pestañas

Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.

Volver al Inicio

Aumentar Reducir

Tamaño de Letra

Entradas Antiguas

miércoles, 27 de julio de 2011


En la fase decisiva apostemos al todo o conformémonos con nada.
Por Ariel Zúñiga Núñez ( @azetaene )

"No hay cincuenta maneras de combatir, sólo hay una, vencer. Ni la revolución ni la guerra consisten en autocompadecerse."
André Malraux.

"Más vale guerra abierta que paz fingida." Anónimo.

A contramano de lo que el sentido común asuma, el acero más resistente no es el más duro sino que el más flexible. Esto podría ser nada más que una curiosidad de la química o de sus aplicaciones en la ingeniería sino se relacionara con los sistemas sociales y jurídicos. Mientras más rígido sea un sistema más débil es; los sistemas más resistentes son los más flexibles.
En general me resisto a cualquier analogía entre las conclusiones de las ciencias duras y las diletantes conclusiones de los autores de las humanidades, sin embargo en este caso no lo podemos eludir. La estabilidad política se consigue mediante instituciones laxas que se van adaptando a los cambios de criterio que experimentan los hombres en el transcurso de su historia.
En el caso de Chile, desde la declaración de la independencia (1818 ) se han escrito siete, ocho o nueve constituciones, dependiendo del criterio (pues Ricardo Lagos pretende haber reescrito la constitución del 80' la cual fue severamente modificada en 1989); y si le añadimos los ensayos constitucionales anteriores a la independencia debemos sumar tres cartas políticas más.
Tan torpe como aplicar conclusiones de las ciencias duras a las humanidades es tratar de juzgar con criterios cuantitativos situaciones tan complejas pero es ineludible consignar que, el país que se considera a sí mismo como el más estable de América latina, no cuenta con periodos de estabilidad superiores a cuatro décadas. Y esto sólo desde lo constitucional formal. Valga consignar que los estados con quienes nuestros analistas gustan en compararnos poseen constituciones centenarias. La carta magna inglesa precede del año 1215 y la de los Estados Unidos de América de 1787. Francia, un estado convulsionado políticamente desde sus orígenes, y en especial, desde la revolución, cuenta con cinco cartas políticas desde 1789 y, al igual que con Alemania, Japón e Italia no pueden ser evaluadas del mismo modo que Inglaterra y EEUU puesto que la segunda guerra mundial les impuso un cambio constitucional.
Por lo tanto, en lo meramente formal, debemos concluir que la mentada estabilidad de la institucionalidad chilena no es más que un mito, el cual se sustenta debido a la generalizada ignorancia en la que se conserva a los habitantes de este país.
Desde 1990 ha existido una agresiva campaña de parte de la izquierda, apoyada por sectores en el poder que se dicen de izquierda, por conservar la memoria histórica. La distinción entre historia (o historiografía) y memoria parte del convencimiento que la primera es escrita desde el poder; la memoria es subalterna, es el conjunto de historias de aquellos que fueron derrotados.
Lamentablemente esa intencionada búsqueda de conservar intactos los padecimientos de la dictadura ha provocado un grave daño a la comprensión de nuestro tiempo. Se piensa, erradamente, desde esta memoria intencionada, que las violaciones a los derechos humanos sólo ocurrieron en la dictadura, ni antes ni después. Coherente con ese error común es el museo de la memoria, una glorificación de esa perspectiva interesada. La memoria se convierte en un artefacto exhibido en un museo y, al igual que los objetos ceremoniales que les fueron arrebatados a los pueblos originarios, y que se muestran en las más importantes galerías del mundo, aquí se le usurpa el saber popular acumulado y se lo presenta interesadamente.
La intención es refrendar el eslogan concertacionista de que no existe buena guerra ni mala paz, lo que obliga a asumir que la dictadura fue una guerra y el concertacionismo ha sido una era de paz.
Lo que hasta hoy sirve para definir qué fue la dictadura es el asesinato impune de ciudadanos ejemplares, lo que se denomina crímenes emblemáticos. Fiel a nuestra concepción feudal, en que se considera al país como un largo y angosto latifundio, el terrorismo de estado es definido a propósito de los asesinados con nombre y apellido, los cuales, como sabemos, no fueron más de cien. El resto de las víctimas sólo colabora para hacer número y poder decir que fueron más de tres mil los asesinados en 17 años de dictadura.
En los 22 años posteriores a la dictadura las muertes “emblemáticas”, y en impunidad, se sucedieron aunque disminuyeron levemente en número. Sin embargo las víctimas que deja tras de sí el ejercicio normal del poder, muertos sin nombre y apellido, se han mantenido, lo que ocurre es que ya no existe un interés político de los latifundistas de izquierda de computarlos.
Cuando asumió Aylwin había 15.000 presos y 15.000 Carabineros. Hoy, hay 60 mil presos y 50.000 Carabineros y la población nacional sólo aumentó en un diez por ciento. Estas cifras son elocuentes de la inextricable relación existente entre represión y criminalidad puesto que tampoco, en estos 22 años (a pesar de las campañas de histeria promovidas por el concertacionismo aliancismo) ha aumentado la ocurrencia de delitos comunes.
Como quién saca las cuentas lo hace para promover su proyecto político resulta que ninguna estadística registra si aumentó o disminuyó el maltrato policial, el gatillo fácil y la muerte de personas bajo la custodia del estado una vez terminada la dictadura. Hipócritamente dicen a coro que la respuesta es de perogrullo, que al llegar la “democracia” se acabaron los “asesinatos políticos”, pero al no existir cifras tenemos todo el derecho a dudar. Quizá se acabó el asesinato de sindicalistas o de militantes, o más bien disminuyó en la misma proporción en que se redujo la sindicalización y la militancia, pero los muertos en recintos policiales y de detención no han disminuido. Lo que ocurre es que son muertes irrelevantes, que no se computan, y que los “especialistas” se han puesto de acuerdo en calificar, o descalificar, como ajustes de cuentas entre delincuentes.
