Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.
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martes, 11 de octubre de 2011
Etnografía Burda: un Pleonasmo.
10:15 p.m. | Publicadas por
azeta |
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La hilarante sinceridad
de los fachos.
Por Ariel Zúñiga
Núñez ( @azetaene )
Ilustración de
Fiestoforo.
Disculpen por sumarme, creo que por vez primera, al lugar común de
la semana pero me ha sido imposible restarme. Desde que la Tercera,
frustrada por la demostración empírica de que todo lo que publica
es mentira al desmoronarse el caso bombas de ruido, gran parte de él
infundio de Cristián Boffil su director, no les ha quedado otra a
los guionistas de ese periodicucho que usar su veneno editorial
contra el movimiento estudiantil. Su nueva película se llama: Los
ultra contra los emblemáticos.
Y como los analistas políticos nacionales no son más que paquitos
con mejor traje, unos que en vez que decir “jeans
jeans zapatilla zapatilla” cuentean con que el relato aquí y
el relato acullá. Ena Von Baer, por ejemplo, hace muy poco
“analista” y hoy política con más declaraciones desafortunadas,
para hablar en periodístico, que toda la selección chilena.
Cualquiera se las da de analista político. Hace unos meses los
medios buscaban contra el tiempo a un analista peruano anti Humala y
que residiera en Chile y así canal trece vistió de analista
política a la socióloga Lucía Dammert quien se dedica a
investigaciones en seguridad ciudadana.
Debido al lamentable estado del gremio es que cualquier aficionado
tira su pañito en el suelo, cual lector del tarot de mercado persa,
y comienza con su cháchara. Sin más rigor que las patas y el buche,
y sin más credenciales que el pago por adelantado de los que le
financian sus vidas.
Así, tipos medianamente inteligentes y letrados, como Carlos Peña,
se transforman en gurúes, o Hermojoncito Peréz de Arce puede
dárselas de pensador mientras acaricia a sus mastines de soltera
vieja y amargada.
La histórica vacancia en el cargo de pensar una política de país
bananero con mal clima, en que ella no es más que chicha y luma, una
sociedad en que manda el que nace con plata y punto, sin más razón
que la billetera; permite que La Tercera estrene su nueva teleserie
“los
ultra versus los emblemáticos” sin ninguna oposición, es más,
los vulgares escritorzuelos de la lumpenburguesía usan sus escasas
neuronas para agregarle capítulos y hasta precuelas.
Para quien trata de escribir y pensar en serio esto de meterse en un
tema tan burdo y tan mal planteado es como pisar en el medio un mojon
de mierda superficialmente secado por el sol.
Pero eso no sucederá porque no escribiré sobre el guión que todos
se han leído y aprendido sino que de los guionistas, de estos
pensadores de wc y de ofertones culturales “¡llame ya!”.
Etnografías.
Los etnográfos siempre creyeron que hablaban de los otros, de los
negros, los caníbales caribes, los tibetanos, los indios chilenos,
sin embargo, si de algo ha servido su extenso y riguroso trabajo, ha
sido para dejar testimonio de quién miraba y juzgaba escondido en
una superflua y pretenciosa neutralidad.
Gracias a las etnografías sabemos de los etnógrafos, de los
limitados -intelectual y moralmente- blancos europeos. Y gracias a
las etnografías chantas de nuestros policías con micrófono, que
pomposamente se hacen llamar periodistas, sabemos con lujo de
detalles, cuánta y qué tipo de basura tienen en su cabeza los que
miran y anotan, mientras los observados se hacen cada vez más
invisibles.
Etnografía de los ultra.
Para nuestra prensa canalla los ultra son una tribu amerindia, hablar
de ellos es comparable a hacerlo sobre los seminoles o los jíbaros.
Pero cuánto más hablan de los ultra izquierdistas más claro nos
queda que los únicos peligrosos para la convivencia son los ultra
fachos que piensan y escriben tales cuentos.
El último en sumarse tras la seguidilla de comentarios inoficiosos
sobre los “ultra” es
Mirko Macari, en una columna que no firmó. En ella trata, sin
éxito, de hacernos creer que el fracaso en la mesa de diálogo entre
el gobierno y los estudiantes es producto de una maquiavélica
operación de Piñera que ha podido implementar gracias a su acabado
conocimiento de qué piensa el chileno.
La nueva forma de gobernar es a focus groups.
