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viernes, 8 de junio de 2012


El retorno a la normalidad.
Por Ariel Zúñiga Núñez ( @azetaene )

El grave error de la izquierda ha sido creerse sus propios discursos de propaganda y asumir, sin más cuestionamiento, que la izquierda es mayoritaria dejando como asunto a discutir el cómo se materializa políticamente dicha ventaja.
Otro error, aunque no es adjudicable a toda la izquierda, es la creencia que dicha mayoría supone, más que una ventaja, la ventaja decisiva.
La política, desde que la conocemos, ha sido una refutación de lo anterior. La Sociedad y el Estado, dos caras de la misma moneda, ha sido una estructura jerarquizada y disciplinada mediante la cual una minoría se impone de modo permanente sobre la mayoría. La política ha sido el modo de organizar el Estado-Sociedad.
Para que una minoría se imponga sobre la mayoría no sólo debe usar el látigo, sino que de modo preferente la zanahoria y el fraude. El objetivo de los gobernantes es llenar la cabeza de mentiras, y de sandeces, a los explotados, desde su más tierna infancia. Antes de que existiera la educación pública o el fútbol, era la religión, o las religiones, quienes se ocupaban de producir la subjetividad de los seres humanos y, al mismo tiempo, de socializarlos. Dicho de otro modo, es el sistema quien produce a los seres humanos no al revés como lo pretenden los embustes. La sociedad no es la suma de individuos, es la sociedad la que produce a los individuos conforme los intereses de la sociedad.
Aquellos humanos que se apartan de la sujeción, de este cordón de plata que los hace funcionales a los intereses del colectivo jerarquizado, antes mueren, son exiliados, o perseguidos como criminales o forajidos, o tratados como desquiciados, que llegan a ser lo que conocemos por revolucionarios.
Carlos Marx inventó el proletariado, y lo digo así, porque suena duro, para subsanar ese problema. Para él las personas debían organizarse políticamente de modo artificial, es decir, de modo diverso a cómo habían sido producidos (o domesticados) a partir de un razonamiento, no de una creencia. Gran parte de los problemas de la izquierda desde la muerte de Marx son producto del éxito de esta teoría, debido a esto los futuros izquierdistas se maleducaron en la creencia más que en el razonamiento, los padres les dijeron a sus hijos que era natural ser revolucionario, Salvador Allende llegó a considerarlo un instinto, algo que dependía de la biología.
El proletariado cumplió la función, propagandística, de desnudar al liberalismo que se había impuesto como doctrina de la oligarquía. Si los hombres nacen libres e iguales deben ser tratados como iguales, sus voces deben ser tenidas en cuenta por igual, por lo tanto debe existir sufragio universal. Si existe sufragio universal el partido de los trabajadores (de los explotados) será mayoritario. Si decimos que lo que define a la política es en qué lugar te encuentras en una sociedad de explotación, es decir, si eres explotador o explotado, se cumples el doble propósito de dejar en evidencia a los explotadores y unificar a los explotados.
Se trata de una doctrina política brillante que surge en la marginación, como todas las tesis políticas brillantes. Que los explotados en un Estado-Sociedad sean la mayoría no es un gran descubrimiento, sí lo es el decir que lo que define a la política es ser explotado o explotador.
El problema radica que los explotados no viven fuera del mundo, por más que el Estado-Sociedad los mantenga en un margen, son parte de este mundo y son producidos, desde que nacen, por este mundo.
