Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.
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Cuatro Años más de Soporífero Consenso.
Por debajo de la mesa.
Pinochet luego de perder el plebiscito del 88', accedió a las demandas reformistas de la concertación sujeto a una apurada y aprobada de antemano consulta popular. La moneda de cambio se desconoce aunque nadie afirmaría que se trató de un gesto de grandeza, patriotismo o altruismo del dictador. Podemos especular que el pago de la concertación fue el silencio y el compromiso de no mecer el bote durante la perpetua “transición”.
Honrando dicho acuerdo secreto la concertación echó tierra y cal sobre todos y cada unos de los crímenes de la dictadura, en especial sobre los económicos, y consumó una serie de delitos continuados como el subsidio al duopolio de la prensa (mercurio-copesa), la destrucción de los medios propios y la desmovilización de sus cuadros.
El “caso Letelier” obligó a ofrecer una cabeza importante para que rodara, era nada menos que los EEUU quienes solicitaban una retribución ejemplarizadora. Aquello abrió un boquerón que aún no se cierra, el interés de Aylwin era que se olvidara todo una vez que Raúl Retig le entregara el informe que le fue encomendado, desde entonces se recurre falazmente a la tantas veces vulnerada independencia de nuestros tribunales en procura que el tiempo pase y los querellantes se aburran.
Pero los delitos económicos, fundamentalmente aquellos perpetrados durante la privatización de un hipertrofiado sistema de empresas públicas, quedaron por siempre olvidados. Por lo tanto el Pinochet asequible a los acuerdos del 89' estaba motivado por un pago; no se trataba de una capitulación como se nos quiere decir. El senil dictador asumiría como comandante en jefe de un ejército ultra politizado, por lo tanto sería él por sí mismo (o por interpósitos testaferros) el “garante de la institucionalidad”. Sería una especie de monarca, dedicado solamente a la alta política, y como fachada ocuparía un cargo burocrático al mando del ejército. En calidad de cogobernante Pinochet se comprometió a no hacerle olitas a Aylwin, siempre y cuando éste actuara en reciprocidad. Como un matrimonio en crisis dormirían en la misma cama exagerando esfuerzos por no rozarse.
¿En qué consiste la política de los acuerdos de Piñera? ¿Cuál es la moneda de cambio?
Piñera quiere un acuerdo con la concertación, un aglomerado de viejas meretrices capaces de sellar y respetar acuerdos con dioses y diablos, el único requerimiento, moral o estrategia es ganar algo, una ventaja, una mordía, una colita. El presidente electo prefiere mil veces consolidar un modus vivendi con estos mercaderes del verbo que con sus obstinados aliados de la derecha; el integrismo cristiano de los UDI lo hará tropezar más de una vez. Piñera ha sufrido en carne propia por estas malas juntas, y su gobierno lo debe estructurar a sabiendas que la oposición de la cual debe precaverse es de la interna.
Por otra parte si la concertación quiere, puede frustrar todas y cada una de sus políticas ya que posee las redes sociales para hacerlo y del poder político del congreso nacional.
¿Qué ganaría la concertación en este pacto con Piñera?
No será la grandeza de los escalonas o sus sucedáneos -coligados con los Marco Enriquez Gumucio y los Jorge Arrate Mc Niven- ni su patriotismo o su madurez cívica. Ejercerán una oposición mediática, al estilo Moreira de día domingo de febrero. Duras palabras, vituperaciones al por mayor, acusaciones, exhortaciones, el dedo de Lagos recargado y manicurado. Pero, “por debajo de la mesa”, actuarán en connivencia con Piñera.
¿Porqué? ¿Por conseguir alguno del millón de empleos prometidos?
No, estas ratas siempre encuentran madera para roer, la cesantía no será un padecimiento.
La única moneda de cambio que puede usar Piñera con ellos y que no le implique un desastre financiero (pues coimear a este tipo de personajes es demasiado caro) es ofrecer lo mismo que su ex camarada Patricio Aylwin Azocar: Mirar para el costado, silenciar y olvidar.
¿Olvidar qué? Las millones de “irregularidades administrativas” que aparecerán como gusanos en la carne putrefacta en cuanto algún funcionario medianamente competente, y sin filiación concertacionista, se dé a la tarea de sumar y restar. Malversaciones cubiertas con nuevas malversaciones, gimnasia bancaria y palaciega que bastaría para encarcelar a una centena de “distinguidas autoridades”.
Piñera guardará silencio, los escalonas apoyarán a su gobierno “lealmente”, secuestrados por sus propias tropelías, mientras por los medios representarán el papel de exaltados opositores.
Bostecemos de inmediato, se nos vienen cuatro años más de aburrida política de los consensos.
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