Del mismo modo nadie ha computado ni los hechos, ni los hechores, ni los montos de la delincuencia de cuello blanco. Nadie sabe si el robo de bienes públicos, mal llamados “privatizaciones”, han aumentado en cantidad y en montos desde la dictadura. Nadie sabe cuántos millones suma los delitos que a diario perpetra la banca y el macroempresariado. Nadie sabe a cuánto asciende el fraude tributario de la gran minería del cobre, e impositivo del empresariado que contrata como “autocontratado” (para que boletee) a sus obreros de modo que no tengan derecho a sindicalización, derechos laborales, ni a seguridad social.
Nadie sabe si la mentada democracia ha sido más aflictiva para la generalidad de los chilenos que la mistificada dictadura, porque la memoria ha sido usurpada por el poder, por los mismos que se dedican a la historiografía, de modo de silenciar doblemente a los desposeídos.
Dicho de otro modo, concertación y pinochetismo han sido, en los últimos 22 años, dos caras del mismo demonio, actuando, cual interrogatorio, uno en el rol de policía bueno y otro de policía malo.
En la misma proporción en que han aumentado los presos y los policías lo ha hecho la riqueza de los ricos, mientras la pobreza generalizada se ha conservado. Hoy un profesional recién egresado lo hace con una deuda equivalente al valor de tres viviendas de 1970 y su sueldo será inferior a la de un tornero o un soldador de aquellos años. La deserción universitaria es tan alta que el discurso oficial del aumento de los estudiantes choca con una realidad indesmentible: Hoy para un pobre es más difícil egresar de una carrera universitaria que en 1970 y el eventual egreso no le asegura una salida a la pobreza.
Las universidades privadas, o de cartón, han servido para varios propósitos entre ellos el de asegurar el título universitario hasta para el más inepto de los miembros de la clase dirigente. Han podido validar hasta los más delirantes discursos de la ultra derecha, han dado cobijo a los criminales identificados de la dictadura, han prometido el éxito a los más pobres asegurándoles mediante el endeudamiento una vida de servilismo. Por último han usurpado los menguados fondos que destina el estado a la educación pública.
Porqué el Gobierno de Chile es una Tiranía.
En general, e independiente de la doctrina política desde la cual hablemos, una tiranía es un gobierno ilegítimo.
La legitimidad no es una mera formalidad. El que la institucionalidad chilena sea ilegítima de origen, pues deriva de un crimen impune cual fue el golpe de estado, civil y militar, de 1973, no implica que haya sido imposible conciliar, o reconciliar, a las partes en conflicto. El caso es que en Chile ni existía esa conciliación antes del golpe ni menos se ha avanzado en alguna conciliación posterior. Es por ello que el discurso de la “reconciliación” ha sido una mera campaña comunicacional.
Dicho de otro modo Chile no ha instituído un gobierno legítimo ni sus gobernantes han sido capaces de legitimarse en su ejercicio. El gobierno de Piñera, en este aspecto, es idéntico a sus predecesores, lo que ocurre es que la paciencia del pueblo se agotó y no está dispuesto a seguir tolerándolo.
O existe consenso o rige la guerra nos decía Von Clausevich, en Chile no existe nada parecido, ni siquiera en la forma, a un consenso. A lo más podríamos decir que somos los derrotados, los sobrevivientes, de un bicentenario proceso de pacificación.
A Chile no ha llegado aún la modernidad capitalista pues ella nace de procesos políticos emancipatorios. El capitalismo depende de relaciones formalmente igualitarias sin embargo en Chile rige un sistema de castas, algo aún más rígido que un sistema feudal y, por ende, más frágil que un sistema capitalista moderno.
En Chile los ricos pagan menos impuestos que los pobres.
Los ricos tienen a disposición más policías que los pobres (hay más carabineros por habitantes en los barrios pudientes que en los pobres)
En caso de conflicto los ricos disponen de la fuerza policial y la usan sin mediar ley ni prudencia contra los pobres. Los ricos imparten instrucciones directas a Carabineros pues ellos actúan sin mediar orden judicial apaleando al pobre que se les atraviese.
A los ricos les sale más barato estudiar que a los pobres pues sus aranceles universitarios los pagan al contado, les cuestan una ínfima parte de patrimonio, el clasista sistema laboral les permite recuperar en un par de años todo lo invertido en el mismo, incluyendo el auto nuevo para ir y volver del campus.
La vida de los ricos es más barata que la de los pobres pues viven en barrios cercanos a sus fuentes laborales y disponen de carreteras, pagadas por los pobres, es decir, con fondos públicos, para trasladarse. Los pobres deben padecer del transporte público.
Los ricos NO TERMINAN EN LA CARCEL hagan lo que hagan. Quien reventó la cabeza con un bate de basebal en Bilbao con Pedro de Valdivia estuvo unos meses en un campo vacacional. Los macroestafadores de la multitienda La Polar NO PASARÁN NI UNA TARDE PRESOS, jamás los veremos con una chaqueta amarilla de imputado, jamás devolverán el dinero que se robaron. Sin embargo la misma empresa ha condenado a miles de pobres a la cárcel por haberles sustraído una polera. Jacqueline Van Riselbergue no tuvo que explicar ni el robo de áridos ni el desfalco inmobiliario perpetrado en complicidad con su padre, así como su padre no tuvo que responder por sus violaciones a los DDHH, ni su marido por narcotráfico. Si me dan un solo ejemplo de algún rico que terminara preso en este país me retracto de inmediato de lo que estoy escribiendo. El único caso que conocemos es el de Jorge Lavandero, el cual tampoco es una excepción a la regla por tratarse de un montaje.