La oligarquía se dio cuenta que los obreros mediante su ateísmo y autoeducación estaban destruyendo los cimientos del Estado-Sociedad, era el tiempo de hacer algo o sucumbir.
Y lo que hizo no fue sacar el cinturón y amenazar a un proletariado que ya no le creía nada, empezando por sus amenazas, sino que fortaleciendo su religión de Estado, tomándose más en serio su rol de producir a los explotados conforme los intereses de la explotación.
Por mientras apostaba al largo plazo en lo inmediato transó, para así resistir el embate de los trabajadores organizados, y es así como vemos notorias mejorías de los explotados desde principios del siglo veinte en occidente, al mismo ritmo en que sus hijos son envenenados con el nacionalismo con la excusa de la educación pública, la nueva religión laica.
El rol fundamental de un pueblo es la reproducción, ninguno delegaría la función de engendrar a otros, menos a extranjeros, mucho menos a los enemigos. La reproducción cultural es tanto y más importante que la genética, de ella depende un pueblo, no de su color de piel.
Los trabajadores delegaron la educación de sus hijos en el enemigo, desde entonces la aspiración de las nuevas generaciones ha sido la de ser explotadores en vez que revolucionarios.
Los explotadores ganaron la partida y restablecieron el orden milenario, los pobres se controlarían así mismo, quedando la policía a cargo de exterminar a los pocos “duros de mollera” que se sustraían a los condicionamientos impuestos desde la más tierna infancia. Desde entonces que la izquierda, pese a que los explotados sean la mayoría, es minoritaria.
Ojalá sólo dos fueran los errores.
Hace un año se creyó, y hasta fue posible, que en Chile las cosas cambiaran en lo estructural. Aunque sólo los afiebrados pensaron que estábamos frente a una revolución social, lo cierto es que asistimos a una revolución política, la que, claro está, fue sofocada a duras penas, y a última hora, por el pos pinochetismo.
Después de una revolución perdida la tarea urgente es contener la contrarevolución, reducir los daños. Sin embargo gran parte de la izquierda nacional razona partiendo de a lo menos tres errores, los cuales se multiplican con los errores mencionados en el primer párrafo de este texto:
Uno, que lo que ocurrió en el 2011 fue una revolución social.
Dos, que dicha revolución se ganó, a lo menos en lo subjetivo.
Tres, que dicha revolución continúa, que lo subjetivo, “más temprano que tarde”, se materializará en lo objetivo.
Gran parte de las calamidades deben atribuirse a los malos diagnósticos. La sobrereacción de la izquierda ante cualquier atisbo de resistencia, o porfía, de los ciudadanos, el repudio a los símbolos de la explotación, más no a la explotación misma, la identificación con los atropellados por el macroempresariado en la calidad de consumidores, la solidaridad con los aspirantes a explotadores y el repudio generalizado contra los pobres, tan marginados que no pueden aspirar ni a ser explotados, demuestra que en Chile algo cambió pero nada en lo sustancial. Y si algo se mantuvo exactamente igual es que la izquierda sigue siendo minoritaria.
Que miles de personas se junten y marchen dice mucho, pero cuando estas personas no saben muy bien por lo que marchan, sus reivindicaciones no son genuinas, sus valores al ser confrontados en el día a día no distan de los que usan nuestros enemigos para gobernarnos, no es posible hablar de un reconocimiento, del despertar de una izquierda dormida, sólo se puede decir que se trató de una moda.
Esperemos que no sea pasajera, pero no esperemos que no sea moda, que deje de serlo porque más personas la adopten o porque se conserve por mucho tiempo. El protestar seguirá siendo moda mientras las personas no sean capaces de entender lo que está en juego.
