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miércoles, 19 de mayo de 2010

El circulo rojo y negro a una Legua del centro de Santiago.

Por Ariel Zúñiga Núñez


Artículo escrito hace casi diez años, en la época de VICSO (Mayo de 2002), encargado por el Centro de Estudios de Seguridad Ciudadana de la Universidad de Chile (INAP). De más está decir que nunca se publicó y luego de un par de semanas fui despedido. Es bueno recordar esto cuando la concertación sólo ve su ombligo y olvida cuánto mintió, ocultó información y desmovilizó a las bases que luego convocó a defenderla con la excusa del mal menor. Trabajo realizado bajo el síndrome de Cassandra.


Las imágenes televisivas de ese día hablan [1] por sí solas: Carabineros por todas partes, lanzando personas de sus casas, éstas, aún aturdidas, se disculpan ante las cámaras diciendo "no somos delincuentes"; un juez recorre las calles y declara que no han encontrado los túneles, que los rastrean por satélite, que se está limpiando ésta población de los narcotraficantes que la denigran.

Después de la tempestad, la calma, pero sólo para quienes no vivimos en la Legua. No somos nosotros - son ellos- los que no serán contratados en el próximo empleo por vivir en el lugar en que nacieron y que serán considerados de antemano delincuentes si traspasan las invisibles murallas del gueto.

"Dijeron que allí se escondían armas. ¿Porqué en vez de buscar armas no buscan quiénes son los que las venden, o quién les vende las balas? Ellos mismos deberían revisarse, la policía, los jueces, y después salir a la calle a revisar a los demás. ¡Con qué moral vienen a molestar a los trabajadores de La Legua!" [2].

El último libro del profesor de Berkeley Loïc Wacquant, Parias Urbanos [3], recopila artículos de éste escritos entre 1991 y 1999. Al leerlos uno quisiera que se tratara tan solo de una alucinación primermundista y estar inmune a sus lúcidas explicaciones ante la emergencia de la Seguridad Ciudadana en la discusión pública. La conclusión de Wacquant es la siguiente: La sociedad capitalista posindustrial requiere cada vez menos mano de obra por tanto surgen numerosas categorías de personas de la cuales "la sociedad no hace ningún uso político ni económico de ellos", éstas personas son acopiadas en un reservorio que el denomina "hipergueto" y en él, libradas a su suerte. De éste hipergueto no hay salida más que la cárcel ya que la sociedad se preocupa en estigmatizarlos y ellos en diferenciarse de la sociedad que los rechaza como única identificación posible.

La situación de carenciados y acopiados posibilita tan solo tres posibilidades de ingresos económicos para el habitante del gueto: La primera y más importante es el ingreso que proviene del Estado; la segunda es la economía informal, la que siempre se encuentra fuera de la ley sea ésta sanitaria, tributaria o legal; la tercera es la distribución violenta de los pocos bienes existentes dentro del gueto por medio de la misma economía exterior pero en un contexto en que existen necesidades mayores y bienes más escasos. El aumento de la violencia en el primer mundo – según Wacquant- se explicaría por la guetificación, la retirada del Estado como sustentador del gueto (Estado providencia) [4] y un nuevo rol que asume el estado para contener penalmente a éste reservorio (Estado penitencia).

Que el Estado deje de proveer de sustento económico a los habitantes de los sectores marginados o que en ello se invierta una suma mucho menor que en castigarlos, explica el aumento de la economía informal de la venta de drogas y el aumento de la violencia al interior del gueto. La droga es una posibilidad de conseguir ingresos pero todo ingreso que se consigue es menor en comparación a las necesidades de los habitantes del gueto: Esto lleva a que aumente la delincuencia propietaria de poca monta en las que el actor como la víctima son habitantes del gueto.

Esto se ve reforzado cuando el habitante del gueto no puede salir de él ya que de inmediato sería detenido como sospechoso y a la vez la policía no ingresa al gueto sino para castigar a individuos sospechosos de haber delinquido fuera del mismo.

El estado se retira para los habitantes, del gueto, pero se refuerza en sus fronteras para contener su efervescente marginación. Esta marginación se gestiona además endureciendo su sistema penal con lo que se consigue encarcelar a más personas aumentando la demanda por centros de detención: Esto permite que la política de vivienda del Estado varíe desde la vivienda social a la cárcel, un lugar más barato y más rentable de acopio de los nuevos pobres [5]. Este endurecimiento del Estado - que algunos llamarían criminalización de la pobreza [6]- es correlativo al aumento de la riqueza y ello explica en porqué los mayores índices de violencia y encarcelamiento sean donde la brecha entre opulencia y miseria sean los más altos como en Nueva York y Hamburgo.

El pensamiento de Wacquant no es posible importarlo a Chile sin previamente aplicar la siguiente corrección monetaria: Primero, la unidad de análisis de Wacquant es muy limitada (Estados Unidos, Europa, la ciudad de Chicago, el gueto) lo que impide observar de qué manera este cambio del Estado del primer mundo se relaciona con lo que sucede en el “sistema mundo [7]”; segundo, la relación raza- marginación en Chile adquiere formas muy distintas a los Estados Unidos (Los Afroamericanos) o Francia (Argelinos o Norafricanos, llamados también magrebíes [8] ) y aún no cabalmente estudiadas por las ciencias sociales dentro del ámbito urbano [9]; tercero, en Chile no es posible observar el tránsito Estado providencia a Estado Penitencia ya que Chile no tuvo un Welfare o éste fue muy disímil a lo ocurrido en el primer mundo y la intensidad del control social formal para la población marginada no ha variado sustancialmente de la dictadura militar hasta la fecha sino que sólo se ha dejado de marginalizar a sectores por sus tendencias políticas. El desempleo tampoco es producto de la desindustrialización sino que de una industrialización inacabada; la última prevención es que no se puede verificar éste modelo explicativo en nuestro país no porque no exista la guetificación sino porque en Chile la delincuencia se ha mantenido estable en los últimos veinte años y así también la tasa de homicidios, que dicho sea de paso es la más baja de Latinoamérica y cinco veces menor al promedio regional. Siendo así es interesante observar que los niveles de miedo a la delincuencia de parte de la población son comparables a los de las ciudades más violentas de América y que la población penal se haya triplicado en las últimas dos décadas [10].

