Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.
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martes, 16 de septiembre de 2014
La Prédica Dominical del Monseñor Peña.
1:11 p.m. | Publicadas por
azeta |
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Salvando al soldado Portales.
Por
Ariel Zúñiga Núñez @azetaene
Creíamos habernos librado del cura Hasbún, y que tuviéramos que
comernos la rabia cada vez que abría su pútrida boca para arrojar
sandeces o torcer la verdad del modo más burdo y vil, con su lengua
afilada en los regimientos. En nuestra amancebada democracia de
transición perpetua se nos ha hecho habitual, y no por eso más
grato, el fijar la atención en la prédica dominical del monseñor
Carlos Peña, publicada por el Mercurio y todos sus entes
replicantes.
Se conjuga la falta de contenidos habitual en nuestros medios,
consecuencia de dedicar gran parte de su tiempo en ocultar los
hechos, con un excedente marginal de tiempo que tienen los esclavos
de traje. Eso los hace leer el tóxico medio encontrando un motivo
para alterarse con la predilección del rector de la UDIversidad
privada de hincar sus afilados colmillos en los temas polémicos,
para verter ahí su docta impertinencia y proverbial impostura.
Encantado reemplazaría a Villegas, así como no tuvo pudor de
hacerlo con Francisco Javier Cuadra, un delincuente de lesa humanidad
que toleró de colega por casi una década hasta consiguió arrojarlo
al cráter del volcán y hacerse de la rectoría.
Rector de una casa de estudios que lleva el nombre de un tipo que
forjó su nombre en casas de putas y de apuestas, y cual Moreira,
escaló por el risco ensangrentado hasta que finalmente lo sorprendió la justicia dándole su merecido por mercanchifle y
pendenciero.
Haciéndose el leso acepta abrir su vida a las revistas de papel
maché para contar su vida, o la que quiere que se recuerde, de un
niño pobre y estudioso que llegó a lo más alto sobre la base de su
esfuerzo y dedicación.
Pero las brillantes páginas no lograrán cambiar que todos sus pares
lo seguirán viendo como un regente de esa casa de putas que reparte
títulos a los que pueden pagar o endeudarse. O un impostor que
permite que Agustín Edwards pose de moreno, de laico y pluralísta.
Como la corte de chupapicos que lo secunda dirá que esto es tan solo
un abuso de la libertad de expresión destinada injuriar al monseñor,
me haré cargo, luego de haberme tomado dos tragos de bicarbonato con
limón, de su prédica de ayer.
Según él canal trece tiene derecho a “buscar la verdad” y a
“ejercer su derecho a informar”.
Este derecho a buscar la verdad opera como un fuero para pensar en
voz alta, es decir, el canal trece, organización profesional, tiene
derecho a publicar todo tipo de estupideces (ese es el sentido
inexorable que le da el monseñor) actuando como si se tratara de un
niño desnudo dentro de una comunidad hippie.
El canal trece no debe ejercer el periodismo, que consiste en algo
muy diferente a pensar en voz alta, sino que debe informar la
conclusión de sus investigaciones aunque no haya conclusión, ni
investigación, ni chequeo de fuentes, ni un respeto básico a los
derechos constitucionales de los protagonistas de sus reporteos.
Monseñor Peña, que por años fue profesor de derecho, y decano de
una escuela que forma abogados, nos dice, desde las páginas sanguinolentas del Mercurio, que las empresas tienen derechos
humanos y pueden ejercerlos, aunque con ello afecten los de los seres
humanos.
Distinto fuera si el reportaje en cuestión fuera de Patricio Nunez,
un ciudadano que realizó el video y lo subió a la red. Si fuese el
caso él podría ampararse en un catálogo extenso de derechos y
garantías, aunque dudo que alguien lo increpase más allá de
decirle facho tal por cual por tuiter.
El quid del asunto es que canal trece es una empresa, y una con fines
de lucro, que su dueño es un magnate que influye decisivamente en
nuestra política, y que dejó a cargo del departamento de prensa a
un oscuro y desquiciado paranoico como Boffil, que ve encapuchados
hasta en las tostadas que come en el desayuno.
Por lo tanto no se trata de criticar un “inocente reportaje” ni
tampoco una legítima “búsqueda de la verdad”, sino de encarar
una burda operación de guerra sucia destinada a lesionar el arraigo
social que tiene la lucha estudiantil. Una campaña dirigida por un
banquero magnate, en momentos en que los estudiantes están contestes
en que se debe sacar a los banqueros y a los magnates del sistema
educacional.
Hay que ser muy cara de raja Carlitos Peña como para reducir la
discusión a un tema de ejercicio de derechos cuando a todas luces,
de existir tales, estaríamos ante un ejemplo paradigmático de abuso
de derecho.
Es más, lo que busca es desnaturalizar el derecho a la libertad de
opinión y de prensa acotándolos a las empresas publicitarias
dedicadas a vender anuncios. Eso no tiene nada que ver con el derecho
a la opinión carlitos, y tu lo sabes. Y también estás al tanto que
una empresa compleja como canal trece, que tiene intereses económicos
multimillonarios puestos en el fracaso del movimiento estudiantil, es
la última voz que podemos aceptar que se justifique en la buena fe,
tan idiotas no somos.
Por todo esto queda en evidencia que la prédica del monseñor Peña,
es la continuación de la campaña de Boffil, seguida de oficio por
Peña (esperando que alguien le arroje un hueso) u ordenada por su
proxeneta, otro violador a los derechos humanos: Agustín Edwards.
Lo interesante de la cuestión es que el Mercurio también es una
empresa publicitaria, destinada a vender avisaje e influencias como
el canal trece, por lo que tampoco puede asistirse, insisto, tan
idiotas no somos, en el derecho a la libertad de prensa y de opinión.
Las empresas no tienen más derechos que el civil y el comercial
señor Peña, los derechos humanos para los humanos.
Y tal como el trece el Mercurio tiene millonarios intereses en que el
movimiento estudiantil fracase.
Lo más rocambolesco, es que por muy grandes sean los intereses de
Luksic y Edwards, y la enfermedad psiquiátrica de Boffil, nadie
tiene más intereses en esta partida que Carlos Peña y su
Universidad Diego Portales. Nadie más que Peña necesita que fracase
el movimiento estudiantil.
¿Debemos interpretar a Peña como a un columnista de buena fe? ¿Como
a un simple ciudadano que siente y piensa de un determinado modo y
que concluye desde la neutral filosofía moral laica que profesa?
Puede ser que Peña meditara profundamente, tuvo casi una semana para
redactar su columna, pero dudo que algo pudiese motivarlo más que
las toneladas de billetes que ve evaporarse arriba de su escritorio,
día tras día, consciente de que el triunfo del movimiento
estudiantil será el principio del fin de la casa de putas que
regenta.
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1 comentarios:
Maldito Ariel Zuñiga, me hiciste buscar en el diccionario "amancebamiento"... y qué chucha es eso de estar "conteste"... bueno, esta es mi venganza: el papel maché es para hacer piñatas. La vida de este regente de casa de putas (buena) se expone en las revistas de papel couché. salu2
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