Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.
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viernes, 17 de julio de 2009
Sicarios de la Imagen.
11:49 a.m. | Publicadas por
azeta |
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Sacerdotes, Profesores y Rostros.
El sistema no es democrático, pero qué duda cabe de que es popular. Aunque nos duela los habitantes de un territorio, en general, con sus acciones u omisiones validan a sus gobiernos.
La ignorancia no es un buen argumento para los demócratas pues conduce a la antidemocrática pretensión de una cruzada educativa. Ya que todo sistema de socialización es coherente con dicha sociedad, los sistemas educativos con los que técnicamente la modernidad ha asumido la socialización y resocialización de sus ciudadanos, están destinados a imprimir los valores liberales y capitalistas, y las competencias técnicas suficientes para asumir tareas alienadas dentro de la organización. Ni más ni menos.
Una educación en libertad, por ejemplo, es falaz en la medida que toda socialización será la impresión de un sistema en específico; educar a las personas para que no sean manipuladas por las imágenes sería dotar de competencias ajenas al sistema en una instancia individual crucial para la sustentación colectiva. Educar de otra forma es producir ciudadanos diversos con otros comportamientos esperables, pero en ningún caso dar las condiciones para que aflore la verdadera esencia individual, por lo cual el sistema nunca podría ser auténticamente democrático en un sentido lato. Que todos los individuos adquieran aptitudes para realizar un juicio crítico, o a lo menos informado, de los hechos, requisito mínimo para la toma de decisiones, haría imposible la utilización de estas personas como mercancía por otros o como aparatos de consumo de chucherías.
Por lo tanto el sistema no es democrático pues las decisiones colectivas no son asumidas por la mayoría sino que por una fracción de la minoría instruida, los que disponen de poder. Sin embargo el sistema es popular porque suscita la aquiescencia de la población. Para realizar esto la minoría instruida y poderosa no precisa de manipular o de lavar el cerebro pues ya la educación, impresión del marco cultural requerido en un sujeto cautivo (el niño), lo ha hecho. Las campañas comunicacionales, con las cuales los gobiernos parodian groseramente la publicación de información para la toma de decisiones colectivas, no se dirigen a manipular a sujetos libres, a personas con juicio crítico, que disciernen, sino que actúan en el descampado de la precariedad educacional según unos, o de la prefiguración cultural de las audiencias siendo más riguroso.
El poder nunca se ha ejercido del modo en que muestra Hollywood la antigüedad o el medioevo. Jamás el poder estatal se ha ejercido de un modo radicalmente distinto al de ahora. Del mismo modo en que hoy se gobierna a siete mil millones de personas se gobernaba antes a treinta mil. Las fantasías a medida del macartismo como Ben Hur son absurdas: El costo de mantener a un esclavo azotando a Charlton Heston por casi la mitad del film habría minado la productividad del imperio romano. Todas las sociedades, incluso la Maya y la Rapa Nui fueron sustentables, al menos durante mucho tiempo; suficientes generaciones como para que se consolidara una cultura propia, un lenguaje y una arquitectura.
El terror ha sido un componente esencial pero nunca ha primado por sobre otros elementos indispensables para el control en un sistema jerarquizado (o sociedad de clases utilizando un término menos apropiado pero más generalizado). Control económico, de la producción, del acopio de elementos básicos o su distribución (agua, tierra cultivable, granos); control policial mediante el uso de la fuerza, por lo general monopolizada, en contra de aquellos que obstaculicen el gobierno; control cultural mediante la socialización de los infantes, ya la misma alfabetización configura los límites del juicio pues éste depende el entendimiento, y mediante la inculcación de los mitos que de un modo general podríamos llamar evangelización.
De este modo las ordenes gubernamentales casi nunca se asumen arbitrarias o injustas aunque lo sean, pues los límites de la comprensión de lo injusto y lo arbitrario ya están cegados. Los enemigos del gobernante serán los del sistema todo por ende de los propios ciudadanos. Los deseos de los individuos ya han sido pre configurados por la socialización por lo que el gobierno puede seducir sin obstáculos. El único límite para el gobernante es no romper estos frágiles equilibrios, todo lo demás le está permitido.