Pues bien, en Chile aún no ha habido un proceso de emancipación, ni siquiera uno burgués como en el caso de la revolución francesa. Ello es lo que explica la vigencia del antiguo régimen, es decir, una sociedad en que los individuos no son iguales entre sí ante la ley. Ello también nos permite comprender cómo puede ser que a pesar de las leyes pinochetistas que tenemos, normas que consagran la arbitrariedad, aumentan los gravámenes de los más pobres así como exoneran de los suyos a los ricos, ellas no se respeten. Es decir, en Chile existe una tiranía, en primer lugar (y esto basta para calificarla en cualquier lugar y en todos los tiempos) porque no existe un imperio de la ley, no existe un estado de derecho, aquí no rige la ley sino que la voluntad pura y simple, es decir el arbitrio, de los más ricos. Sus caprichos se imponen con total prescindencia de lo escrito y aún más de lo discursado. Todo rico, hasta un quinceañero, imparte órdenes directas a un carabinero, a un fiscal, a un juez o a un político.
Longueira crea una comisión para estudiar la eventual implementación de un sistema de autocontrol, lea bien, autocontrol, de las empresas que POR LEY NO PUEDEN VENDER BIENES COBRANDO INTERESES USUREROS, QUE POR LEY NO PUEDEN USURPAR EL NOMBRE DEL DEUDOR CONTRATANDO POR ÉL, las más grandes tiendas se marginan porque ni siquiera están dispuestas a que el estado las escarmiente moralmente. Longueira, politicastro ultrafascista, integrista religioso y mentiroso profesional, crea una cortina de humo para encubrir los macrocŕimenes de la macroempresa. Pero la macroempresa, a sabiendas de que en Chile manda ella, no se presta ni para desviar la atención del público. Se resiste a cualquier consenso, incluso a uno derivado del engaño.
Esto sólo puede ocurrir en una tiranía, un sistema en que no valen los argumentos, ni los acuerdos, ni menos, la opinión de las masas. No vale ni siquiera la opinión prefabricada de las masas a base de mala educación y millonarias campañas de desinformación. Prima el poder desnudo de uno por sobre el convencimiento o el asentimiento, no hay propuestas sino que imposiciones. En casos extremos se produce un conflicto y en dicho momento la complicada decisión administrativa o jurisdiccional esconde que se valida una vez más la rapacidad de unos, su insaciable apetito.
La diferencia entre lo que ocurre en Chile y en un estado capitalista normal, en donde la pertenencia a una clase social puede ser determinante, es que en Chile lo es todo, ni siquiera existe la democrática corrupción con la cual los pobres, en casos extremos, pueden torcer su destino pagando altas sumas a mandos medios. En Chile no existe corrupción puesto que la institucionalidad está dedicada de modo exclusivo a satisfacer las apetencias de la clase dominante. Los pobres ni siquiera puede disponer de un poder rentándolo, y los ricos no necesitan pagar para tener preeminencia puesto que ello está dictado por la estructura de castas que no ha sido jamás abolida ni puesta en discusión.
Chile no ha tenido su revolución francesa y es por ello que aún no se instaura la igualdad ante la ley. Se tiene, al igual que en cualquier régimen feudal o de castas, no leyes sino que privilegios. Para que parezca un sistema legal occidental se dispone de una constitución y códigos que la hacer ver, a los ojos de los incautos, como si se tratara de un estado de derecho. Pero un sistema legal no necesita tan solo normas escritas sino que es prioritario que dichas normas se respeten por la generalidad de los habitantes y que tal cumplimiento sea más que una formalidad. Es decir, se requiere que las leyes sean cumplidas por todos tanto en su letra como en su espíritu. Y más, muchas leyes no pueden presumir de tales hasta que un caso grande obliga a pronunciarse a los tribunales, en ese momento la norma se impone o se muere. No existe caso importante en donde las leyes fundamentales se hayan impuesto, cada conflicto, cada vez que se pone en juego al derecho se pierde en desmedro de los mismos de siempre. Se falsificó un juicio completo contra los mapuche y los mapuche están presos y los falsificadores en libertad apresando a más mapuche. Se ha falsificado un juicio completo contra anarquistas y los anarquistas hacen fila para ser condenados y los falsificadores siguen libres falsificando juicios.
La fragilidad de nuestra institucionalidad.
Muchos creen que el único modo de lidiar contra este decepcionante panorama es negándolo, inventándose excusas, cual de todas más rebuscadas, para ocupar el tiempo y así no dar de bruces sobre un país que no es más que un fraude.
La tarea aparece, a simple vista, titánica. No sólo se deben cambiar algunas leyes o autoridades sino que hay que hacer al país de nuevo, hay que parirlo.
Sin embargo el asunto es más simple de lo que se cree.
El acero más fuerte no es el más rígido sino que el más flexible. En pocos meses los pilares de la institucionalidad chilena, capaces de soportar terremotos y tsunamis, se han estresado al punto de no soportar más movimientos. La respuesta de nuestros incompetentes gobernantes ha sido reforzar esos pilares con barras endurecidas. La rigidez de la estructura amenaza a quebrarla por completo al próximo movimiento, hasta un viento fuerte la puede llevar al colapso.
Un estado hecho para el disfrute de unos pocos hoy es comandado con orgullo por esos pocos, y no dan ninguna oportunidad para que algunos distraídos e ignorantes se sientan incorporados al mismo. Con cada acto de gobierno se confirma aquello que nos hemos demorado años en meter en la cabeza a algunos y que, al ser tan obvio, es entendido por todos sin necesidad de contrainformarse, sólo deben ver la tevé del poder.
Los ricos en el país son muy pocos, tan pocos que entre todos ellos juntos no pueden ni siquiera cubrir los cargos de gobierno. Durante años dependieron de la abundante provisión de lamebotas concertacionistas, la que parecía infinita. Pero hasta los concertacionistas se quedaron sin gente y tuvieron que aceptar a cualquiera de militante con tal que tuviera el estómago suficiente para señalizar a la izquierda y doblar a la derecha.
