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miércoles, 13 de mayo de 2009


Que no se entienda con estas palabras que conspiro en contra de las movilizaciones de los universitarios, pero creo oportuno decir unas cuantas cosas que por lealtad mal entendida no suelen mencionarse.

Las clases comienzan en marzo y es un muy buen momento para descansar de las largas vacaciones y reencontrase con los compañeros de curso. Tanto el estudio como la conciencia social se posterga para más tarde.

En abril la desidia de marzo pasa la cuenta y es preciso atender a los estudios de modo sistemático, las actividades políticas se retoman y recién se lee lo último escrito en la agenda a finales de mayo del año anterior. Luego de una serie de luchas intestinas, matizadas con comentarios de pasillos, confección de trípticos y pegadas de carteles, recién a finales de abril se ha elegido una directiva. Los alumnos de primer año, prestos a mimetizarse en el nuevo medio, son los más entusiastas tanto en las movilizaciones como en las elecciones por lo tanto aquellos que convenzan a los mechones obtienen el poder.

Como es preciso corresponder con la imagen mítica de los universitarios como fuerza política relevante, y hasta determinante según algunos afiebrados, entre finales de abril y principios de mayo comienza la temporada de movilizaciones universitarias la que dura hasta un par de días después del 21 de Mayo o se extiende según la llegada de las lluvias en la zona central.

Es un asunto delicado mencionar esta situación pues puede entenderse como un menosprecio a los legítimos anhelos de cambio social en una fracción de la población que constantemente es cuestionada por su falta de participación, pero es preciso decir esto pues es criminal seguir callando.

Entre diez y quince años de retardo tienen los universitarios en sus demandas, y entre cuarenta y cincuenta años en sus métodos de lucha.

A principios de los noventa peleaban contra Pinochet, a mediados de los noventa en contra de las universidades privadas. El lucro en la educación y la falta de calidad les llegó como un rayo en sus cabezas luego que los estudiantes secundarios realizaran su conocida rebelión.

Los universitarios continúan venerando las formas antes que los contenidos, y como año a año se hacen cada vez más elitistas los planteles impostan un rol mesiánico, caritativo en su organización política. Siguen tolerando que entre sus demandas se filtren mezquinos intereses del colegio de profesores, o de la decadente izquierda tradicional, o que se los utilice por el gobierno de expertos mediadores como en la rebelión de los pingüinos.

Hugo Latorre, en el Paskin de Rancagua, hace unos días recordaba el indecente rol que cumplió la ANEF y el Colegio de Profesores en la rebelión de los pinguinos, cuando ellos agotados tras meses de luchas los convocaron para que ocuparan las grandes alamedas. Muchos niños, de quince años, se sintieron tanto y más solos que Allende en la moneda pues sus bronquitis y resfriados pasaron pero el dolor de sentirse traicionados por todo un país nunca.

Complemento la información de Latorre, el indecente rol también lo cumplió la FECH, la CONFECH y todas las organizaciones universitarias. Sólo se sumaron a las movilizaciones cuando hasta la UDI las apoyaba, y su modo de apoyar fue debilitando la organización espontánea de los secundarios mediante sus monsergas cuando repartían mercadería por los liceos tomados. Ningún apoyo concreto, ninguna idea, menos cuando era preciso parar al país para que no ocurriera lo que hoy pasa: Que nos cambiaron una ley de educación mala por otra peor.

Figurines, testaferros, izquierdistas de oportunidad, de escaparate, que aprovechan estas oportunidades para hacer contactos que les permitan vivir el resto de sus vidas del fisco o de instituciones internacionales. Ese es el perfil de los revolucionarios de escritorio que pululan en las universidades y que entre finales de abril y finales de mayo desfilan con carteles en las manos.

Si le quedan dudas por favor lea esta carta, enviada por los dirigentes universitarios a la Presidenta Bachelet.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

de acuerdo

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