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martes, 14 de abril de 2009

Que nadie se haga el sorprendido.



Mi padre, un año antes que Frei fuera incorporado a las encuestas del CEP, me decía: El “narigón va a ser el próximo presidente”. En aquel momento dudaba de su vaticinio no porque al ex presidente le faltaban ganas, recordemos sus encendidos discursos estatistas sobre el transantiago o sobre no dejarle un sólo peso a Piñera, sino porque Lagos aún se sostenía y parecía que iba a ser ungido como candidato del partido único y transversal concertacionista. Además en aquella época, menos de dos años atrás, parecía que la concertación colapsaba tras las deserciones de Zaldivar, Flores, Shaulson, a las que luego se sumó Navarro y Arrate. La izquierda, una vez más, se encontraba sumida en una cándida infancia y parecía que algo en limpio podía sacarse.

Los comerciantes son superticiosos pero también los analistas políticos, además estos últimos tienen intereses en los resultados y si son lo suficientemente influyentes sus predicciones afectan en ellos. A mi no me limita nada de eso, y mis lectores son muy pocos, por lo que puedo decir la verdad:

Frei será el próximo presidente.

Sólo un hecho extraordinario, de proporciones holliwodenses, podría impedirlo.

Mis razones son las siguientes:

1.- La concertación se nutre de la sangre, de las heridas aún abiertas, de la izquierda. Eso aún no es comprendido por nuestro sector que sigue enfrentándose compulsivamente en contra de una derecha mítica, construida y reconstruida por los ideólogos concertacionistas con el barro del resentimiento y el cemento de la dictadura militar. La subsistencia de la concertación depende directamente del fracaso de la izquierda y a la inversa. La izquierda aún no entiende que hoy su objetivo prioritario es destruir a la concertación, cueste lo que cueste, a casi cualquier precio, pues de ello depende su supervivencia.

2.- Los desertores de la concertación no la debilitan sino que sólo fragmentan más y más las opciones rivales. Se trata de una exportación de divergencias que en vez que sumarle votos a Piñera o a la izquierda no hacen más que aumentar sus conflictivas bases doctrinarias e ideológicas.

3.- El padrón electoral como no ha variado, ni variará antes de las elecciones, asegura que los candidatos de los cuarentores, cincuentones, y de la tercera edad sean los que importen, también sus proyectos e ideas. La edad del padrón y el feminismo populista concertacionista hace que la mayor cantidad de votantes sean mujeres; y las mujeres piensan primero en sus hijos y luego en todo lo demás. Quiere decir que en un país conservador los ciudadanos más conservadores eligen por lo que no existirá ninguna sorpresa.

4.- Los electores conservadores son aún más conservadores en medio de una crisis. Por una parte Bachelet está preocupada en sostenerse políticamente sobre la base de los subsidios pero la incertidumbre es su mejor aliado, tanto para su gobierno como para que se suceda su alianza en el poder. En tiempos de crisis nadie está dispuesto a improvisar sea mediante un ricachón bienintencionado como Piñera o algún caudillo bananero de última hora. El rumbo se cambia sólo luego de la catástrofe y Chile está muy lejos de ello.

5.- Nunca la izquierda se había encontrado tan fragmentada como hoy. La crisis tanta veces anunciada ha sido la propia pues la debacle de la economía capitalista sólo ha reforzado al sistema. Los problemas del capitalismo se han subsanado con más capitalismo sin que se vislumbren alternativas. El retorno al capitalismo de estado, mediante la estatización de las finanzas y el retorno a los proteccionismos, no significa variar en nada la estructura clasista de la sociedad y de mercado global en desigualdad. Las alternativas políticas difícilmente sortearán la crisis si ésta dura más de dos años pues han dependido del alto valor de las materias primas y no han conseguido desarrollar a sus países ni en tanto sociedad ni en tanto economía. La multipolaridad del mundo no implica una democracia ni nada de eso sino que un océano plagado de tiburones en que los peces pequeños deberemos nadar de todos modos.

6.- Finalmente a Piñera se le ha acabado la bencina. Sólo su tozudez, y más, su contumacia, lo fuerza a seguir con su quimera presidencial. El gobierno se preocupó de minar sus dos flancos abiertos y lo consiguió: No habrá nueva ley electoral, lo que marginalmente favorecía a Piñera, pero tampoco habrá ley sobre fideicomiso obligatorio lo que obliga al empresario a emprender cuantiosas operaciones bursátiles, en plena crisis económica, para intentar trasparentar sus negocios. La concertación lo ha hecho pagar un altísimo precio para ser candidato y haga lo que haga será cuestionado por eso. El resentimiento del chileno medio es el catalizador que obliga a Piñera a optar entre regalar su fortuna o retirarse de la política, el quedarse entre dos tierras le impedirá ser presidente. Que sean los concertacionistas los principales artífices de esta purga populista e hipócrita habla por sí mismo del escándalo contidiano en que se ha convertido la política. Edmundo Pérez guión Yoma, no sólo ha sido favorecido con un riñón nuevo (dudo que la donante hubiese confirmado su opción si supiera el destino de sus restos) o con un caballo finasangre de coima, sino tambien de la amplia manga de la justicia que le permitió salvar, sano y salvo, del caso COPEVA. La simbiosis política y negocios no es patrimonio exclusivo de Piñera, pero ante un auditorio sordo, ciego, mudo, conservador y resentido basta y sobra para inhabilitarlo.

En un país en que el cincuenta más uno no sabe o no responde, como una vez tituló el pasquín concertacionista The Clinic, es lógico que gane el candidato de la ignorancia y la impostura.

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