Si somos generosos diremos que los ricos en Chile son más que cuatro familias, un grupo humano, las conocidas 200 familias, que el total juntan a un poco más de cincuenta mil personas. Ellos son, nadie más. Apenas cincuenta mil, menos que los pobres que están encarcelados, casi los mismos que están uniformados de pacos. Y entre esos cincuenta mil se casan, tienen hijos, estudian, se confiesan y gobiernan.
Adosados a ellos, preocupados por no caerse, parasitan un millón de arribistas que le trabajan de mandos medios a estos ricachones.
Si los descontamos a todos ellos tenemos a casi 17 millones de chilenos, es decir, todos, o todos menos una minoría que no les alcanzaría ni para tres diputados si estuviésemos en un sistema formalmente democrático. Y los 17 millones de chilenos debemos tolerar no sólo ingresos per cápita inferiores a 400 lucas en el país tercer mundista de mayor costo de vida de todo el planeta sino que además que esa ínfima minoría nos gobierne en el trabajo y en la política.
Es decir, un país completo que vive a medio morir saltando, en una miseria tan generalizada que termina siendo imperceptible. En una injusticia estructural que se impone con tal fatalidad que parece no quedar más que la resignación.
Sin embargo los números están a nuestro favor.
No se trata de sumar a más personas, armar patotas, y hacerlas pelear, de eso no se trata la política, menos de la política en estos tiempos y en este país. Tenemos un grupo minoritario, tan pequeño que si viviera junto y aislado no podríamos llamar cuidad a su emplazamiento, y ellos imponen su voluntad sobre todos nosotros.
Es decir, no es como en los países en que se intentó una revolución proletaria, en que los burgueses eran un grupo significativo de la población, inferior a los proletarios pero muy numerosos. En Chile no hay diferencias entre burgueses y proletarios, por que ambos, en relación a lo que efectivamente es un burgués o un proletario en una sociedad capitalista califican como esclavos.
Sí, esclavos. Para quién no lo sepa un esclavo es una persona que recibe como ingresos sólo lo suficiente para conservarse con vida y reproducirse. En Chile no somos ni burgueses ni proletarios, todos, de terno u overol, percibimos ingresos suficientes para mantenernos con vida y pagar las deudas y no alcanza para nada más. Si alguien se compra un automóvil es para ir a trabajar, y si viaja de vacaciones es para seguir con vida y no volverse loco.
Y nuestros ricos, los cincuentamil, toman ventaja tanto de ese trabajo en esclavitud como de esas frugales distracciones que se pueden permitir tan menguados presupuestos. Por una parte lucran con la plusvalía del obrero, por la otra al burgués le impiden competir en igualdad de condiciones generándose un mercado en desigualdad, similar al que describen los economistas de la dependencia, pero dentro del territorio. El burgués se puede romper el lomo levantando una micro empresa y los ricos no le prestarán ni un duro para que pueda levantarse y le darán dinero, casi a valor de regalo, a su competencia para que lo lleve a la quiebra. Así es, los ricos reciben para sus “emprendimientos” dinero casi sin costo, sin interés, el que proviene de las cotizaciones de los obreros. Si el burgués logra ponerse de pie, a pesar de todo esto, deberá venderle sus productos a los compradores monopólicos (el macroempresariado) quienes los valorarán al precio que les venga en gana, y se los pagarán cuando les antoje sin que les compenses los reajustes e intereses. Finalmente, tanto burgués como obrero, quedan igualados en el macrocomercio pudiéndose endeudar para comprar cualquiera baratija china la cual le financiarán, los ricachones nuevamente, a intereses de usura.
De esa manera el chileno, como en una gran salitrera, es pagado con dinero que sólo tiene valor dentro de sus acotadas fronteras. En vez que fichas de pulpería se le paga en plástico, como todo lo debe con el efectivo paga deudas y con el plástico compra, al precio e interés que el dueño de la nueva pulpería, que es el mismo de la salitrera, le ponga.
Y como en un casino todo está diseñado para que la casa gane aunque simule ir perdiendo. De ese modo quien ingresa a la máquina crediticia jamás podrá conseguir liberarse de ella porque el dinero que recibe siempre va a ser menor de lo que debe endeudarse nada más que para sobrevivir. Y que no se olvide que sobrevivir también implica darse de tarde en vez un gustito.
El macroempresariado imparte órdenes y sólo puede emplearse a los que demuestren ser unos consumistas compulsivos y además disciplinados, es la figura del empleado del mes, un tipo que vive para la empresa y que va al mall el fin de semana como parte de su trabajo pues vida propia no tiene. Debe honrar al patrón, tal cual un pacto de vasallaje, al punto de consumir la basura que producen o intermedian. Si no es un consumista compulsivo será visto con sospecha, juzgado de mal vestido, de deprimido, de raro, ser incapaz de incorporarse al grupo, alguien pesimista que no le hace bien a la empresa y que además afecta su imagen.
Me sorprende la cantidad de avisos publicitarios que recrean un almuerzo entre empleado y patrón. Se exige en el trabajo una lealtad mayor a la que existe en los regímenes esclavistas, no sólo se debe soportar al patrón sino que quererlo, valorarlo y, de vez en cuando, agasajarlo.
Y a diferencia del feudalismo asumido de tal en nuestro sistema el patrón no le debe ningún tipo de lealtad al vasallo. Se le exige todo a cambio de nada, es por esto que nuestra sociedad más que ser una feudal es una de castas, cada quién será según quienes son sus padres. Tanto y más grave que el pobre, haga lo que haga, siga siendo pobre, es que el rico, haga lo que haga, siga siendo rico.
