página web al azar.

Qué mejor para la industria que el genio deje de producir, y joven, pues transforma en escasas obras que podrían haber sido casi infinitas. Le añade el valor agregado de que es leyenda, que todos los muertos son buenos, que ambiciosos familiares se hacen cargo del legado (si es que ellos existen) y por eso la industria de consumo se presta gentilmente a los panegíricos. Como en el caso de Jackson, quien ya no es ni drogadicto ni pedófilo, y que el vulgar espectáculo de su muerte sirvió para pagar sus deudas y hasta generar ganancias.

Roberto Bolaño murió joven, exiliado culturalmente de Chile, en condiciones que apenas le permitían escribir. Su muerte se celebró unánimemente, era que no, pues sirvió para que la comunidad de parásitos esnobistas, autodenominados escritores nacionales, pudieran por fin sacarlo de encima. En "Nocturno en Chile" el narrador es Ignacio Valente, el cura facho que crea y destruye egos en su columna del Mercurio, y sitúa a varios escritores recitando la última novedad de Paris en una lóbrega casa del Arrayán. Bolaño crea una joya al mezclar ficción y realidad en una novela que no es biográfica pero perfectamente puede serlo, es plausible, desde la reprimida homosexualidad de Valente, y de su mentor Alone, hasta su furibundo anticomunismo. Mariana Callejas, la anfitriona en el Arrayán, cada un tanto abandonaba a los contertulios para vigilar la tetera, traer hielo, buscar más vino, o poner más electricidad a un cuerpo flagelado en el sótano. Callejas era la pareja de Michael Townley, agente de la CIA, y ambos torturaban en el sótano de su casa, casi como un perverso pasatiempo, mientras agasajaban a la comunidad de escritores de nuestro país en la planta alta.

Bolaño tuvo que arrancar de esta delgada y filosa franja de envidia pues su crítica transversal, desde el más facho hasta el más izquierdista, hirió todas las susceptibilidades. El artista, como debe ser, estuvo por encima de su época.

Diamela Eltit, esposa de Jorge Arrate, lo descalificó en una docena de columnas mientras a Bolaño no se le concedía ni una sola. Para todos los que crean que el partido transversal es un invento reciente de la Concertación, y que involucra sólo a su militancia, les sugiero que revisen la prensa de la época pues se encontrarán con varias sorpresas. El pacto por la no omisión, y el pacto por la unidad de Chile, son tan viejos como la iglesia de San Francisco; así como el estanco del arte y la cultura por parte de connotadas señoras, de esas que ocupan pañuelos italianos para tapar las arrugas o boinas para su calva.

Hace unos meses un joven escritor nacional, Andres Bianque, redactó una carta abierta al partido comunista de Chile. Lo que se dice en ella es tan cierto que muchos pensamos que quizá la habíamos escrito y alguien la había extraído de nuestro computador. Lo mejor de todo son los comentarios de aquellos que se dieron por aludidos. En uno de ellos, uno de los tantos comentarios injuriosos, calumniosos y amenazantes, una mina decía con todo desparpajo: "Bianque, la cagaste, habrías sido un excelente escritor pero ahora que te metiste con el PC estás cagado". Qué acto mayúsculo de sinceridad. Muchos sabemos que el PC custodia las puertas para ingresar a la izquierda como también las del arte y la cultura, en donde posee contactos mucho más allá, mucho más a la derecha, que la democracia cristiana. Contactos más viejos y fachos que los que tiene con la iglesia católica.

Quien dude consulte a Jorge Edwards y cuánto ha debido padecer por escribir "Persona non grata". En la mafia existe un principio que se denomina omertá: Te metes con uno, te metes con todos. Este principio también tiene una expresión accesoria en el "ingresas a la mafia pero nunca te retiras de la ella", salvo por "causas naturales".

Así funcionan muchas cosas en nuestro país, en especial el mediocre, circence e insípido mundo del arte y la cultura. Los saltimbanquis van en retirada, en buena hora, pero el mundo de artísmo sigue cohesionado pese a las recriminaciones rituales cruzadas que se dan de tarde en vez. Al final, todos son una familia, más turbia y añosa que la militar, todos beben de la teta estatal y del talento de otros, que para su gracia mueren solos, tristes, abandonados y jóvenes.

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1 comentarios:

Connie Tapia M. dijo...

Es muy cierto lo que dices. Nunca se valora lo que se tiene hasta que se pierde y luego comienza el loco afan por mantenerlo vivo con recuerdos que ese personaje ya no disfruto. (y mas encima lucran los muy patudos)

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