Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.
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Amanecer Intergeneracional.
A 56 Kbps.
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Cinco de la mañana, mediados de Julio, en la habitación sin aislación térmica la temperatura es de medio grado bajo cero. Hace dieciocho horas que logré armar una computadora para corregir las transcripciones que me encargaron y no me he levantado de esta silla ni para mear. Trabajé incesantemente por tres meses con una vieja 286 prestada, utilizando el programa edit del microsoft D.O.S, sin corrector de textos. Toda la información en un precario disco blando de 1.44 megas que falla al ingresarlo al nuevo aparato (Un pentium I 133, con 32 de ram) por el cual pagué el adelanto por esta pega, sin quedarme ni con una luca para comprar parafina. Reparo el disco con el scandisk, recupero el texto como archivo perdido en el word, realizo las transcripciones que faltan y corrijo las anteriores, una proeza, tres meses de trabajo de un disléxico sin corrector ortográfico.
Me cuelgo en la linea telefónica, sé que es mi única oportunidad para entregar el texto antes de las nueve, el moderno modem de 56 kbps dejará por mí en el escritorio de quién corresponda el resultado de esta faena de esclavo de la nueva era. Me privará de ver más caras de las que ya he visto, de contener las ganas de escupirlos o decirles lo que pienso, no sé qué es peor.
Mi espalda se estremece por el frío, siento un dolor en mis axilas como si fuesen mis testículos y alguien los hubiese pateado. Concentro casi toda mi energía en enmendar los errores absurdos de tecleo pues mis manos tiritan, y los guantes cortados en las puntas de los dedos me hacen doblemente torpe.
Mi estómago aulla, preciso de un trozo de pan amasado, algo de pichanga, un vaso de vino tinto, del calor de aquella mujer que me quiere tanto, que se ha pegado a mi vida como un chicle en el pelo. De la que aún no me aburro que no me quiera o que me quiera tanto ¿quién podría notar la diferencia?. La que urde hilos invisibles con un huso clitoriano para beber mi universo en un plato doméstico.
“Aceptar”, “click” y el trabajo ya está en su sitio, ahora queda joder para que me paguen luego y retrasar los cobros, poner caras, cagar a quién sea lo antes posible para estrujar el sudor frío evaporado en este cuarto, del vaho que nubla el monitor de diez pulgadas, blanco y negro. Comer del queso que esconden las ratas, por un tiempo, hasta el cheque, y mientras buscando algo que me permita levantar, ¡“Ariel enderezando su vida” toma diez!
Pero algo pasa, una alerta en la computadora, me acerco al monitor y es una conversación de chat, mi tía Cecilia, la que vive en Australia, la que conocí a los siete años volada como chancho mientras visitaba a un país pintoresco llamado Chile.
Ariel, que gusto saber de ti, no he podido comunicarme con mi hermana (...) bla bla bla (...) pero que bueno encontrarte y esta hora, como estas... (bla bla bla) ... es tan raro lo que pasa en Chile ahora hasta soltaron a Pinochet, no entiendo nadie dice nada, qué pasa con los jóvenes, qué hacen ustedes ... (bla bla bla) ... está todo tan cambiado (bla bla bla) en mis tiempos era todo tan diferente ...
Sabe tía, las farras de su tiempo y de su generación las estamos pagando nosotros, su amor libre hoy es sexo con latex, los hippies como usted son los que nos explotan, los sueños estúpidos y la frívola forma de entender la política de los de su edad produjo que naciera en dictadura y que ya lleve a cuestas doce años de dictablanda, que la única ley que rija es la de la selva y aún así se la meten en el culo cuando quieren. Si me habla de su generación me es inevitable no recordarle que fracasaron en todas y cada una de sus quimeras, y que el mundo hasta hoy resiste una insoportable resaca a cuenta de ustedes. De legado hemos recibido cenizas, ahora le corto pues aquí en Chile la internet no es libre ni gratis, hasta luego.
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3 comentarios:
Bueno, ahora tenimoh Ubuntu y 256 o mas de RAM; es un consuelo?
con un notebook prestado, aún no obsoleto, y debian, a los choro, ya corté el frenillo y superé a ubuntu
A lo shoro.
Y yo que recién le pondré rueditas a la bici. La próxima semana me cambio a Ubuntu con una máquina virtual de Windows por si acaso, pero nunca más Win como sistema principal. Nunca.
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