Ello implica un desperdicio a gran escala de talentos, la mala educación es coherente con un sistema en que no se intenta prosperar sino que mantener todo cual está. El mayor esfuerzo del gobierno consiste en conservar el orden policial puesto que todo lo demás es irrelevante. No se necesita una mejor economía pues esta, así como está, le genera riquezas de sobra a los cincuentamil que son los dueños.
Es más, un intento de mejora podría ser una amenaza al statu quo, es por ello que la innovación se castiga con tanta ferocidad como la insubordinación.
La economía funciona muy bien pues los ricos consiguieron administrar a los habitantes de este país como animales de un fundo y casi toda la manteca que los alimenta viene de nosotros. De nosotros la plusvalía, de nosotros, de nuestras imposiciones, el dinero barato para sus absurdos e improductivos “emprendimientos”, de nosotros los impuestos, que gastan en subsidios para ellos mismos, de nosotros los intereses usureros con lo que pagan sus faraónicos gastos. Con eso viven muy bien, más ricos que los ricos de cualquier parte, y además les sobra. Finalmente, y la parte más turbia de la historia, es que todo ese robo es sólo una parte, la mayor riqueza del país ni siquiera se la quedan los ricos de este país, eso es lo que demuestra que no sólo son perversos sino que además incompetentes.
La parte más jugosa de la tajada se la llevan las empresas multinacionales especulando con el dinero dentro de nuestro sistema bursátil, alimentado por nosotros mismos, por nuestros fondos de pensiones y, extrayendo nuestros recursos naturales.
El rol que cumplen nuestros 50.000 ricachones es bastante menos santo de lo que parece a simple vista. Lo que hacen es cobrar una coima, es decir una renta, por mantenernos a nosotros amordazados moral e intelectualmente y, si es necesario, ocupar a los 50.000 perros verdes para que nos disparen.
Respecto a la especulación bursátil es tan grave el asunto que cuando caiga la economía de los EEUU, situación cada vez más próxima, nos hundiremos con ellos porque nuestra clase dirigente ha cometido la impudicia de prestarle nuestro dinero a ellos para que tapen su enorme forado contable.
Eso es, y lamentablemente eso es y nada más, el exitoso modelo chileno. Por esta razón la solución del problema no es más ni menos compleja que en otros sitios sino que es completamente diferente. Aquí no se trata de cambiar leyes, porque todas y cada una de las leyes que existen se incumplen de modo sistemático, no se trata de recuperar ciertas áreas de la economía puesto que la economía toda está secuestrada por la casta de los intocables, no se trata de botar a una constitución pues la ultra facha que tenemos no es respetada ni por los ultra fachos que nos gobiernan, no se trata de convencer a parte de la policía para que se sume a una revuelta porque la fuerza policial es el único grupo fascista en ejercicio en el planeta y le rinden pleitesía a los ricachones que le jodieron la vida dejándoles el rol de paco como el único posible.
El caso de Chile es que se rompe o se raja. Y como dije, su rígida estructura hará que colapse al primer remezón.
Porqué se puede y se debe derrocar a una Tiranía.
Si nos ponemos obtusamente ius positivistas diremos que es el poder, y sólo el poder, quien puede definir lo malo y lo bueno, el crimen del mérito, lo justo y lo injusto. Hablar de regímenes tiránicos carece de importancia, sólo habrían gobiernos fuertes y gobiernos débiles, políticos victoriosos y derrotados.
Sin embargo el creer que el poderr formal es todo el poder es no entender nada.
Quien vence debe además convencer, esto porque desde que se estructura la sociedad esta ha sido desigualitaria y muy pocos se han impuestos sobre muchos. El modo en que lo han hecho ha sido más por la astucia que por fuerza. Los que creen que todo depende del poder también creen un cuento subsidiario, que la violencia es la que se impone. Esto al ser parcialmente cierto y postularse como absoluto termina siendo completamente falso. Se gobierna gracias a un tándem entre, según las palabras de Gramsci, violencia y fraude.
Como los que disponen del poder siempre son menos que quienes no el modo histórico, y no se ha descubierto otro, de ejercicio del poder consiste en reservarse el uso de la violencia sólo para casos extremos. Se gobierna gracias al engaño masivo, el rol que cumplen las religiones, los credos, los espectáculos de masa, es mucho más importantes políticamente que lo que la mayoría cree. Gracias a ello se mantiene ocupados y subyugados moral e intelectualmente a los muchos sin necesidad de amenazarlos con espadas.
Muchos olvidan que la voluntad de lucha lo es todo, que los pueblos oprimidos son aquellos en que se les ha destruido su voluntad de pelear. No es la técnica ni la riqueza la que separa a un pueblo oprimido de uno libre. Si es preciso luchar a muerte blandiremos una piedra y si no nos quedan piedras aniquilaremos al opresor a puñetazos o mordiscos.
Quienes gobiernan están avisados de la fragilidad de su poder y por lo mismo casi todo su tiempo lo dedican a ufanarse de una invulnerabilidad ilusoria, de presumir de aquello que carecen.
Al ser la voluntad de lucha lo que se intenta suprimir la violencia no cumple el rol que los ingenuos le atribuyen. El poder cuando mata o tortura no lo hace para matar o torturar a la víctima sino que para aniquilar la voluntad de lucha en las masas. Es por eso que para el poder es tan importante que las madres sufran y lloren en publico puesto que su dolor es un mensaje para las masas, para las otras madres, para los otros hijos.
Los cincuentamil ricos gobiernan, y gobiernan del modo en que lo hacen, porque cada vez que nos hemos acercado a arrebatarles el poder han dispuesto de modo efectivo y contundente de la violencia seguido por una campaña de aterrorizamiento.