Y aquí volvemos al principio ¿Es posible que las personas se den cuenta de lo que está en juego si han sido producidas por y para este sistema, es decir, justamente para que no se den cuenta de lo que está en juego? Si es que algunas, pese a eso, se dan cuenta ¿Es posible que de su diagnóstico surjan acciones efectivas para transformar radicalmente lo existente si han sido producidas por y para este sistema, para que crean, en lo más íntimo, que lo posible se confunde con lo existente?
La izquierda es y será minoritaria, por más que nos ufanemos de lo contrario. Son muy pocos los que se pueden emancipar de su madre, por más malvada esta haya sido. Hemos sido educados por el Estado-Sociedad y quienes cruzamos todos los límites, incluso los de la cordura, para superar dicha educación, ocupamos gran parte de la vida sólo en eso.
Este año no pasará nada.
Este año no pasará nada porque hay elecciones, y esto no tiene que ver con que crea que el electoralismo es mayoritario, ni mucho menos.
El electoralismo no es mayoritario, pero al menos es masivo, no como la izquierda, que es minoritaria y elitista.
Y el electoralismo precisa de mano de obra descalificada, en otras palabras, dispone de los marginales, del “bajo fondo”, del “lumpen”, para realizar sus caras labores de repintar paredes, cuidar “palomas”, asegurar territorios o destruir a la propaganda de los demás.
Esa mano de obra descalificada es la fuerza de choque, el verdadero poder tras las marchas ordenadas y pacíficas organizadas por los hijos de explotadores, actuales explotadores encubiertos y futuros patroncitos. Los que cuidan carteles, y desatan su furia contra los “de la otra cuadra” no harán barricadas este año; cada chuchada de ellos se extrañará, el movimiento perderá su única potestad: la de dejar la cagá en el centro el día que se les antoje.
La izquierda es minoritaria.
Carlos Marx intentó transformar una derrota en un triunfo, la izquierda desde entonces presume de mayoritaria sin entender mucho el mundo que le ha tocado vivir. Es más, la izquierda piensa y actúa con los lineamientos que les han dado los explotadores.
Ojalá un diez por ciento de los que se indignan por el homenaje a Pinochet fueran un diez por ciento de lo izquierdista que presumen ser, otro gallo cantaría. Ser minoría no es un problema insalvable, no asumir que se es minoría sí lo es.
Más que mal vivimos en un Estado-Sociedad creado y recreado por una minoría para su disfrute; padecemos en un país que corresponde con lujo de detalles a un sueño húmedo de Jaime Guzmán, conforme al cual una minoría, percibida como tal, impone su voluntad por sobre una aplastante mayoría que al menos está de acuerdo en estar en contra de la UDI y RN.
Asumirse minoría permite definir si buscaremos ser la mayoría o simplemente transformar lo existente. Si buscamos ser la mayoría es porque nos creemos la chapuza liberal contra la cual intentó lidiar Marx con la chapuza del proletariado, como si el mundo fuera esencialmente democrático y sólo debemos convencer al 50% +1 y todo está listo.
Si buscamos ser mayoría malgastaremos nuestras escasas energías en propaganda, sea de la electoralista o de la que supone que colocando bombas de ruido en cajeros automáticos hará “despertar” al pueblo oprimido, para que se haga “consciente” de la explotación.
Que alienación y que ocho cuartos, la izquierda es y será minoritaria, no porque el proletariado duerma y deba ser despertado, sino porque el sistema es quien ha producido a ese proletariado a su imagen y semejanza. La izquierda será mayoritaria cuando se supere de una vez y para siempre el Estado-Sociedad y sea el humano quién produzca al humano, conforme a la moral más alta.