De este modo nuestra democracia representativa dentro de una economía de mercado, de producción y consumo intensivo, insostenible a largo plazo e inclusive a mediano plazo, aún es gobernable y lo será hasta el momento mismo del colapso. Los avisos de los instruidos carentes de poder entran por un oído y salen por el otro de cada uno de los auditores; esta información no es popular, y esto no sucede porque no sea publica, no circule, exista censura o manipulación, sencillamente no es comprendida o no es querida por los ciudadanos ya que cada uno de ellos ha sido prefigurado culturalmente, socializado, normalizado. El juicio crítico no sólo es disfuncional sino que es rechazado por los individuos avocados a tareas alienadas, pequeñas desgracias personales que consumen su tiempo como trabajar para consumir, aparearse, buscar estatus dentro del estrecho margen de su entorno, y adquirir cosas como amantes o hijos. Esa lucha por el día a día de los individuos sustenta metafísicamente su instrumentalizada cotidianeidad y los deseos que la sustentan son construidos por el sistema en él al socializarlo, pues o no son innatos o se dirige lo animal para que sea apto a lo sistémico. Esos mismos deseos, en parte animales y en parte socialmente construidos, son la plataforma sobre la cual el gobierno se “comunica” con sus súbditos, es decir, les ordena amigablemente. Sólo en casos extremos se llama a la caballería pues su uso intensivo es contraproducente, hace más inestable al sistema, y es prescindible desde el momento en que el gobernante dispone de las claves para seducir a los súbditos.
Es así como el sistema consigue ser al mismo tiempo antidemocrático, opresivo, pero popular. Tal cual los feligreses que de rodilla peregrinan a lo Vasquez o de guata hacia la Tirana (vaya nombre para una virgen), los súbditos no sólo reciben con estoicismo la función que les atribuye su gobernante sino que como un designio, con júbilo pues se trata de un privilegio, de un honor, como las viudas de los mártires de la patria.
Así que la campaña de las “AFP” o de los “Mineros de Chile” no son comprendidas como macabras burlas que ameriten una revuelta social. Mientras las AFP roban de lo lindo, sea directamente o mediante el sistema bursátil que sostiene nuestra economía hood robín (que roba a los pobres para darle a los ricos), y los “Mineros de Chile” se llevan nuestro mineral pagando menos impuesto que las tabacaleras, connotados rostros, sicarios de la imagen, venden una credibilidad construida sobre la base de puros instintos pueriles, se arriendan para lavarles el rostro. Francisca Imboden dedicada a limpiar la imagen de las farmacias oligópólicas, Sergio Lagos a los usureros del retail, y ahora Julio Jung y Delfina Guzmán para dorar la píldora de los afiliados de las AFP.
Delfina Guzman, que a sus años aún no se jubila, hace un par de meses se quejaba de que el avión que la transportaba a cuerpo de reina a Rusia había quedado en pana en las Canarias, un avión pagado ¡con nuestros impuestos! Su hijito, el hippie pije Eyzaguirre, quien popularizó el término hood robin, se dedica precisamente a eso en el banco mundial y con la chorrera de plata que gana le alcanza y le sobra para impedir que su madre siga profitando de la candidez patria pero no hace nada por impedirlo: ¿No será hora que se amarre las manos la señora Guzmán?
La ignorancia no es un buen argumento para los demócratas pues conduce a la antidemocrática pretensión de una cruzada educativa. Ya que todo sistema de socialización es coherente con dicha sociedad, los sistemas educativos con los que técnicamente la modernidad ha asumido la socialización y resocialización de sus ciudadanos, están destinados a imprimir los valores liberales y capitalistas, y las competencias técnicas suficientes para asumir tareas alienadas dentro de la organización. Ni más ni menos.
