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viernes, 3 de octubre de 2008
Traducido por Ariel Zúñiga


Por Immanuel Wallerstein.








En la asombrosa serie de elecciones en América del Sur en los últimos cinco años, la más radical en resultados ha sido la de Bolivia, con la elección de Evo Morales como Presidente. No es porque Morales se situara en la plataforma más radical. Por el contrario, es que, en este país en el que la mayoría de la población la constituyen los pueblos originarios, esta era la primera vez que un indígena ha sido elegido presidente de la república. Esto en sí mismo es una profunda revolución social, no apreciado por todos los descendientes de inmigrantes europeos que siempre han controlado el país.

La gran pregunta, cuando Morales fue elegido, es si podría permanecer largo tiempo en el cargo, o si la derecha boliviana, tal vez en connivencia con las fuerzas armadas, podría deponerlo. Él ha demostrado que puede.

Hay tres elementos importantes en su programa. En Bolivia la renta nacional de hoy es principalmente procedentes de sus exportaciones de gas, fundamentalmente a Brasil y Argentina. El gas se encuentra en las provincias orientales, la llamada Media Luna. Y en estas áreas son las que se encuentran los porcentajes más bajos de población indígena. La mayoría la conforman descendientes de europeos. Hasta que Morales llegó al poder, los precios a los que el gas se vendía eran ridículamente bajos. Y los ingresos siguen siendo en gran medida para los gobiernos provinciales de la zona oriental.

Así, Morales trató de renegociar los precios del gas que se exporta. Y él instituyó un impuesto de hidrocarburos a fin de que se incrementaran los aportes al erario fiscal nacional. Morales tiene la intención de utilizar el dinero para la redistribución en todo el país, que por supuesto beneficiará significativamente a las poblaciones indígenas.

Además, la tierra en las provincias orientales están excepcionalmente mal distribuidas. Dos tercios de las tierras son propiedad de una sexta parte del 1% de la población. Morales desea establecer un límite a la superficie que pueda disponer una persona dentro de las normas relevantes de una reforma agraria.

En política exterior, Morales trató de mantener relaciones razonables con los Estados Unidos. Hasta continuó aceptando el dinero que los EE.UU. han venido dando para la lucha contra las operaciones de los narcotraficantes, sobre todo porque este dinero iba dirigido a las fuerzas armadas. No obstante, además, dio la bienvenida a la ayuda venezolana y a los médicos cubanos. El gobierno de los EE.UU. era evidente que no le simpatizara Morales al asumir el poder, menos tras sus acciones posteriores, y hubiera preferido que la derecha boliviana retornara al poder.

La estrategia de la derecha boliviana ha consistido en demandar más autonomía a los gobiernos regionales, en última instancia, la insinuación de la secesión, un proyecto que nunca ha defendido por disponer del control del gobierno central. Exigieron reiterar una elección de Morales lo que se transformó en una táctica muy contraproducente.

Morales aceptó el desafío, añadiendo a la elección la confirmación de los nueve prefectos provinciales. Morales obtuvo un enorme apoyo del 68%, mucho mayor que los votos que había recibido cuando él fue elegido. Siete prefectos fueron confirmados, y sólo dos gobernadores anti Morales fueron depuestos, lo que ha permitido al presidente nombrar sucesores.

La derecha en las provincias orientales entonces trató de bloquear las exportaciones de gas. Esperaban así inducir a los gobiernos brasileño y argentino a ejercer presión sobre Morales, que se comenzaron a demostrar partidarios de el gobierno central. El gobernador de la provincia de Pando, Leopoldo Fernández respondió con la represión. En el “Porvenir” Morales detuvo al gobernador y nombró a un almirante de la marina de nuevo prefecto.

Sobre estos sucesos, la Presidenta de Chile Michelle Bachelet convocó a una reunión de emergencia de la organización de los 12 Estados de América del Sur, UNASUR, para examinar la situación. Todos los doce presidentes llegaron a Santiago para la reunión (*) , y aprobaron por unanimidad una resolución de "pleno y total apoyo al gobierno constitucional de Evo Morales," y la denuncia de cualquier posible golpe de Estado. La importancia de esta resolución es que fue unánime, siendo firmado incluso por el profundamente pro-americano presidente de Colombia, Alvaro Uribe. La resolución fue aprobada por el Grupo de Río, integrado por 22 países de toda América Latina y el Caribe, incluyendo México.

UNASUR ha realizado un llamado para el diálogo. Morales llamó a un acuerdo dentro de su país, incluso antes de la resolución de UNASUR. La derecha ha obstaculizado estos esfuerzos cifrando sus esperanzas en una intervención de los EE.UU. Sin embargo, Bolivia ha expulsado embajador de los EE.UU., Philip Goldberg, bajo el cargo de "conspirar contra la democracia", es decir, junto a la derecha boliviana. Mientras Estados Unidos van en retirada de sus pequeños proyectos de ayuda en Bolivia, Rusia ha ofrecido a entrar en la brega. Los Estados Unidos se están haciendo cada vez más irrelevantes en América Latina.

Si uno se pregunta por qué incluso Uribe apoyó la resolución, se concluye que lo ha hecho porque el presidente de Colombia no quiere ver materializada la nueva táctica de la secesión de la derecha que recibe apoyo desde el norte. Los Estados Unidos están tratando esto también en el Ecuador, donde ha fracasado igualmente, con la gran victoria del Presidente Rafael Correa del referéndum sobre la Constitución.

(*) Nota del Traductor: El presidente del Perú, Alan García, no asistió a la reunión de UNASUR. Pero sí envió representación y dio su asentimiento a las conclusiones.

by Immanuel Wallerstein. Comentario N º 242, octubre 1, 2008.

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These commentaries, published twice monthly, are intended to be reflections on the contemporary world scene, as seen from the perspective not of the immediate headlines but of the long term.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen articulo..

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