Como a Macari aún no se le acababa el mate su bola de cristal aún
no se le empañaba, adornó su tesis de película de bajo presupuesto
mencionando que el gobierno hace focus groups todos los días
y que gracias a eso sabe perfectamente qué piensa el chileno de a
pie. Debido a esto sabe que los manifestantes son bulliciosos pero
son una minoría electoral y por lo tanto sólo queda resistir hasta
que las urnas decidan.
Qué brutalidad más grande, aún más viviendo de alguien que
reivindica a la política sin complejos, es decir, como una actividad
de las elites. Agrava la falta un antecedente que por sí solo refuta
su tesina: Si la mayoría está con el gobierno y Piñera lo sabe,
¿porque el pedazo de pelotudo aún no convoca a un plebiscito?
Para concluir tamaña estupidez se funda en los mentados focus
groups, herramienta burda, creada por la sociología chanta y que
posee una aplicación limitada en la mercadotecnia. Es decir, gracias
a los focus groups podemos acarrear gueones para que hagan una
fila para comprar la última chuchería inútil de silicon valley
pero en política, por más degradada que ella esté, no sirve de
nada.
Usted me dirá que ha servido en la política en los últimos veinte
años pero déjeme sacarlo de un error. No ha habido política en los
últimos veinte años, esto que se ha hecho a lo más califica para
relaciones públicas. ¿Cree usted que Pinochet habría ganado el
plebiscito si hubiesen hecho mejores focus groups en la junta
que los que hacían con electricidad en los genitales dentro de los
cuarteles de la CNI? No, cuando la política emerge también lo hacen
las convicciones y ellas están enraizadas, en lo más profundo de
cada hombre, y hablan con actos no con conversaciones forzadas con
extraños.
Y aunque existan metodologías adecuadas para saber qué quieren las
personas eso siempre importará la nada más cero puesto que la
política, o los políticos de verdad, son capaces de transformar las
condiciones bajo las cuales los individuos expresan opciones, es
decir, la política es capaz de instituir.
Es por ello que Piñera, si es que fuera un político en serio y no
el payaso mitomaniáco que es, actuaría en pro de aquello que él
juzga bueno para su gobierno y ese acto cambiaría el escenario y los
individuos se verían forzados a cambiar sus decisiones obsoletas por
otras nuevas, nacidas en reacción al nuevo país que ha instituido
el presidente.
Podemos saber qué quiere hoy cada chileno, con un margen de error
tan amplio que casi debiéramos decir que sigue siendo mera
especulación, pero, obstante lo anterior, jamás sabremos qué haría
mañana cada chileno puesto en la necesidad de responder a nuevas
condicionantes. Eso no podemos saberlo ni de un sólo ser humano, la
ley de los grandes números no nos sirve en lo más mínimo, a la
política no le sirve saber de ciertos asuntos.
Los políticos de verdad saben que la victoria solo retoza en la
alcoba de los audaces, el azar es el que define no los mezquinos
focus groups con que que los mercanchifles venden baratijas
chinas.
Para terminarla de una vez y para siempre con los “ultra y
los duros”.
Primeramente los únicos duros están en el gobierno, los duros de
cabeza y los duros de cocaína como el traficantucho de Alejandro
Jalandro Peña.
Segundo, si los ultra fueron lo que la prensa canalla dice que son no
se entiende porqué habrían caído en la burda treta de los jotosos
de sentarse en una mesa con un gobierno de mentirosos, mentecatos y
duros de mollera, sin que existiera nada que ganar para la izquierda
y un movimiento completo que perder. Lo habrían hecho de puro giles,
ya que según la prensa canalla los ultra son mayoría en la CONFECH
y en las bases.
Tercero, la etnografía a los “ultra” habla más de los pacos con
micrófono que la hicieron y, más que aportar datos relevantes para
el poder, no hacen más que socializar una amenaza velada de matones
callejeros: Sé donde viví, sé quién es tu papi y mami, sígueme
hueveando y pasaré a cobrar.
Por más que Macari le meta verso, Carlos Peña se limpie la raja con
la palabra justicia hasta transformarla en una palabrota y algunos
“ultra” se sientan con el pecho henchido por ser mostrados más
izquierdistas que el che Guevara por una prensa más facha que el tea
party, el caso es que nada ha pasado según el guión de Piñera
pues es tan antológica su incompetencia que no tiene guión alguno.
Y todo lo ganado por el movimiento estudiantil, hasta entonces, ha
sido por serendipia y por los groseros errores de los ultra fachos.
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