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente articulo compadre, los últimos te había encontrado alejado de lo medular de los temas, sobre todo con el del "abogado shuper loco hippie izquierdozo no me ducho todos los días pa ser más upeliento" pero este van a la discusión actual que muchos no quieren ver o simplemente no quieren generar "que es la izquierda hoy y como se construye para el triunfo" quedandose con las migajas de los patrones sin tratar de cuestionar desde la profundidad el sistema capitalista imperante.

Mientras otros añoran experiencias antiguas, es la hora de mirar el presente y plantearse desde el ahora la futuro.

Un abrazo fraterno

Pelayo Vera

Poetree2 dijo...

Wen artículo! Una pregunta que me deja es si somos tan buenos pa replicar el adoctrinamiento merced años de escuela y "baba catódica" cómo se puede llegar a juzgar esa moral alta? Sin duda la educación debe ser un diálogo, por eso creo que el rol de muchos maestros debe ser sembrar la duda... Salud!

Anónimo dijo...

Lo primero saludarte y felicitarte por el "estallido" esta bien bueno el programa. En cuanto al articulo concuerdo plenamente con lo que planteas y era un germen visible en varios aspectos de las movilizaciones de 2011 al apreciar su contenido lo que se demandaba era mayor acceso y mas educacion estatal, es decir un acceso igualitario a una fabrica de anestesiamiento mental, en ningun momento se cuestiono que la educacion fuera un recinto centrado principalmente en adiestrar niños en determinado control conductual o en un aprendizaje memoristico descontextualizado de la realidad. Se podia sentir en las marchas cuando los universitarios buena ondi estaban mas preocupados de aislar a lo que les gusta etiquetar como "flaites" o "lumpen" que hacer algo contra la brutalidad policiaca.
Las movilizaciones sociales de las que hemos participado reflejaron la aspiracion de una gran mayoria de hacerse participe en mejores condiciones de un banquete que requiere exprimir la vida de un importante numero de personas a las que se las convierte en ganado igual que a los cerdos de agrosuper, al final ese contenido ciudadanista tenia que ver con alcanzar un puesto de mayor privilegio dentro de la misma sociedad divida en clases, nunca se cuestiono el vivir dentro de una sociedad jerarquizada sino que quienes estan en el poder se porten un poco mas decentes.
En ese sentido la izquierda es una minoria no asumida de tal que pretende disputarle al discurso dominante el terreno dentro de indicadores capitalistas, subir un par de puestos en la ocde(la nueva biblia de las demandas) no se traduce necesariamente en libertad o felicidad.
La izquierda solo puede ser una amenaza real al sistema de dominacion solo si cuestiona las premisas fundamentales del sistema que se plasman claramente en esa mentalidad del lucro por el lucro y para el lucro, me refiero a ser una alternativa de civilizacion y no de administrador mas equitativo de lo que existe, cuestionando la existencia del estado autoritario y verticalista que se reproduce como logica en todos los aspectos de la cotidianidad, atreviendose a ir contra los valores mas arraigados en las personas como el trabajo que se ha convertido en la mejor policia para mantener a todo el mundo a raya junto a la carcel, la acumulacion de capital y la privatizacion de recursos que deberian ser colectivos finalmente es desde ahi que emana la materialidad del poder de la democracia burguesa, sin embargo el calculo electoral asquerosamente mezquino hace siempre postergar esa critica para el dia despues de que se tome el control del mismo estado opresivo, fundamentandose en el temor de alejar a las "mayorias" es decir la misma mentalidad del poder y ahi uno se da cuenta lamentablemente, que la izquierda tambien esta colonizada en su yo mas intimo por esta misma logica autoritaria y mercantil.
Al final lo que demuestra el sistema de dominacion en su premisa del lucro por el lucro es un desborde de irracionalidad y en su institucionalidad jerarquizada la misma mistificacion que uno podria encontrar en las religiones y frente a ese escenario en que se es minoria solo queda plantearse desde la racionalidad con fundamentos cientificos que demuelen por completo ese hibrido transgenico que es el postmodernismo como logica cultural del capitalismo.
Siendo minoria frente a una irracionalidad mayoritaria lo que queda es repensar la civilizacion en forma radical y cientifica lo que creo que seria una izquieda con muy pocos votos pero muy eficaz para lo que realmente deberia ser su propuesta el desarrollo integral del ser humano en contraposcion a la legion de automatas hiperespecializados, es mas efectiva una minoria avispa cualitativamente superior que una mayoria que peregrina como una legion de bueyes.
Bueno espero no haberme extendido mucho saludos Ariel.

Christopher.

Anónimo dijo...

Buenisimo Ariel, uno de los articulos que mas me ha gustado de todo lo que escribes, yendo a uno de los puntos centrales (habia escrito mas largo pero se borro y me da paja escribir otra vez, jajaja). Salud, fuerza y lucha!

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