Nací en una generación en que la voluntad de lucha se le había extirpado. Nunca supe mi lugar en ese grupo de zombies que son mis congéneres. Los brotes nuevos han tardado en llegar, esos mismos zombies han parido hijos gallardos, hermosos, valientes, que no le tienen miedo al miedo. Si temen a algo es a la policía, que aquí no es más que un ejército de ocupación, pero ese miedo no los inhibe.
Ha renacido la voluntad de lucha.
Saben que lo peor que les puede pasar es morir, ser encarcelado, quedar inválido. Son riesgos menores ante ser aniquilado desde adentro en la cobardía, en la abyecta condición de mísero asumido, de lamebotas a perpetuidad.
Es aquella voluntad de lucha, los dientes exhibidos al enemigo, lo que hace temblar a nuestra tiranía.
Como decía más arriba, poder no sólo es poder formal. El gobierno no sólo debe instituirse y entronizarse sino que además debe legitimarse en todo momento.
Que a este gobierno lo haya votado la mayoría más uno del electorado no significa que sea un gobierno legítimo necesariamente.
La calificación de tiránico no procede meramente del cumplimiento de algunos procedimientos, aunque deriven de normas que consideremos legales y vinculantes.
Aquello que los medios califican livianamente de conflictos de intereses son delitos graves. Aquello que denominan “irregularidades administrativas” son graves delitos que merecen cárcel, y si me apuran, azotes en la plaza pública.
Andrés Chadwick no sólo fue discípulo del golpista Jaime Guzmán y lamebotas de Pinochet, no sólo eso, comandó un grupo de fascistas que promovió todo tipo de tropelías en contra de sacerdotes disidentes a la dictadura. Todo eso podría quedar en el pasado, así como las barricadas de Longueira en Pudahuel evitando que Robert Kennedy arribara a Santiago en calidad de observador internacional, o las palizas comandadas por Allamand en sus tiempos de Patria y Libertad. No puede ser perdonado, ni absuelto, porque se trata de actos de los cuales se ufanan, se sienten orgullosos de haber atropellado la democracia y los derechos humanos.
Chadwick asume de ministro secretario general de la presidencia luego de que el conflicto educacional votara a la nieta de nazis y productora de semillas transgénicas Ena Von Baer. ¿Quién es Chadwick? Usted dirá que es el primo hermano de Piñera, sí, tiene razón, pero además es el presidente del directorio de la Universidad de las Américas, quizá la primera en la fila si se trata de formar a los peores planteles culpables de la crisis que en estos momentos tiene a dirigentes estudiantes presos y a otros en huelga de hambre.
Y si creemos que el problema es sólo este gobierno no nos olvidemos que el directorio de esa mal llamada universidad lo integra también el demócrata cristiano Genaro Arriagada así como los ministerios de educación anteriores fueron integrados por personas que comercian con la educación como Mariana Aylwin y Mónica Jimenez.
Siguiendo con los llamados “conflictos de interés”, el nuevo ministro de educación fue ministro de justicia, es decir, el encargado por ley de cerrar los 34 planteles universitarios que incumplen la ley de corporaciones y fundaciones sin fines de lucro, lucrando.
Siguen de ministros Larroulet y Lavin sin haber respondido criminalmente por haber lucrado de instituciones sin fines de lucro, las cuales, al recibir subsidios por la vía de exención de impuestos quiere decir que se han apropiado de fondos públicos defraudando tributariamente al fisco ¿Donde está el consejo de defensa del estado presentando las querellas pertinentes? ¿Qué ha dicho el servicio de impuestos internos?
Golborne no ha respondido por ingresar camiones con comida aprovechándose del terremoto, ni por haber desestimado las denuncias de los trabajadores de la mina San José un mes antes de que montaran el show del rescate, ni por tratar de privatizar CODELCO demoliendo su incuestionable solidez económica con una serie de actos que sólo pueden llamarse delictuales.
Podemos seguir con cada ministro y subsecretario, con el propio presidente, con un Hinzpeter que ni siquiera ha aclarado si es chileno o responde a los intereses económicos y militares de Israel, podemos seguir y llenar mil páginas con cargos criminales y sin embargo no tenemos un tribunal en donde presentarlos, ni tenemos una organización política que los reemplace en el poder.
El fiscal nacional, Sabas Chahuán, ha dado cabales pruebas de ser menos independiente al poder político y más complaciente con el económico que el mismísimo Guillermo Piedrabuena. Lo reitero, ni siquiera hablamos de corrupción, de lo que se trata es de respetar una norma no escrita en que a la casta de los intocables no se les procesa ni se los investiga por ningún acto, aunque sea el más grave.
Piñera recibió cuatro millones de votos para ser presidente, la mayoría de ellos de malas ganas, pero el país tiene más de DIECISIETE MILLONES de habitantes. ¿Alguien puede llamarle a eso un gobierno legítimo? Según las encuestas, del propio gobierno, y que sólo registra la opinión de los inscritos en los registros electorales (apenas un poco más de la mitad de los habitantes) Piñera tiene más rechazo que Pinochet en su peor momento, la mitad de los que votaron por él hoy se arrepienten en público y otros tantos lo hacen en privado.
Por meses este gobierno ha debido soportar marchas en todo el país, establecimientos educacionales tomados, todo un país movilizado, y el gobierno sigue en su sitio, inconmovible. No sólo eso, utiliza la carta del cambio de gabinete para ordenar su casa dándole el gusto al sector de ultraderecha de su gobierno, que es de ultraderecha, y que posee conflictos de interés tanto y más graves como los que inhabilitan a su gabinete original.
En un estado de derecho tal crisis haría funcionar a las instituciones de respaldo, aquellas que impiden que la crisis llegue a una guerra civil. Sin embargo en nuestro sistema legal, el que además no se respeta ni en la forma, no existe ninguna figura que permita distender la crisis.
Al ser un régimen presidencial, incluso presidencialista, Piñera no ha sido censurado por el parlamento, de hecho en nuestro país hay un congreso, no un parlamento, y no es más que un costoso adorno para que los incautos crean que esto es una democracia.
