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martes, 13 de mayo de 2008

Escrito en la Semana del Estreno del Chacotero Sentimental 2

Me sumo a los comentarios de aquellos que dijeron que el video de una menor de edad, filmada durante una felación, opacó el estreno de la segunda parte del chacotero sentimental.

No quiero ir al clisé de que la realidad supera a la ficción, sino afirmar que en buena hora no se desata una conmoción por un producto que intenta explotar lo más burdo de nuestra sexualidad.
Hace un año supe que se había estrenado el documental "Amor a la Mala". Escuché en una entrevista a su director quien relataba que desde "Julio comienza en Julio", el sexo en el celuloide nacional es oscuro, sufrido, culposo, chistoso y nunca... pero nunca, pleno.

He dicho que voy a ver el Chacotero Sentimental cuando la den en Chilevisión y siempre y cuando no se cruce en programación con otra cosa. Esto porque vi la primera parte y considero que se disputa el título a la peor película nacional junto con "La Rubia de Kennedy" (con la fallecida Carolina Fadic) y "Todo por Nada" (Con Ana María Gazmuri y banda sonora de José Alfredo Fuentes). Y como bien señalan las estadísticas, las segundas partes no son buenas. Si la primera la considere malísima sería muy osado que me arriesgue a la segunda.

Desde luego que esa opinión no es popular. Muchos consideran al "Chacotero" como una excelente película. Claro, les queda en la retina la soberbia actuación de Pablo Macaya y el guión ágil, con un humor comprometido socialmente, del último corto.

Pero el "Chacotero" no es un corto sino que un largometraje en dónde se intercalan tres cortos con unas cortinas dignas de un filmador de matrimonios; un primer corto en que se intenta un humor caricatura pero en que se fracasa (Nicolás López lo hace mucho mejor unos años después en su "Promedio Rojo"); y un segundo corto (de relleno) de una recreación al estilo "Pasiones".

Nunca me han gustado las películas malas. Veía "Maldita Sea" por que me causaba mucha risa ese reality en que los conductores del programa pasaban de la ebriedad consuetudinaria al jugo televisado: Habría dado lo mismo si en vez de comentar cine gore exhibieran documentales sobre la influencia de los Medicis en la Italia renacentista. Por lo mismo me cuido mucho de no ir al cine a pasar malos ratos. El último de ellos fue el laterón "El Señor y la Dama" de Eric Rommer que ocupaba los decorados de una película de cantinflas y el guión de una soft porno pero sin sexo.

Desde entonces soy más cauteloso. Me fijo a qué publico intentan venderla, quien la financió, quienes actúan y dirigen, y sólo si concluyo que la cinta llegó por accidente a ser estrenada en nuestro país la veo.

La niña del Lassalle, que dicho sea de paso hizo cometer el delito de tráfico de pornografía infantil a medio Chile, dejó a los grado tres y al dragón de komodo como simples historias de onanistas jubilados. Lo único "innovador" fue que el suceso fuera registrado.

Recuerdo mi séptimo y octavo básico en el Liceo Maipú, y a mis compañeras de curso que repartían "Wena Natis" con prodigalidad en los recreos, en el parque Zaror y hasta en las interminables clases de Inglés. Y qué decir de las visitas que me tocó hacer como apitutado dirigente free lance, cuando estaba en el Aplicación, a los liceos femeninos entre las cuales se recuerdan especialmente las del Blas Cañas y la del Liceo Cuatro.

Me parece que Chile siempre ha sido el mismo, o casi el mismo. Un mundo conocido por todos y el mundo de los cuicos, con todas sus trancas y prejuicios, que aparece en los medios.

No creo que la sexualidad de los Chilenos sea tan burda como muestra el Cine. Espero que filmar películas se haga cada vez más barato para que eso quede en evidencia.

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