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lunes, 14 de abril de 2014

Una oportunidad para Valparaíso.
Por Ariel Zúñiga Núñez ( @azetaene )

Aún no logran extinguir el gran incendio de nuestro puerto principal; pese al despliegue de todos nuestros recursos no se le ha podido poner un punto aparte a esta noticia en desarrollo, por lo que avanzar alguna conclusión, aunque sea provisional, parece prematuro.
Sin embargo, debido a la magnitud de la catástrofe, se debe ser tan ágil en la toma de decisiones para socorrer y abastecer a los damnificados como en pensar cual será la estrategia para darle abrigo y refugio pues queda poco para el invierno, y se corre el severo riesgo a que nuevamente se reconstruya “a lo compadre”, tal cual se viene haciendo por décadas. Ese modo de organización no planificada es la principal causa de que el fuego se cobrara hasta el momento más de ocho mil viviendas carbonizadas (el terremoto de 8,4 en el norte tumbó 13 mil viviendas) al menos según la prensa.
Valparaíso es una de las comunas más pobres del país y con mayor desempleo. Es una ciudad en general empobrecida y sin embargo, pese a lo democrático que parece ser a simple vista, de todos modos está tan segregada como su vecina Viña del Mar. Los más pobres entre los pobres viven en las partes más altas e inaccesibles de los cerros, en una especie de Alto Hospicio que colabora con una u otra farola al anfiteatro nocturno patrimonio de la humanidad, y al menos en la noche realza la extravagante belleza del puerto. Pero de día se camufla con el verdoso horizonte o simplemente es tragada por la niebla, es la pobreza extrema que cual nata aflora en las cimas, y en cerros que parecen esconderse -tal vez de vergüenza- detrás de los cerros de las postales, cual una basura que se guarda debajo de una alfombra.
Poblaciones desprovistas de servicios básicos, con niños que no conocen el mar y deambulan entre la niebla que cubre a la cárcel y el vertedero, en un paisaje compuesto de olas de tierra en que flotan las ranchas ancladas en la necesidad, las cuales se visten de su grisáceo característico.
Los periodistas dirán “de proporciones” y “dantesco” una y otra vez, mientras sus voces chillonas impiden tomarse en serio la calamidad. Su preocupación histérica por el instante contribuye tanto al ruido que impide la comprensión como promueve el temprano olvido de las víctimas del terremoto nortino, y de cualquier otra de otro sitio fuera de los focos, pienso en el desamparo de aquel a quien se le queme su hogar en la comuna de Cerro Navia o Puente Alto.
Siendo justos, hasta el momento, la cifra de muertos no parece tener relación con la catástrofe. Pocos muertos para un diez por ciento de una ciudad destruida. El la tevé dicen una y otra vez “el incendio más grande que ha aquejado a Valparaíso”, es un mal chiste, uno más que se suma a sus ofensas cotidianas. Porque si algo ha padecido el puerto ha sido de incendios, desde los provocados por la estupidez (como los causados por el bombardeo de los buques españoles por nuestra breve pero ruinosa guerra con España de la segunda mitad del siglo XIX) o los que sucedieron al gran terremoto de principios del siglo XX, y también grandes incendios que han quemado la ciudad completa al menos un par de veces desde su nacimiento*. En todos esos incendios murieron muchísimos porteños, y no sólo por las llamas, recordemos las cuadrillas dedicadas a la ejecución sumaria luego del gran terremoto a cargo del infame Pedro Montt, al cual hoy se lo homenajea con una de las avenidas principales del puerto.
Si han muerto pocos es una muy buena noticia. Para los damnificados lo padecido es quizá lo peor que les puede haber ocurrido y ocurrirá en toda su vida, pero si nos aislamos de ese dolor, que se mitigará con el tiempo y por aquella gran cicatriz en que se convierte el aprendizaje y la templanza, para todos los demás, políticos y empresarios, locales y nacionales, el incendio de este fin de semana es una noticia digna de un brindis con la mejor champaña.
La gran amenaza que se posaba como una nube era la desaceleración de nuestra economía, los países grandes, en estos casos, se dedican a hacer la guerra para reactivar su industria, tal como lo hizo los EE.UU desde finales de los noventa. Una reactivación precisa aumentar la demanda agregada, y nada aumenta más la demanda que una calamidad, en este caso el incendio ha sido más destructivo que el terremoto pues no se pueden ni ocupar los materiales de demolición por estar calcinados. Hoy se siguen ocupando inmuebles con riesgo de derrumbe del terremoto anterior, una casa calcinada apenas sirve para emplazar una tienda de campaña.
Tras el rostro de funeral de las autoridades todos están celebrando en privado, aunque Chile no fabrique ni un clavo este será el mejor año para la construcción y el comercio, también para la política. Todas los damnificados deben comer y vivir en algún sitio; y la excusa para todo, desde aprobar sin chistar la reforma tributaria hasta calmar los ánimos dentro de las universidades, será el incendio, que es más actual y cercano que el terremoto nortino.
Y así como Piñera hizo millones, para él y sus amigotes, con el ardid de la reconstrucción, todos se soban las manos con las “oportunidades” de negocios que se abren.
Lo que me importa es recalcar que existe una oportunidad para el socialismo, una que Bachelet sólo puede eludir por la incompetencia y ceguera ideológica (neoliberal) de su equipo. Y que de esa oportunidad depende salvar a Valparaíso; dárselo en ofrenda a las hienas del libremercado es perderlo para siempre.
Porque si algo debemos sacar en limpio, entre tanto sufrimiento, es que ha sido el capitalismo sin moderación el que ha arrojado a los más pobres a las quebradas y a esos cerros inhabitables, y les ha brindado como única alternativa vivir en favelas. Poblaciones combustibles que algún día debían arder.
Algunos dicen que Nerón tocaba la lira durante el gran incendio de Roma no por haberlo provocado sino porque lo vio como la gran oportunidad para ordenar la caótica ciudad, densamente poblada en su centro con viviendas de material ligero. Fuera de los crímenes que se le imputan, algunos dicen que construyó palacios sobre terrenos calcinados, la gran Roma se la debemos a Nerón, y quizá, al incendio.
Y la planificación de Paris se estructuró, a sangre y fuego, después de la comuna con la finalidad de evitar que el pueblo se alzara una vez más contra el poder central.
Y la modesta planificación de Valparaíso se la debemos al gran terremoto y a los ajusticiamientos de Pedro Montt.
Hoy se abre la oportunidad, una de las tantas que ha tenido el puerto, de salvar a Valparaíso o de enterrarlo. Lo único que lo puede salvar es el socialismo, una faraónica reconstrucción y relocalización de los damnificados, no en los sitios que en que quiera cada quién, en viviendas de hormigón construidas por el Estado, con un libro de Keynes debajo de la axila, dando empleo bien pagado a los mismos porteños que hace décadas imploran por alguno. Sólo grandes complejos habitaciones podrían sostener la densidad poblacional que se requiere en una ciudad con un histórico déficit de vivienda social e infraestructura.
Si hay alguna razón para unirse no es detrás de mitigaciones y limosna; después de estas noches ya pasamos lo peor y podemos hacer de esta crisis una oportunidad de rehacer Chile. Recordemos que la CORFO nació a consecuencia del terremoto de Chillán y que Alessandri Rodriguez no le quedó más que usar a Keynes para reconstruir Valdivia y el medio país que se le cayó en el sesenta.
Oportunidad para el socialismo -o laborismo- de Keynes, no el de Castro, pues el capitalismo del cual nos habló, y practicó el británico, fue el que salvó a Inglaterra luego de perder el imperio más grande que se haya conocido -aquel en que no se ponía el sol- y haber resistido uno de los más intensos y devastadores bombardeos de la historia, el que Hitler arrojó sobre ellos con la intención de que se rindieran. Fue Keynes el que reconstruyó el país, dirigiendo una economía de guerra en tiempos de paz que según algunos se inspiró el Lenin y Stalin.
Esa economía, que sigue siendo capitalista, es lo que puede salvar a Valparaíso, puesto que si la dejamos librada al mercado a lo “libertad y desarrollo” es fácil proyectar qué ocurrirá. Tal cual con el gran terremoto de 2010 muchos de los damnificados migrarán a las grandes ciudades, empezando por Santiago aumentando su pobreza y marginalidad; algo parecido sucederá en el norte, lo que se mezcla con inmigrantes volviendo a sus países de origen. Este es el modo en que se acomoda la carga en un sistema ultra liberal cuando parte de la infraestructura se destruye, la economía se contrae. El resto autoconstruirá en los mismos terrenos inundables, o con materiales precarios arriba de las fallas, o con materiales inflamables en las quebradas, y los veremos arder más temprano que tarde mientras los periodistas dicen una y otra vez “de proporciones” y “dantesco”.