Como es una constitución escrita por golpistas, y para golpistas, no existe ninguna norma que permita llamar a un referéndum revocatorio o elecciones anticipadas.
Como es una constitución de golpistas, modificada, mejor dicho perfeccionada por los golpistas de la democracia cristiana, se amarró con una ley electoral que haría fracasar una elección anticipada de celebrarse. Como se trata de un gobierno ilegítimo, originariamente en el fondo y de ejercicio en forma y fondo, el que el presidente convoque a un plebiscito no tiene ningún sentido puesto que se irrogaría una soberanía que no detenta a la hora de formular una pregunta al país. Si no tiene potestad para gobernar tampoco la tiene para preguntar, de lo que sea, al pueblo.
El empeño de mantener al país privado de toda libertad, ajeno a cualquier precepto democrático, hace que no se disponga de una institucionalidad de emergencia que pueda descomprimir la crisis que existe en el país.
Tiranía.
Sólo un ius positivista de caricatura olvidaría la diferencia entre un gobierno legítimo y uno tiránico.
Recordemos que la separación entre formas puras e impuras de gobierno es tanto y más antigua que Platón. Pero no necesariamente se debe comparar a los gobiernos reales con reinos ideales, la teoría moderna de la insubordinación legítima la construyó Tomás de Aquino, santo de la iglesia católica, y para él la ilegitimidad de un gobierno no depende de lo escrito en el cielo sino de las condiciones objetivas. Si un gobierno produce más daño al pueblo que los que eventualmente se producirán al derrocarlo debe el pueblo insubordinarse y deponerlo. Fíjese que Aquino lo que pretende es absolver del pecado a quién se rebela, sin embargo con ello nos dice mucho, tanto que los iluministas se sirvieron de estos preceptos para construir las teorías del Estado que finalmente derrotaron a las monarquías cuando se hicieron revoluciones.
Es un asunto muy simple, el poder deriva del pueblo. Del jurista holandés Grotius se tomó el concepto de soberanía y se indagó sobre su fuente desmoronando el frágil castillo argumental de los monarcas. Los reyes reaccionaron ante las teorías modernas y laicas del gobierno, como la de Hobbes, y validaron su poder, no en los feudos, en las redes de confianza, lealtad y obediencia del medioevo, sino que en un mentado dios, ellos habían sido puestos en ese sitio por ese dios. Como según los católicos el papa era el representante de ese famoso dios, las teorías más sofisticadas vinieron de aquellos que se oponían al papa, es por ello que se trató por algunos años de sostener argumentalmente al gobierno laico sin más argumento que el poder hasta que finalmente eso socavó a tal punto los lugares comunes, y las confianzas, que las teorías políticas del iluminismo se impusieron pese a seguir siendo gobernados por monarquías los estados. Cuando caen los reyes también lo hacen las teorías que validan al poder apelando a ese dios, sin embargo la doctrina de Aquino goza de buena salud puesto que finalmente nos dice que en ciertos momentos hasta los más tibios se les debe exigir la osadía de insurrección pues nada causa más daño que una tiranía.
Si la soberanía reside en el pueblo, nuestra constitución pinochetista dice nación, para el caso es sólo una cuestión semántica, quiere decir que si el ochenta por ciento quiere satisfacer las demandas de los estudiantes el gobierno no puede ser un obstáculo de ello. No se trata aquí de democracia “si” o democracia “no”, se trata, una vez más, si se respetan o no las bases más caras de la convivencia humana.
Si un gobierno no logra responder a la simple pregunta de donde deriva su poder, el título que exhibe para ilegalizar manifestaciones públicas, para reprimir, para detener, para oponerse a la voluntad declarada de todo un país, quiere decir que ese gobierno sólo se sostiene por la fuerza. Y como se trata de una situación de fuerza se hace legítimo aplicar la fuerza que sea necesaria para expulsar a los usurpadores del poder.
Esta crisis no se resuelve con elecciones anticipadas porque la mayoría más uno del electorado, lo que es menos del 25% de la población, no votó a favor de Piñera sino que en contra de una mafia llamada Concertación que está esperando el momento para hacerse del poder como si fuera este un mero relevo.
El rígido sistema instaurado sólo da cabida al poder desnudo y esto convoca a la fuerza, a la violencia organizada, es la única salida.
La espera, el quedarse en los planteles sin alimentarse, esperando la clemencia del enemigo es un error. Si se quiere atentar contra la vida que sea de los otros, que sea en el cuerpo del enemigo no en el propio, esto porque este gobierno no tendrá contemplaciones en usar de un poder que carece de legitimidad para imponer su voluntad a balazos.
Deben saber que en momentos como estos estamos más allá de toda legalidad, que actos que en otras circunstancias podrían considerarse delitos hoy son un ejercicio de soberanía y ejemplo de heroísmo.
Piñera no caerá aunque marchemos millones en las calles. Se necesita algo más, se requiere que nos tomen en serio, así como gobiernan ellos por miedo necesitamos que ellos nos teman para vencer. Si no nos temen seguirán en su sitio, y más, negociarán una salida, un paracaídas de oro en donde queden todos tan bien parados como lo están ahora.
Si usted no entiende de que las condiciones están dadas para la rebelión es porque sólo ha posado como alguien de izquierda. Entramos a la fase decisiva en donde podemos asestar un golpe capaz de demoler el edificio que nos oprime, una oportunidad que se da sólo cada varias décadas, en nuestro caso dos centurias. Existe la posibilidad real de emanciparnos. Pero no olvide que los goles que no convertimos nos los convierten así que la única manera de evitar la contrarevolución es tomarse esta revolución en serio y vencer con todas sus letras.

