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sábado, 29 de marzo de 2008

La crisis Económica llegó a Chile.

En la última reunión de ICARE, el Viernes 28 de Marzo de 2008, el ministro de hacienda de Chile Andrés Velasco, reconoció que el año iba a ser difícil, que había que trabajar juntos para soportarlo, “muy grande sea el paraguas pasaremos frío”, dijo. Lejos estamos de sus declaraciones en ENADE 2007: “El mundo tiene una pulmonía, el vecindario un resfriado y Chile a penas estornuda”. Por lo visto todo se ha tratado del retraso habitual que existe entre nosotros y el resto del mundo.

Luego de ENADE 2007 los periodistas económicos titularon que era una fuerte señal de optimismo, una demostración de que nuestro país tiene una economía sólida dirigida por personas serias. Después de ICARE 2008 la prensa sólo ha dicho que Velasco se ha puesto pesimista. ¿Por qué esta preocupación excesiva en la subjetividad del ministro? Por que la economía hoy depende más de estas chamuchinas que del viejo problema de crear riqueza.

Para solucionar el problema de las sub prime de EE.UU. está claro que deberán sincerarse las cifras al punto de hacer coincidir el valor libro de las instituciones financieras con las expectativas razonables de ganancia lo que obliga a la devaluación del dólar o a la creación de riqueza que compense la merma ya existente. Para crear riqueza se requieren de insumos productivos, de financiamiento y finalmente de consumidores ávidos de los productos finales. Reconocer la existencia de una crisis más que remediar la situación la agrava ya que produce una contracción en el consumo que por sí misma deprime la creación de valor; pero es al mismo tiempo una decisión sensata en un país en dónde no se produce valor y todo pende de la resistencia de la burbuja especulativa.

¿Se están haciendo las cosas bien? Si, por una parte Velasco es un tecnócrata competente que ha cuidado que Chile no haya entrado en una efervescencia especulativa como la de mediados de los setenta y principios de los noventa de modo que la crisis que viene se va a notar menos ya que caeremos al mismo foso pero desde una distancia menor. A diferencia de otras economías la nuestra lleva años sin crecer ya que el índice IMACEC sólo registra el mayor valor del cobre, del molibdeno, la harina de pescado y la celulosa; si le restamos esto nuestra economía lleva años retrocediendo al 1% o 1.5% anual.

Lo que no se refleja en las cifras oficiales, al ser evidente, se vivencia en la cotidianeidad de los millones de chilenos sobre endeudados, agotados de sus empleos rutinarios y mal remunerados, empobrecidos, que limitan a cotidiano sus modestas ambiciones para hacerlas compatibles con la cruda realidad del mercado.

Son ellos los que sufrirán la crisis que comenzó hace más de cinco meses, y que sólo hoy se enteran, al perder sus empleos ya precarios o ver disminuidos sus sueldos y aumentadas las mensualidades de sus créditos de consumo y los valores en UF de sus hipotecas y deudas universitarias. Muchos de ellos aprovecharon el menor valor del dólar y se embarcaron al Caribe o compraron bienes suntuarios, obviamente importados, colaborando al despilfarro de recursos hacia el exterior en estos últimos meses, alentados por las señales de Velasco para ponerles un colchón de billetes a unos cuantos especuladores por una breve fracción de tiempo.

Miles de chilenos perderán sus empleos, deberán dejar sus estudios, sus casas, sus vehículos, sus televisores de plasma, ya que el país ha vuelto a ser latinoamericano sin siquiera haber probado la manzana del primer mundo.

Miles de millones de dólares arrojados al tacho de la basura que enriquecieron a un par de especuladores gringos – y quizá chilenos – que negociaron la compra de bonos del tesoro estadounidense con el superávit del cobre que recuperaremos como las acciones de bear stearns para cuando se sinceren un poco las cifras y se deba devaluar el dólar en un treinta por ciento más de lo que ya se ha hecho.

Sólo el ejército de los EE.UU. impide un sinceramiento total que transformaría a los dólares en patacones argentinos. Tal crisis nos golpearía aún tan fuerte como la del 29’ y es algo que todo el mundo prefiere evitar a toda costa; en una crisis así no hay triunfadores. Pero ya nos pasamos de la pulmonía al cáncer y la caída de los EE.UU. puede retrasarse pero no impedirse. La explosión va a ser más fuerte en la medida que se siga incluyendo en los cálculos de expectativas el poder militar extorsivo de los EE.UU. como una última secutización de sus créditos.

Me gustaría saber si el genio de nuestro ministro de hacienda tiene hoy compradores para los miles de millones de dólares en bonos del tesoro norteamericano que asegurarían las pensiones asistenciales y mínimas que el mercado no pudo hacer por sí mismo con las AFP.

Si los hubieran invertido en iluminar digitalmente al país, enseñar idiomas y ciencias básicas, comprar tecnología y servicios de última generación, subsidiar en cuanto fuera necesario a los niños para que salieran con su propio trabajo del fango, estaríamos igualmente en crisis pero sabríamos que existe la posibilidad de salir definitivamente de la pobreza en un par de décadas.

Hoy, sin haber ganado nada, ya estamos perdiendo y nos arriesgamos a perderlo todo.

El dinero del cobre será dilapidado en aras de mantener la gobernabilidad concertacionista retrasando los efectos de la crisis lo que sea suficiente.

Esperemos que seamos capaces de respetar en el abismo a quienes no se cansaron de gritar que esto sucedería en vez que renovarle los votos a quienes hoy nos sonríen para luego arrojarnos a las fauces de la miseria.

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