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sábado, 26 de mayo de 2012
La cátedra problemas sociales de la escuela de sociología de la Universidad católica de Temuco tiene el agrado de invitar una clase abierta de Criminología dictada por el escritor Ariel Zúñiga Núñez ( @azetaene )
El evento se realizará el Lunes 28 de Mayo 2012 a las 14:20 en el campus San Francisco de la Universidad de Temuco ubicado el Manuel Montt 56 de la capital de la región de la Araucanía.
Si gusta puede confirmar su asistencia en Facebook.



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viernes, 25 de mayo de 2012


Crónica de una gestión judicial inútil anunciada.
Por Ariel Zúñiga Núñez  (@azetaene )

Hay alguien peor que un abogado farandulero, un abogado farandulero flaite. Usted me puede acusar que incurrí en un pleonasmo, me tomaré tiempo para explicar que en estos asuntos existe una gradualidad y que no todo abogado es farandulero, y o flaite, necesariamente, según Andrés Bello los ejemplos permiten ilustrar las ideas, le haré caso.
La tercera vez que vi a Rodrigo Román fue en el auditorio de la escuela de derecho de la universidad de Chile, lucía su cabellera cana, al viento (con o sin viento), y su atuendo de very typical hommo chilensis proleta no proleta como siempre, es como un monito animado, jamás veremos a Homero Simpson con unos pantalones verdes.
Tiene razón, no debo incurrir en lo mismo que intento criticar, porqué hacer un examen a la apariencia de Román transformando una crítica a los abogados faranduleros de poca monta en un artículo farandulero más, debe ser que desde hace mucho prefiero perder un amigo que una broma, ante el desolador panorama que se nos abre el humor aparece como la única esperanza.
Pero lo dicho hasta aquí, lamentablemente, no es broma, Román cultiva su imagen tanto y más que un chico reality, no me sorprendería que tenga una dieta especial a base de rescoldos de barricadas y que salga a trotar (hacer running sería de fachos) entonando canciones de Victor Jara en tono marcial al clarear el alba.
De nuevo me arranqué, sigo, la tercera vez que vi a Román fue en la escuela de derecho de la chile en una estirada jornada académica organizada por el piquete jurídico. En dicha exposición el “culpable del montaje” era el “ministro Hinzpeter” y el traficantucho de Jalandro Peña era “el fiscal del caso”. Los demás hijos de la gran puta que intervenían en el caso eran “el colega tanto”.
El sopor UDIversitario se suspendió por unos minutos cuando tomé el micrófono, como uno más del público, y lo insté a politizar el asunto, a señalar enfáticamente y sin dobleces que el caso bombas era un montaje y que se debía atacar de inmediato, por todos los medios, al ciudadano israelí Rodrigo Hinzpeter Kirberg y a su fiscal estrella de opereta.
El seminario, a todo esto, era sobre la reforma a la ley antiterrorista que promovió Hinzpeter con éxito, para sacarse de encima a los Mapuche en el 2010 y que por serendipia alivió a los imputados del caso Security sacándolos de las fauces de la “justicia” militar justo a tiempo.
Román hablaba, o trataba de hablar, como jurista, la reforma era un asunto técnico, los niños debían tomar palco mientras los adultos se hacían cargo de estos tediosos pero imprescindibles asuntos.
La segunda vez que vi a Román fue en el desaparecido Taller del Sol en la plaza Brasil, a principios del 2010. Fui invitado como expositor, era la primera vez que se lo hacía en siete años. Hasta ese minuto mi día consistía en leer y escribir; mi lengua se la habían comido los ratones, o yo mismo, mientras mordía mi marginación, o se me había atrofiado de tantos años sin usarla para hablar.
Los asistentes a esa jornada recuerdan la airada discusión con el Profesor Jota, o más bien el enojo de Jota conmigo. La verdad es que mi tesis sobre la superación del sistema capitalista le cargó, lo consideró un insulto a su conclusión apresurada de que hay que reconstruir el paraíso perdido del Abya Yala. Me achacó el haber usado el término “primitivismo” (lo que no hice) y desde ahí me culpó de todos los pecados ultraizquierdistas habidos y por haber.
Sin embargo a mi me quedó marcado a fuego como llegó Román con su cabellera cana al viento, en la mitad del debate, hasta ese momento profundo y enriquecedor, se sentó al medio y comenzó a hablar sin siquiera habernos saludado.
Su discurso era un pastiche entre inoportunos comunicados, pavoneos varios, masajes capilares, interrupciones por llamadas a su teléfono celular que todos debíamos escuchar (por tratarse de asuntos muchísimo más importantes que la reconstrucción de la mítica Abya Yala o la superación del sistema capitalista) y su obligatoria mención a las “viejas”. Hizo su número, el moderador preguntó a un confundido público si habían preguntas, todos se miraban con cara de cámara escondida, a otra cosa mariposa como dice su excrecencia el premismiente, pronto volveremos con más diversiones.
Había sido todo, una vez más lo importante agredido por lo urgente, o más bien, por la neurosis de los urgidos; la solemne vacuidad de la izquierda apolillada envenenando el aire, tornándolo irrespirable.
Seguí con mi exposición pero me tomé la molestia de “hacer un comentario sobre lo que acaban de decir”, y ahí me fui en la volá, suficiente para que no se me volviera a invitar en siete años.
“El rol del abogado de izquierda, si es que tiene alguno, es acompañar las luchas, no secuestrarlas bajo la excusa de que son asuntos técnicos. No debe convertirse en la Cruz Roja de las luchas sociales, ahí donde llegan los heridos por el fuego cruzado; si es de izquierda debe luchar como pueblo para el pueblo no como un profesional que hace algunas horas de caridad al día”.