Lo anterior se encuentra ligado a un crecimiento sostenido de la economía, aumento de la brecha entre ricos y pobres y una deseguritización social.

En fin, Wacquant se ha convertido en una lectura indispensable en éstos momentos de Insegurización Ciudadana - más aún cuando en Chile nos encontramos con una privatización carcelaria en ciernes - no para importar la última novedad de Paris al debate público sino que para comenzar a racionalizar la discusión acerca de la violencia urbana y el control Estatal.


Notas:

[1] Operativos en la población La Legua de la comuna de San Joaquín en Santiago en busca de “cavidades sospechosas” (desde el 7 al 9 de Enero del 2002). Hay que mencionar que se han efectuado operativos policiales similares en varias oportunidades (Octubre del 2001 y el 8 de Enero de 1998)

[2] Mercurio. Cuerpo D, pág 6 11 de Ocubre del 2001: “La Legua por Recorrer”.

[3] Loïc Wacquant, “Parias urbanos. Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio”. Manantial 2001.

[4] La retirada del estado providencia y el tránsito en el estado penitencia lo trata el autor con más detalle en “Las cárceles de la Miseria”.

[5] Loïc Wacquant: Las cárceles de la miseria. Manantial, 2000, 192 pág.

[6] Por ejemplo: Zygmunt Bauman, Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Barcelona, Gedisa, 2000.

[7] Wallerstein, I. [1991] (1998): Impensar las ciencias sociales. Siglo XXI. México.

[8] Expresado de modo magistral en el filme el Odio, o la Haine de Mathieu Kassovitz.

[9] Me refiero a un estudio que problematice no solo la relación de los pueblos indígenas con el huinca sino a la influencia del fenotipo en la marginación v.gr El Punga. (Hoy llamado el flaite)

[10] Para cuando se escribió este artículo la población penal era de 38.000 personas, hoy, sin que haya aumentando la población total del país, es de casi 55.000, la tercera más alta de América en términos relativos (sólo Cuba y EEUU nos superan), y en términos brutos es la cuarta ya que Brasil posee el doble de presos para diez veces más habitantes. A nivel mundial Chile está dentro de los diez países con más presos, en dicha lista sólo los EEUU y Chile son considerados una democracia liberal.



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3 comentarios:

Von Pathoven dijo...

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Lo siento mucho; pero los referentes que tomas, más me parecen un intento de mostrar “en qué ando yo” a nivel de lectura y conocimientos, que dar cuenta lo que realmente está pasando con la « marginación » y, menos, con la « delincuencia », nociones absolutamente distintas en su trato y control, por estos lugares del desencanto y la joda : porque las comparaciones que haces, una vez más, están hace rato obsoletas, por lo menos aquí, en el « guetto » de los países con más dinero del cementerio europeo. Ni siquiera España ( o Grecia ) se compara a lo que estas diciendo, por el hecho de que esos países, y otros más que se irán agregando a la lista, cada vez se van pareciendo a los nuestros en sudamérica. Porque el “uso político” o “económico de ellos" ( de los parias ) ya se está haciendo con las variadas formas de “integración”; que van de las nuevas gestiones de la “gentrificación”, hasta el ofrecimiento de espacios, a los más molestos, fuera de las urbes o simplemente su retiro a los países más pobres. La realidad que cuentas de La Legua en Chile, sólo ocurre en Athis-Mons, Bagnolet y Nanterre, Orly (Francia); o en Prenzlauer Berg, Kreuzberg ( Berlín ); o en los barrios más tenaces en las afueras de Madrid, en Málaga o Barcelona; pero con LOS EXTRANJEROS, principalmente.


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Von Pathoven dijo...

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...Y Aunque hayas dicho y hecho las diferencias pertinentes del modelo de pensamiento de este autor en la aplicación a países del mal llamado tercer mundo, el trato, control y vigilancia para mantener la “seguridad ciudadana” por estos lares se parece cada vez más a un “fascismo posmoderno como laboratorio de dominación” ( principalmente en áreas urbanas ) que ya no se basa en la disciplina o control, sino en la movilización total de las diferencias ( Gentrificación, Forum -regionales, universales- de culturas, Festivales multiculti, etc. ).

vale



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azeta dijo...

Publiqué este artículo porque lo encontré. Así como este tengo muchos artículos inéditos, otros tantos me parece que se perdieron inexorablemente.
Cuando lo escribí compartía muy poco con Wacquant, así con Bourdieu, pese a que había leído mucho de ellos inclusive su insufrible "Miseria del Mundo".
Es una reseña, existía el interés que se difundiera el libro, en una época tan chata como la de 2002 en que nadie discutía de estos asuntos.
En razón de ello está fuera de lugar la imputación de exhibicionismo academicista cuando se trata de un artículo guardado por ocho años. Lo he rescatado del baúl de los recuerdos sin compartir en su época, ni menos hoy (por parecerme simplista, insuficiente y europeocentrista) tal interpretación. En ninguno de los textos que he escrito sobre marginación o delincuencia utilizo como base ni este libro ni las "Cárceles de la Miseria". (Ni tampoco textos posteriores que desde otras fuentes concluyen en lo mismo como De Giorgi)

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