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martes, 19 de mayo de 2009

Sus propuestas económicas.

Quizá en el artículo anterior fui muy duro con Marco Enriquez pero sus propuestas económicas validaron con creces lo que hasta entonces eran legítimas sospechas.

Desde una crítica ingenua Enriquez es un enviado de la derecha destinado a bloquear electoralmente a la izquierda y dañar las aspiraciones de Frei. Para pensar las cosas de ese modo es preciso identificar a la derecha, de modo antojadizo, con Piñera en vez que con Frei. Se trata de una especie razonamiento político geográfico estático: La derecha estaría situada, por ejemplo, en Brasil, la concertación en Argentina y nosotros en Chile. No podemos ser vecinos de Brasil pues entremedio está Argentina. La derecha no puede ser la concertación pues está entre nosotros y la derecha, y si consideramos que todo, allende los andes, es derecha, nos traicionaríamos pues cada pacto nos haría transar con ella.

Lo cierto es que los capitalistas buscan conservar y maximizar sus riquezas y si para ello es preciso se sirven de todo cuanto sea necesario. Ni Frei ni Piñera son los candidatos de la derecha si por derecha entendemos los intereses del capitalismo; pero está claro que cualquiera de ellos les es funcional a sus propósitos aunque el democrata cristiano nombre a connotados ex progresitas en cargos ministeriales.

¿Y Enriquez?

Pues Enriquez es la alternativa, la alternativa de Frei y Piñera tal cual un producto de consumo es sustituto de otro. Enriquez no sólo no ha evitado estrechar los incestuosos vínculos políticos y económicos sino que no ha tenido ningún pudor en hacerlos explícitos. Frei guarda a los Pickering y a los sátrapas de oceános azules debajo del catre, del mismo modo que Piñera debe extremar las normas de etiqueta para que no se confunda su apellido con Piraña. Enriquez en cambio no tiene problemas de exhibir a su equipo económico sacado de una novela de Mario Puzo, el que, más piraña que el propio Piñera ha propuesto sin empacho colocar la bandera de la inversión privada en lo que nos queda de sector público.

Tan escandalosas han sido sus propuesta que hasta la propia Evelyn Mathey las rechazó de plano: Las denominó un Tutti Fruti entre Carlos Ominami y Paul Fontaine.

La exención de impuestos a las personas y el aumento al de las empresas deja todo en el mismo sitio, del mismo modo que el marginal aumento del royalty no es más que un fraude de etiquetas.

Por otra parte la propuesta de privatización sobre el loable pretexto de la transparencia es falaz desde el prisma en que se lo juzgue:

¿Qué fin puede perseguir un inversor en un negocio tan regulado y en que su modesta participación (5 o 10%) no le permitiría ni siquiera custodiar adecuadamente sus intereses?

Obviamente que se propone que esos minoritarios inversores posean atribuciones desmedidas, incluso determinantes, en claro desbalance de sus aportes. La medida se escudaría en el argumento de "nadie va invertir si no le damos esas facultades" y también "todo es por la transparencia".

El falso altruismo queda en evidencia cuando se valora ese cinco por ciento de CODELCO en menos de dos mil millones de dólares cuando según cálculos conservadores valdría ocho veces más sin considerar las reservas de oro y molibdeno. Es decir se quiere vender una pequeña parte de CODELCO, a precio de ganga, para que el fisco reciba dinero que en este momento no necesita, pues dispone de excedentes depositados en el extranjero, abriendo la brecha de la principal empresa pública del país a las patentes de corso del sistema privado, sin lugar a dudas el lugar menos transparente del mundo. Esto no es otra cosa que colocar una quinta columna del ejército macroempresarial en CODELCO.

Si el objetivo no es en sí mismo la privatización sino que la transparencia ¿Porqué no propone Enriquez mejor que nacionalicemos un diez por ciento de los Bancos, las ISAPRE, las AFP y un cinco por ciento de la gran minería del cobre, del hierro y del oro? ¿Por que no se nacionalizan coutas similares de los colegios y de las universidades privadas para que el Estado pueda al menos controlarlos en tanto pequeño propietario?

Desde luego que el fin buscado no es ni la transparencia menos la custodia de las arcas públicas.

Enriquez, tal cual su padre adoptivo el renovado Carlos Ominami, se ha propuesto la privatización de la gran minería del Cobre y cuesta pensar que existan otros fines que los privados para que eso ocurra. Gracias a los buenos oficios del senador Ominami se privatizaron los dos tercios de la gran minería cuprífera durante la concertación. El camino duramente avanzado por Frei Montalva y Allende fue desandado rápidamente por Aylwin, Frei hijo, Lagos y Bachelet.

Las propuestas de Enriquez son tan aberrantes como las de Frei Ruiz Tagle y Piñera, en ese sentido son la alternativa. Tal cual ellas es absurdo siquiera plantear cual de ellas es más de derecha o más de izquierda pues todas no son más que opciones autoritarias populistas destinadas a agazajar una vez más a la clase macroempresarial. La única diferencia es que los dos primeros intentan embaucar a los mismos de siempre mediante sus burdos tecitos, carteles y puerta a puerta y Enriquez, a cuantos incautos les pueda restar a cada uno de ellos.

Discutir si afectará a Frei o a Piñera también lo es y por lo mismo si responde a una conspiración concertacionista o aliancista, lo claro es que nos afecta, y afectará, nuevamente a todos nosotros.

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