*"No era raro que un incendio redujera a cenizas cuadras enteras, y que éste se extendiera por varios días. " http://www.bomberosvalparaiso.cl/historia.html


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9 comentarios:

Anónimo dijo...

bien, bien, bien. no comparto lo de socialismo.

Unknown dijo...

Hay muchas frases tremendas. Son tantas que no es plausible reproducirlas. El diagnóstico es certero, en el clavo. Así es chilito. Y Valpo? Patrimonio de la Humanidad. Por algo será, "la humanidad" querrá recordar las favelas, la miseria y la desigualdad no? Queda capitalimismo para un rato.


Sobre Cuba, creo que sobran las opiniones.

Juan Pablo De Gregorio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Pablo De Gregorio dijo...

tu artículo si que es de proporciones dantescas

Fernando Villanueva Silva dijo...

Es impactante que viendo el plano de 1890 y comparandolo con la actualidad, para muchos de afuera y para el turismo y mal llamado patrimonio, valparaiso es lo mismo y todo lo que se ve vacio no importa, porque vivien los pobres, mas alla de limosnas mas o limosnas menos, solo basta ver la tv y ver la cuantificacion de daños ... en el sector quemado hay mucho ams de 2000 viviendas, pero existían en una realidad paralela que el mundo politico y de los medios no ve, porque nunca lo han visto y porque nunca lo querran ver ..

Anónimo dijo...

Retomo una parte de un comentario anterior y le agrego un poquito de mi pensamiento, " ... en el sector quemado hay mucho más de 2000 viviendas, pero existían en una realidad paralela que el mundo politico y de los medios TV et otros no ve, porque nunca lo han visto y porque nunca lo querran ver .." y después de su reconstrucción se quemara de nuevo y aun no lo verán.

Anónimo dijo...

Un crack!

Anónimo dijo...

Exelente Sr. Zuñiga, no tienen desperdicio ni las comas, describe una realidad asombrosamente escalofriante, cordiales saludos desde Madrid de un chileno nostalgico de su tierra.

Anónimo dijo...

.

Que desgracia estos comentaristas de la gleba preocupados por las frases tremendas y, peor aún, donde no las hay. El deleite sobre la tragedia, tremendo! Qué buena “oportunidad” para los análisis de la coyuntura,

Los incendios de Cuba solo han ocurrido en la cabeza del árbol que no ve el bosque.

salut

von Pathoven

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