Román no estaba a la altura del conflicto, no tuvo como responder, supongo que como típico leguleyo masculló su rabia y la liberó, gradualmente, en los pasillos por la vía del pelambre. Su silencio no fue ni estoico ni incómodo, como se dice en el pool “quedó pillo”.
No hay tercera sin primera.
La primera vez que vi llegar a Román, siempre atrasado y apurando a los demás, fue en la USACH unos meses antes.
Dedicó media hora a hablar de las “viejas”, ese es el modo patronal en que llama, genéricamente, a los miembros de ANDHA Chile, lo más sorprendente es que la sala estaba llena de estas “viejas”.
En una de sus intervenciones me quedó marcado a fuego la supina ignorancia del letrado Román, ocupó quince minutos ladrándole al árbol equivocado, decía, a propósito de escopetas “aquí nuestros tribunales han vulnerado nuestro sacrosanto derecho a la segunda instancia”.*
Eran los últimos días del 2009, yo me decía para mis adentros “ojalá que no pase nada, ojalá que no encanen a nadie, pues si pasa algo estos tipos no sacarían a un osito de peluche acusado de cruzar la calle a tres metros del paso de cebra”. Lamentablemente pasó lo que todos sabemos, y sin querer queriendo todos y cada uno de los acusados en el “caso bromas” cuentan los días para su absolución... luego de un canazo que no despintará nadie.
Así te quería ver.
Román, cual Pinochet, fue el último en adherirse al plan y quien con más fanatismo lo ejecutó. Fue Mauricio Daza, yerno del senador RN Horvath y miembro del staff del Guatón Soto quién defendió la tesis del montaje mientras los abogados de DDHH se la pasaban de conversatorio en conversatorio.
Y quién más que Daza lo podía hacer, desde un comienzo quedó claro que conocía el proceso penal, y las garantías con que contaban sus defendidos.
No así Román que siguió con el libreto de la pureza técnica de su oficio hasta que la gobernadora del Maipo tuvo la genial idea de acusarlo de haberle robado su teléfono celular en una audiencia en San Bernardo. Desde ese momento, pelo al viento, comenzó a hablar de montaje y apuntó con el dedo a Hinzpeter y Jalandro.
Pero era demasiado tarde, el daño estaba consumado, Jalandro ya no era fiscal y a Hinzpeter lo había apuntado la UDI en la Moneda. El momento para golpear, en patota, al Ministro del Interior fue cuando se le desmoronó el caso de Saif Khan, esa fue la ventana de oportunidad que se desperdició, y con eso también se le regaló varios días en cana a los imputados por el caso bombas de ruido.
Román creía que no se podía hacer nada, para él la “causa” estaba en “sumario”. Cuando que había que politizar el caso se las dio de abogado y cuando había que probar que se era buen abogado ¿Qué hizo Román? Politizó el caso.
Si te las vas a dar de abogado buena onda tu primera obligación es saber hacer tu pega; muy poco ayuda un profesional incompetente aunque su corazón esté henchido de bellas intenciones y tenga varios posgrados en hablar en jerga compañerística.
Impertinente.
Muchos juzgan el interrogatorio a Hinzpeter como un fracaso para el Ministro y un éxito para los imputados, aunque nadie lo piense así desde la defensa (salvo Román).
Hay que ser recontrapelotudo para preguntarle a un ministro de Estado “¿que cargo desempeña usted en la administración pública?”. De ahí en más, el examen de Román fue una completa y absoluta falta de respeto con el tiempo y la inteligencia de medio Chile, un despropósito, no se le preguntó algo que fuera relevante, el abogado de Hinzpeter tomó palco mientras los defensores hacían turnos para decirle idiota a Román en distintos tonos mediante sus objeciones. El ministro del interior no sacó provecho político de esto porque ha demostrado que tiene sólo la cara de inteligente; si realmente lo fuera esto habría sido papita pal loro, una oportunidad servida en bandeja para salir jugando.
Román arriesgó el juicio, y la libertad de algunos imputados, cuando éste ya está ganado, y llegó tarde y apurando a los demás (como siempre), demorando en total más de dos semanas el término del tormento. No nos olvidemos que esta declaración de Hinzpeter motivó que la fiscalía intentara recusar a los jueces, sin éxito.
Como en un juego entre tonto y retonto la fiscalía, y el ministerio del interior, quemaron todas sus naves (las pocas que le quedaban) para evitar que Hinzpeter testificara; si hubiesen tenido en cuenta que lo interrogaría un abogado tan incompetente como Román otro gallo cantaría, hasta podrían haber ganado el juicio a última hora.
Pero la estupidez jamás dejará de sorprendernos, es lo único infinito; cuando alguien descubra el modo de producir electricidad a partir de la estupidez todos nuestros problemas quedarán en el pasado.
Notas.
*En materia penal los procesos se fallan en una única instancia, la doble instancia no es un “derecho”, es una malformación congénita de nuestro sistema judicial creado para que existan los mayores espacios para la corrupción posibles. Todos los procesos que han sido reformados (penal, familia y laboral) son orales y de única instancia. Cuando se reforme la justicia procesal civil, todos los juicios en Chile serán de única instancia. Las Cortes cumplirán, como hoy lo hacen en materia penal, el rol de anular juicios no de realizar uno propio. En una instancia se revisa tanto los hechos como el derecho, las Cortes revisan que las leyes se hayan respetado en un proceso, no vuelven a examinar los hechos.
** Hablando de abogados-faranduleros-flaites no podemos dejar de anotar que ayer jueves Mario Schilling apareció en la radio Bio bio interviniendo en esta discusión; el modo que encontró para colarse fue asumir la defensa de un desgraciado ciudadano que mató a un vecino odioso en Peñaflor.

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