Una educación en libertad, por ejemplo, es falaz en la medida que toda socialización será la impresión de un sistema en específico; educar a las personas para que no sean manipuladas por las imágenes sería dotar de competencias ajenas al sistema en una instancia individual crucial para la sustentación colectiva. Educar de otra forma es producir ciudadanos diversos con otros comportamientos esperables, pero en ningún caso dar las condiciones para que aflore la verdadera esencia individual, por lo cual el sistema nunca podría ser auténticamente democrático en un sentido lato. Que todos los individuos adquieran aptitudes para realizar un juicio crítico, o a lo menos informado, de los hechos, requisito mínimo para la toma de decisiones, haría imposible la utilización de estas personas como mercancía por otros o como aparatos de consumo de chucherías.
Por lo tanto el sistema no es democrático pues las decisiones colectivas no son asumidas por la mayoría sino que por una fracción de la minoría instruida, los que disponen de poder. Sin embargo el sistema es popular porque suscita la aquiescencia de la población. Para realizar esto la minoría instruida y poderosa no precisa de manipular o de lavar el cerebro pues ya la educación, impresión del marco cultural requerido en un sujeto cautivo (el niño), lo ha hecho. Las campañas comunicacionales, con las cuales los gobiernos parodian groseramente la publicación de información para la toma de decisiones colectivas, no se dirigen a manipular a sujetos libres, a personas con juicio crítico, que disciernen, sino que actúan en el descampado de la precariedad educacional según unos, o de la prefiguración cultural de las audiencias siendo más riguroso.
El poder nunca se ha ejercido del modo en que muestra Hollywood la antigüedad o el medioevo. Jamás el poder estatal se ha ejercido de un modo radicalmente distinto al de ahora. Del mismo modo en que hoy se gobierna a siete mil millones de personas se gobernaba antes a treinta mil. Las fantasías a medida del macartismo como Ben Hur son absurdas: El costo de mantener a un esclavo azotando a Charlton Heston por casi la mitad del film habría minado la productividad del imperio romano. Todas las sociedades, incluso la Maya y la Rapa Nui fueron sustentables, al menos durante mucho tiempo; suficientes generaciones como para que se consolidara una cultura propia, un lenguaje y una arquitectura.
El terror ha sido un componente esencial pero nunca ha primado por sobre otros elementos indispensables para el control en un sistema jerarquizado (o sociedad de clases utilizando un término menos apropiado pero más generalizado). Control económico, de la producción, del acopio de elementos básicos o su distribución (agua, tierra cultivable, granos); control policial mediante el uso de la fuerza, por lo general monopolizada, en contra de aquellos que obstaculicen el gobierno; control cultural mediante la socialización de los infantes, ya la misma alfabetización configura los límites del juicio pues éste depende el entendimiento, y mediante la inculcación de los mitos que de un modo general podríamos llamar evangelización.
De este modo las ordenes gubernamentales casi nunca se asumen arbitrarias o injustas aunque lo sean, pues los límites de la comprensión de lo injusto y lo arbitrario ya están cegados. Los enemigos del gobernante serán los del sistema todo por ende de los propios ciudadanos. Los deseos de los individuos ya han sido pre configurados por la socialización por lo que el gobierno puede seducir sin obstáculos. El único límite para el gobernante es no romper estos frágiles equilibrios, todo lo demás le está permitido.
