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viernes, 26 de febrero de 2010

Esportaciones colombianas no tradicionales.

Por Ariel Zúñiga Núñez


Ver los noticiarios en verano es un sacrificio, una partícula de información diluida en un océano de trivialidades.

Por obligación he debido enterarme que casi todo Chile, falto yo al parecer para que sea la totalidad, baila al ritmo de la cumbia peruana cantada por un joven ariqueño. Me alegro y me vuelvo a ofuscar por la incapacidad de reconocer que esos ritmos, macerados en los quilombos esclavistas cuando aún no ondeaba una bandera chilena en el morro, finalmente se recuentran con nuestras fibras, con esa nostalgia de cebolla morada y rocoto.

También me avisa la TV que espinita, un oscuro personaje que pagó para que perdieran su mediocre tesis en la escuela de derecho de la Universidad de Chile, calificada con un cuatro y que todos saben que plagió, propone una “red ciudadana” de espionaje. Hoy es senador, después de vender y revender el pescado podrido de la “crisis de seguridad ciudadana”, inventada en los laboratorios de “libertad y desarrollo”, “paz ciudadana” y avalada por sus leales lacayos concertacionistas.

Se apuran en declarar otros “expertos” como Harboe o Maldonado, eximios jurisconsultos que obtuvieron sus cargos por la sencilla razón que eran los únicos carentes de todo escrúpulo que quedaban en los noventa como para inscribirse en un partido político.

La mediocre rotativa circense del poder, nada nuevo.

Pero al futuro ministro de Piñera, el leal asesor made in Chicago y director benemérito de “libertad y desarrollo”, el señor Larroulet, lo asaltaron en su casa. Oportunidad irresistible para espinita y su incontinencia verbal sumada a su pública y notoria incapacidad de razonamiento abstracto, para proponer una “red ciudadana de espionaje” con miles de teléfonos celulares dedicados al cotorreo paranoico.

La imagen que se me vino a la mente fue a Bareta, el detective del papagayo, caminando por las grises calles con su guayabera floreada y cogoteando al primer proxeneta de la esquina para que le diera información.

En nuestro país nadie debe ser amenazado para que hable, el cahuineo es un deporte nacional, me pregunto qué efectos podría tener una propuesta como ésta salvo el desangrar las arcas fiscales. El supuesto de que la “justicia” no hace su pega por falta de información es comparable a que el viejo pascuero no me trajo regalos porque me porté mal. Vergonzoso. Quizá quiera usurpar el puesto ganado a punta de esfuerzos por Lavin, el bufón del reino y sus botones de pánico, sus sillas de playa en el paseo Ahumada o sus playas sin paseo del parque de los reyes. Al menos las acciones de Lavín podían entenderse como intervenciones artísticas como las del pelmazo que empapela monumentos publicos o el que empelota multitudes; o los pijes que “bombardean la moneda” con malos poemas o suben vacas a las azoteas. Nuestro futuro ministro de educación se merece hace bastante un premio nacional de arte, sus méritos son incomparables con los de la viejuja que hoy ocupa su puesto, que llegó ahí sobre la base de tecitos y galletas.

Espinita en cambio quiere compensar sus evidentes incapacidades con la cara de amargado con que le recuerda a los timoratos pre fascistas de todo el país que no están solos, que no es preciso ser ni inteligente, ni competente, ni asertivo para ocupar un puesto público. Es el buque insignia de los impotentes, eyaculadores precoces, homosexuales recluidos en el clóset, corneados, macabeos, encalillados y humillados consuetudinarios que sueñan, las escasas noches que duermen, con golpear a un atlético flaite hasta causarle la muerte. Sus patentadas ojeras, estilo Longueira, son garantía suficiente de dedicación aunque ella sea esteril. Lo que vale para este tipos de “ciudadanos”, es sentirse comprendidos. ¿Quién más que espinita podría ponerse en el lugar de este variopinto grupo de niños grandes que aún padecen del Bulling?

El titánico esfuerzo investigativo de los periodistas, que le restaron un culo en bikini al noticiario central, dio sus frutos recabando información y alertando que la idea brillante de espinita está siendo exportada de Colombia. Pues bien, qué mejores credenciales democráticas y pacifistas puede exhibir su propuesta que provenir de un paraíso terrenal, libre de guerra, injusticia, delincuencia y corrupción. Quizá diga que el sistema está probado, que así consta en las supercomputadoras de Marulanda Tiro Fijo.

Bien sabemos que lo único bueno que puede exportar Colombia, aparte de café y colombianos, es cocaína. Aunque esto último está prohibido, al menos en el papel. Sus brillantes y civilizados modos de combatir la delincuencia no están en la lista de sus artículos más demandados por el mercado mundial, entre otras cosas por carecer de ventajas comparativas en su priducción.

Colombia exportando sus sistemas de control de la delincuencia es tan descabellado como si Chile exportara periodistas.


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