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domingo, 5 de abril de 2009




Una amiga me contaba hace unos días que su jefe, quien tiene trabajando a toda su sección a doble tiempo y en la incertidumbre si serán o no trasladados a otra ciudad del país, le contestó lo siguiente cuando ella insistió sobre una definición respecto de las reglas del juego en el futuro próximo: “Es que yo tengo una hija y un cambio significa buscar una sala de cuna entre otras cosas”. El jefe respondió: “Bueno si alguien más tiene algún otro 'problema humano', como ese, por favor me lo hace saber en cuanto antes”. Ella molesta, e incluso algo perturbada por la respuesta agregó: “No sé si usted lo sea, pero me consta que todos los demás aquí somos humanos por lo tanto es obvio que seguiremos teniendo problemas humanos”.

Mi amiga salvó milagrosamente de un despido pero su anécdota volvió a mi mente luego de escuchar una entrevista en la televisión1. El invitado un economista que luego de un discurso lúcido, crítico y franco, en la que incluso cuestionó sutilmente hasta las bases de su disciplina, dijo lo siguiente respecto a la crisis del 29' y la intervención de Roosvelt: “Desgraciadamente el new deal fue un conjunto de decisiones incorrectas que sólo acrecentaron la crisis pues sólo se trató de distorsiones políticas a la economía”. Después de esto agregó que la segunda guerra mundial salvó a la economía por aumentar la demanda agregada.

Este economista luego de haber criticado epistemológicamente a su disciplina, el falaz axioma de Paul Samuelson popularizado por Milton Friedman de la maximización, además del conocido sesgo individualista de la economía desde Adam Smith hasta la fecha2, cautivo de sus propios axiomas y sesgos distingue entre la política de la economía.

Este tipo de análisis no hacen sino confirmar que la crítica de los axiomas falsos se soluciona con la instauración de otros, igualmente falsos, o falseables, pero que se defienden como verdaderos no hasta que sean refutados sino hasta que su defensa tautológica se hace insostenible. Esa crisis desde luego es política.

La ceguera ante la realidad no sólo es propia de los economistas bien remunerados por el sistema sino que también hace estragos en sus críticos. Desde que comenzó la crisis y hasta hace un mes o mes y medio, todas las críticas, salvo escasas excepciones, se basaban en la distinción economía propiamente tal y economía real. Esta distinción, falsa, es tan falaz como la de economía y política:

Un mercado es un sistema de intercambio, de suyo desigual es decir, entre personas que disponen de capital y otras que no o mucho menos; entre personas que disponen de información (que también es capital) y otras que no; entre personas que tienen poder político (que también es capital) y otras que no. Un mercado perfecto sólo existe en los papers. Esta constatación del mercado no es algo aplicable tan sólo al capitalismo sino que insisto, es aplicable a todos los mercados conocidos, es decir, es el mercado histórico. Pensar en otro mercado posible es al mismo tiempo hacerlo en una reestructuración no tan sólo del capitalismo sino que de la civilización en general.

Civilización y estratificación social fueron procesos paralelos que hoy se encuentran absolutamente imbricados. Los sistemas que han tratado de eliminar la estratificación por decreto o aplicando dogmáticamente el marxismo aboliendo la propiedad privada, se han conservado estratificados. Esto ocurre porque la estratificación no es una cuestión de mercado, o de mercado solamente es decir, no tiene que ver necesariamente con los ingresos o con la capacidad de consumo, sino con el lugar que se ocupa en un sistema de dominación.

Un sistema comercial y consumista como el actual precisa de una estructura política que sancione, por ejemplo, a los que roban las tiendas, y eduque, ideologice, en el el sentido que hacerlo es malo. Es decir, el mercado requiere que los individuos sean formateados como integrantes de ese mercado mediante la sociabilización que ideologiza y moraliza y a la coersión que intimida, o resocializa a los recalcitrantes. Nada de esto sería posible sin una coacción, es decir, sin unos cuantos sujetos objetivamente alcanzados por el poder penal del sistema puesto que de lo contrario el efecto intimidatorio no se produciría. El intercambio mundial de los productos obliga a que todos los miembros de ese mercado acepten las leyes de la selva impuestas o bien soporten estoicamente el castigo, por lo tanto mercado global es también poder global.

Pensar en un mercado libre de distorsiones políticas es absurdo puesto que es el sistema jurídico el que le da a un objeto, e incluso a una expectativa, el carácter de bien comerciable; es la amenaza de la fuerza lo que positiva al derecho; y la fuerza misma, la política, lo que posibilita todo lo anterior.

Asimismo la economía, aunque consista a veces en el tráfico de meras expectativas, es siempre una cuestión real pues en definitivas alguien come o no come producto de esas decisiones de mercado aunque se trate de niños asiáticos, latinoamericanos o africanos. La metafísica económica es imperdonable e indefendible, aún más en la más materialista de todas las “ciencias” sociales. Esta distinción además, si se quiere utilizar con fines estrictamente analíticos o propedeuticos, tampoco es científicamente relevante ni ilustrativa pues la economía real también la constituye el tráfico de bienes intangibles, o irreales para algunos. Por ejemplo, dentro de una economía centralmente planificada seguiría siendo una cuestión económica real las expectativas sobre la natalidad para calcular cuantos pañales necesitamos producir y por lo tanto cuanta celulosa cosechar. El futuro, para la economía, es un asunto real pese a que sea intangible e incluso irrelevante para la generalidad de los pensadores sociales. Los comerciantes son por lo general supersticiosos porque tienen asumido que dependen del futuro y éste no siempre de sus acciones u omisiones es decir, no dependen de la acción racional sobre la que se discurre en lo concreto sino que en el azar.