Deje su Comentario Acerca del Blog

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Así que vos eris una de las células de las que hablaba el noruego. Tai re bien, won, sacaste trago.

Anónimo dijo...

-A contramano de lo que el sentido común asuma, el acero más resistente no es el más duro sino que el más flexible. Esto podría ser nada más que una curiosidad de la química o de sus aplicaciones en la ingeniería sino se relacionara con los sistemas sociales y jurídicos. Mientras más rígido sea un sistema más débil es; los sistemas más resistentes son los más flexibles...-

...qué manera de torcer los conceptos y la lógica; un análisis que comienza de esta manera está errado ( ya ) en sus conclusiones. Son cuestiones de inferencias mañosas y arbitrarias.

Por otro lado un poco aparte, según lo que he leido aquí, en otro ámbito torcido e interesadamente "justiciero", quizá le interese a usted está noticia, o talvez no, ya que el preso no era cubano...

http://www.telecinco.es/informativos/sociedad/noticia/1795273/Muere+un+preso+en+Teruel+que+estaba+en+huelga+de+hambre+desde+hace+5+meses


atentamente

María Tegui B.

Anónimo dijo...

Excelente escrito

Publicar un comentario

Deje su comentario o sugerencia, aunque no sea una crítica. A veces basta un saludo.
Vea los comentarios anteriores.

Otras Webs

Banner Fesal

Contador de visitas

Seguidores