De este modo nuestra democracia representativa dentro de una economía de mercado, de producción y consumo intensivo, insostenible a largo plazo e inclusive a mediano plazo, aún es gobernable y lo será hasta el momento mismo del colapso. Los avisos de los instruidos carentes de poder entran por un oído y salen por el otro de cada uno de los auditores; esta información no es popular, y esto no sucede porque no sea publica, no circule, exista censura o manipulación, sencillamente no es comprendida o no es querida por los ciudadanos ya que cada uno de ellos ha sido prefigurado culturalmente, socializado, normalizado. El juicio crítico no sólo es disfuncional sino que es rechazado por los individuos avocados a tareas alienadas, pequeñas desgracias personales que consumen su tiempo como trabajar para consumir, aparearse, buscar estatus dentro del estrecho margen de su entorno, y adquirir cosas como amantes o hijos. Esa lucha por el día a día de los individuos sustenta metafísicamente su instrumentalizada cotidianeidad y los deseos que la sustentan son construidos por el sistema en él al socializarlo, pues o no son innatos o se dirige lo animal para que sea apto a lo sistémico. Esos mismos deseos, en parte animales y en parte socialmente construidos, son la plataforma sobre la cual el gobierno se “comunica” con sus súbditos, es decir, les ordena amigablemente. Sólo en casos extremos se llama a la caballería pues su uso intensivo es contraproducente, hace más inestable al sistema, y es prescindible desde el momento en que el gobernante dispone de las claves para seducir a los súbditos.
Es así como el sistema consigue ser al mismo tiempo antidemocrático, opresivo, pero popular. Tal cual los feligreses que de rodilla peregrinan a lo Vasquez o de guata hacia la Tirana (vaya nombre para una virgen), los súbditos no sólo reciben con estoicismo la función que les atribuye su gobernante sino que como un designio, con júbilo pues se trata de un privilegio, de un honor, como las viudas de los mártires de la patria.
Así que la campaña de las “AFP” o de los “Mineros de Chile” no son comprendidas como macabras burlas que ameriten una revuelta social. Mientras las AFP roban de lo lindo, sea directamente o mediante el sistema bursátil que sostiene nuestra economía hood robín (que roba a los pobres para darle a los ricos), y los “Mineros de Chile” se llevan nuestro mineral pagando menos impuesto que las tabacaleras, connotados rostros, sicarios de la imagen, venden una credibilidad construida sobre la base de puros instintos pueriles, se arriendan para lavarles el rostro. Francisca Imboden dedicada a limpiar la imagen de las farmacias oligópólicas, Sergio Lagos a los usureros del retail, y ahora Julio Jung y Delfina Guzmán para dorar la píldora de los afiliados de las AFP.
Delfina Guzman, que a sus años aún no se jubila, hace un par de meses se quejaba de que el avión que la transportaba a cuerpo de reina a Rusia había quedado en pana en las Canarias, un avión pagado ¡con nuestros impuestos! Su hijito, el hippie pije Eyzaguirre, quien popularizó el término hood robin, se dedica precisamente a eso en el banco mundial y con la chorrera de plata que gana le alcanza y le sobra para impedir que su madre siga profitando de la candidez patria pero no hace nada por impedirlo: ¿No será hora que se amarre las manos la señora Guzmán?
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2 comentarios:
Comprendo que el sistema sea popular y a la vez sostenido sobre la doctrina de los "doce juegos", que tan bien se explica en el baile de los que sobran de los Prisioneros.
Mencionas que existen unos "instruidos carentes de poder" cuyas protestas se difuman inaudibles. A menos que sea una instrucción por fuera de la sistémica, un tipo de instrucción alternativa, no veo cómo alguien podría criticar aquello que lo ha formado.
Muy bueno el blog y los temas que abordas, este es particularmente sensible, pues todos hemos tenido que pasar años por la educación, que es además un derecho impuesto. Y a modo de un bautizo abusivo, nadie te pregunta si lo deseas.
Salud!
das en el punto de falla de esta tesis, y lo que a veces la hace incomprensible: Podría entenderse que así como fuimos formados somos pero eso no explicaría ni tu blog ni el mio ni muchas otras cuestiones. Cuesta comprender el cambio si sólo somos lo construido por otros. Pero esos otros para llegar a ser, inclusive, para llegar a ser entes biológicos superando lo mineral, tuvieron que trasgredir esa naturaleza constitutiva. Bakunin tenía razón, lo esencial es la rebeldía. Esto trato de explicarlo en una entrada de que se llama "libertad natural",
un abrazo
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