La distinción política y economía la siguen realizando incluso algunos defensores de la política económica marxista3. Una minoría ha tratado de sortear emocionalmente esta crisis alegando que se ha verificado, una vez más, la profecía marxista del limite absoluto del capital4. En un artículo reciente el economista chileno Manuel Riesco5 explica que ese límite absoluto ya había sido rebasado hace cien años lo que devuelve la pregunta a los dogmáticos ¿Cómo ha sobrevivido el capitalismo entonces?

Decir que llevamos cien años de decadencia es absurdo puesto que a penas podríamos contar una cuantas décadas de apogeo capitalista si somos tan estrictos. El capitalismo tendría reglas propias sino dependiera de otras que lo determinan, es decir, si no fuera lo que es. Siendo un mero modo de organización civilizado depende del binomio persuasión – coacción que posibilita un sistema de dominación jerárquico de producción centralizada de bienes y consumo desigual de los mismos. Si el capitalismo termina al hacerse estéril el juego de la ruleta bursátil quiere decir que seguimos equivocados, ladrándole al árbol equivocado, pues ese fin no es el de ningún sistema real sino que tan sólo de la mistificación que habita en nuestra mente y nuestros apuntes.

El verdadero límite material del sistema es el mundo, el supuesto necesario de todo. Un colapso ambiental, por ejemplo, representa el límite para el crecimiento de la economía y el techo que contiene la cantidad de seres humanos que el mundo puede sostener, el que algunos calculan en diez mil millones de personas a nivel de consumo tercermundista y a penas el diez por ciento de eso si consumen como primer mundistas6.

Pero dicho límite no es un obstáculo para que el sistema de dominación jerárquico persista sino tan sólo para el modo específicamente capitalista que conocemos en los últimos quinientos años. El capitalismo podría incluso sobrevivir, unos cuantos escalones abajo, a un nivel minimalista. Eso depende en última instancia no de la econometría oficial o de su crítica sino del que los “políticos” logren persuadir al mundo que, a pesar de todo, aún el sistema es viable, y dispongan del poder suficiente para forzar a los impersuadibles. Quien tiene poder es quien en definitivas puede.

Ninguna alternativa radical se sigue necesariamente del colapso y sea el capitalismo u otro modo civilizado de dominación, valga la redundancia, el que suceda en un erosionado mundo, lo cierto es que sin acción política destinada a vencer tanto la persuasión como el poder criminalizante lo único que podemos augurar es que la izquierda seguirá siendo el médico de cabecera del sistema y sus organizaciones meras terapias grupales.

La plasticidad del capitalismo, que ha permitido su vigencia a pesar de sus “leyes estructurales” descubiertas por Marx hace ciento cincuenta años, existe no porque no hemos investigado lo suficiente y una lógica superior lo determine todo, sino porque dicho sistema ha sido gobernado por humanos. Esas “distorsiones políticas” son aquello que ha permitido seguir haciendo defendible lo incoherente. Mal que mal como humanos seguimos teniendo problemas humanos, sistemas humanos y gobernantes humanos.

1Una Belleza Nueva, Televisión Nacional de Chile. Emitida el domingo cinco de abril de 2009. http://www.unabellezanueva.org/

2Señaló que los economistas defendían la epistemología de Karl Popper y en ese sentido pensaban que los axiomas sobre los cuales se estructuraba la economía iban a ser refutados si fueran falsos. El problema, agregó, es que las cosas no se dan de ese modo en la práctica, y recurrió a Tomas Kunh y su explicación historicista la conocida noción de los paradigmas dentro de una comunidad científica, para señalar que los economistas se servían de Popper para buscar argumentos para seguir confirmando sus premisas en vez que para falsearlas. Los papers en contrario no conseguían publicarse. Los axiomas constituían partes de el paradigma vigente y todo llevaba a su confirmación tautológica la que sólo es posible abandonar en una fase de crisis que Kunh denomina revolución científica, lo que sustituye un paradigma por otro.

3Capitulación ante el capitalismo, La última batalla del marxismo tradicional. Norbert Trenkle. Revista konkret (Hamburgo) 7/2000 Recopilado por Krisis: http://www.krisis.org/2000/capitulacion-ante-el-capitalismo

4"Se acabó: el Capitalismo no va más, fin de esta historia", Natalia Sierra. http://marxismolibertario.blogspot.com/

5Fin de las utopías: un siglo de capitalismo. Manuel Riesco Larraín, Viernes 20 de marzo de 2009, Alterinfos: www.alterinfos.org

6JACQUARD, Albert. Yo Acuso a la Economía Triunfante. Editorial Andrés Bello. Chile 1995.

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