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martes, 5 de abril de 2011

Y la basura no vale más por acumularse.

Hace algún tiempo, digamos un par de años, hablábamos de sutilezas como la presunción de inocencia o que se debía probar un delito por el Estado “más allá de toda duda razonable.”
Las críticas que hacía en esos tiempos, y lo digo de ese modo porque cada vez me parecen más distantes, parecen banalidades en consideración a lo que hoy ocurre. Esto no sólo tiene que ver con los mapuche o con los 14 del 14; que no se nos olvide que María del Pilar Pérez fue condenada por evidencias tan sustanciosas y pertinentes como unos muñecos “vudú”.
Si habríamos dicho que pasarían estas cosas hace diez años, en tiempos en que la mitad de los abogados de Chile se capacitaba para la reforma procesal penal, nos habrían tildado de exagerados, catastrofistas o conservadores encubiertos, personas que querían a toda costa mantener todo en su lugar. Sin embargo nadie fue tan ingenioso para ello y se nos tildó del mismo modo por anticipar que ocurrirían sucesos aún más modestos pero que se confirmaron a los meses de entrar en vigor la reforma: Que aumentaría el número de presos, que existiría un efecto “rebote” que se fundamentaría en el aumento de las denuncias y detenciones para realizar una contrareforma procesal penal.
Y así fue, hace una semana rasgan vestiduras los abolicionistas de última hora. Hasta un cara de palo (de madera de luma) como Santiago Pavlovic, se creyó el cuento y puso como ejemplo a uno de los sobrevivientes que purgaba el infame delito de beber alcohol en la vía pública.
Sin embargo, cuando el abogado Alex Caroca, quién luego ocupó efímeramente el puesto de defensor penal público (hasta que la concertación y la udipé le hicieron la cama) redactó las “leyes adecuatorias”,estos mismos hijosdeputa pusieron el grito en el cielo mientras apretaban el rosario de su hipocresía. Sólo unos días duró la derogación de la detención por sospecha, de la detención por consumo de alcohol en la vía pública y la libertad como un derecho de los imputados; cada una de esas normas que se habían derogado porque eran violatorias de los derechos humanos que el nuevo código cautelaba fueron repuestas, y peor aún, según dicen los mismos hijosdeputa que cito, “perfeccionadas”. Hace diez años los pacos no sabían que hacer contigo y debían dejarte en paz, hoy, el paco puede hacer lo que le venga en gana y sólo dios, si eres creyente, podría consolarte.
Es más, ahora los pacos de dictadura, de rostro colorado y apellido mapuche, son fiscales y visten trajes italianos prêt-à-porter y zapatos de piel de cocodrilo (no es talla). Nadie habría pensado, ni en su peores pesadillas, que muchos prefieran caerle mal al paco que al fiscal, y ser detenidos en la vía pública, in fraganti, antes que los sádicos acusetes y tardomedievales de la fiscalía te busquen en tu domicilio.
Así las cosas era previsible que los fiscales les importara un pepino la huelga de hambre de los mapuche y el unánime acuerdo nacional que condujo, como dije esa vez “desde ahora en adelante sabremos que sólo el ministerio público (la fiscalía) es el responsable de lo que ocurre.”
Y así como con los mapuche, a Jalandro Peña, delincuente de poca monta que funge de fiscal hasta unos pocos meses más, no le ha provocado acidez estomacal acusar a los “líderes anarquistas” por delitos, desde luego inventados, que los tendrían presos a perpetuidad.
Pedirle escrúpulos a una persona que llegó adonde está falsificando juicios en contra de narcotraficantes sin jamás explicitar su relación personal con el consumo de drogas es creer que un dragón de komodo alguna vez sentirá nauseas.
Y Hinzpeter, ravotril incluido, le exigió que llegará “hasta las últimas consecuencias” es decir, le concedió carta blanca para hacer volar su patológica imaginación.
Por lo tanto no sorprende que Jalandro, en vez que hacer lo que debía, no perseverar en la investigación en contra de los 14 del 14 como sucedió en el caso contra Saif Khan, insistiera mentir hasta el final por si alguien le cree.
No se trata, como quizá usted crea, de tan sólo un intento desesperado por mostrar eficiencia allí donde sólo hay indecencia, el gobierno se juega el culo, todo su fascistosa impronta antirrepresiva.
Así que nadie se confíe en que los argumentos estúpidos no tendrán suerte en los tribunales. En la araucanía mandan las madereras, y eso significa que también mandan a los tribunales, y a los mapuche los condenaron dichas empresas. Aunque prosperen sus reclamos ante la FIFA el canazo no se los despintará nadie.
Y aquí, en esta mierda de ciudad, mandan los asesinos de traje italiano jalados como un mono o flotando en nubes azucaradas de ravotril.
Confiar en los tribunales es creer en el viejo pascuero. Nuestros jueces, como lo decía Vicente Huidobro en los treinta, cada vez que han debido optar entre la justicia y el queso se han quedado con el queso.
¿En qué tribunales estaremos confiando?
¿En los que absolvieron por secretaría a Karadima?
¿En los que revocaron la prohibición de funcionar a la fundición de Ventanas?
¿A los que condenaron a una mujer por usar muñecos vudú?
¿A los que condenaron mapuches por lo que habían escuchado testigos sordos, visto testigos ciegos y escrito testigos analfabetos?
En casos como estos los jueces se quedan con el queso pero primero le sacan la cáscara.
Así que no condenarán a todos ni por todo, divide et vinces en primer lugar, desatarán su poder sobre los “líderes”, recurriendo a la leyuleyada más miserable y la falacia más ramplona.
La fiscalía de Jalandro se ufana en los medios que posee, la declaración de miles de testigos (cuatro mil y tantos), cientos de peritajes (que los realizan órganos tan serios y confiables como los ratis y los pacos) y evidencia física "incontestable".
Independiente de la realidad paralela en que vivan estos tipos, a veces pienso que las corbatas les desoxigenan el cerebro, una evidencia es aquello que no puede ser negado, es cierto para todos, en cualquier tiempo y lugar, es un hecho público y notorio para los intervinientes en un juicio ¿Me quieren decir que es evidente una estructura jerárquica y disciplinada en una organización anarquista?
Lo que suceda de aquí en adelante el tomarnos en serio, intelectualmente esto que ocurre, ya nos ha hecho descender al mundo absurdo y reducido del consumidor de pasta base que deviene en analista. La fiscalía posee toneladas de basura que quiere pasar como evidencias y le importa un carajo que ni los argumentos ni la verdad se pesen o que la basura valga algo más por acumularse.
Evidencia espectral como le decían en tiempos de la santa inquisición, los argumentos son lo que soñó un fascista de poca monta como el paco que se las da de sociólogo o el último delirio del fiscal drogadicto.
Estupideces, mentiras, un asqueroso montaje al cual muchos jueces harían fila por validar agregando estupideces y mentiras propias.
Me permito un consejo a todos quienes se esmeran por sistematizar esto, por comprenderlo o hacerlo comprensible, absténganse de hacerlo, es como evitar el ruido en la habitación para que no despierte tu compañera: Mientras más empeño le colocas a la tarea más estridente es será el aporte.



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