Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.
Volver al Inicio
Entradas Antiguas
Categorías
Academia
(36)
ANDHA
(6)
Archivos de Prensa
(11)
Artículo del Recuerdo
(12)
audio
(34)
autodenuncia
(10)
caso bombas
(34)
Caso Lavandero
(9)
caso Saif Khan
(13)
chaucha
(1)
Comentarios
(2)
comunismo difuso
(1)
crisis sistémica
(9)
cuba
(9)
Derechos Humanos
(26)
Drogas
(3)
Economía
(8)
el blog de azetaene
(1)
el juego de la razon
(2)
fascisbook
(15)
Fiestoforo
(6)
Filosofía
(9)
Fujimori
(1)
Genero
(5)
huelga de hambre mapuche
(10)
Igualdad
(8)
inteligencia
(1)
jorge ojeda frex
(7)
La Mala Educación
(8)
Liceo de Aplicacion
(5)
Medios
(11)
mpt
(10)
piraña
(7)
Politica Internacional
(44)
Política Nacional
(87)
postales para el bicentenario
(2)
Presidenciales 2009-2010
(30)
proyectokombi
(1)
Religion
(3)
Rock
(1)
se viene el estallido
(41)
taller de critica al derecho
(12)
teletoing
(1)
terremoto
(13)
Transantiago
(7)
Un minuto de confianza
(56)
venezuela
(2)
vicso
(2)
videos
(13)
viñetas
(35)
Violencia y Control
(44)
vViolencia y Control
(1)
sábado, 29 de noviembre de 2014
Linchamiento en Agustinas con Bandera.
4:52 p.m. | Publicadas por
azeta |
Editar entrada
Una oportunidad para
comprender a nuestro sistema penal.
Por Ariel Zúñiga
Núñez @azetaene
Los derechos humanos son un catálogo realizable a mediano plazo y
constituyen el programa de la izquierda ilustrada. Esta frase podría
resumir mi libro civilización y derechos humanos que publiqué hace
un año y dos meses y que condensa de forma sistemática el trabajo
de más de ocho años en esta bitácora. Por lo tanto soy el primero
en celebrar que tantas personas hayan apelado a los DD.HH para
objetar la acción espontánea de un grupo de transeúntes que linchó
simbólicamente a un menor de edad por el supuesto robo frustrado a
un anciano. Sin embargo considero imperativo realizar algunas
precisiones.
Es fácil engarzar esta acción a una histérica campaña de
insegurización de más de cien años y que data de aún antes. Se
debía temer a los bolcheviques, luego a los nazis, después a los
comunistas, a los vagos, a los dementes, a los “pelusas”, a los
delincuentes de poca monta, a los mirachos, a los upelientos, a los
sapos, a los cubanos, a los terroristas, a los estudiantes, a los
pungas, maricones, punkis, metaleros, hiphoperos, flaites,
anarquistas y veganos.
Antes había que temer a las brujas.
En los últimos 20 años podemos trazar una linea continua entre los
comerciales de Don Graff de Paz Ciudadana, pasando por Mea Culpa,
COPS en el cable, atrapados por la realidad y Emilio Sutherland. Los
más jóvenes pueden concluir velozmente que aquellos ciudadanos que
se cobraron justicia por mano propia son fachos, tanto como lo es el
chileno promedio, y que esto revela lo peor de nuestra sociedad, la
vigencia del pinochetismo y la consumación del proyecto neo liberal.
Incluso Carabineros reaccionó frente a estos hechos cuestionando el
atentado contra los derechos humanos que había perpetrado una turba,
haciendo presente los riesgos de estas acciones, ergo, que debe
dejarse a los “profesionales” a cargo de estas “delicadas
tareas”. Nadie en su sano juicio consideraría a Carabineros como
una institución que pudiese reprocharle a alguien conductas de este
tipo, menos que lo haga institucionalmente.
Los comentarios airados han sido tan espontáneos como la acción que
se reprocha, y por lo mismo tan destemplados. La agravante es que
ninguno de los comentaristas se ha retractado ni le ha dado una
segunda vuelta como sí, seguramente, lo hizo cada uno de los
transeúntes que participaron en el linchamiento simbólico.
El primer elemento que se debe despejar es que no se trata de una
violación a los DD.HH aunque sin duda pudiese tratarse o de un
exceso en la legítima defensa de terceros o bien de algún delito
sexual en contra del menor. No puede ser constitutivo de una
violación a los DD.HH porque solo los órganos del Estado pueden
incurrir en esas conductas; los demás deben vérselas con los
órganos del Estado si es que comenten algún delito o falta.
Esto último es un argumento meramente formal, pero se hace
ineludible mencionarlo en atención a la cantidad de personas que lo
pasaron por alto, empezando por muchos abogados.
Lo segundo que debe relevarse es que tras las declaraciones oficiales
de Carabineros no se está haciendo otra cosa que intentar reafirmar
un monopolio que hoy sienten que se está debilitando. En nuestro
país no se aceptaron las detenciones ciudadanas hasta bien avanzada
la reforma procesal penal pese a que nunca estuvo prohibida. Es
absurdo pretender que haya tantos Carabineros como para aprehender a
todo transgresor, en todo lugar y en todo momento. La detención
ciudadana es una extensión de la legítima defensa, la que puede ser
propia o de terceros.
Según muchos autores el primer derecho que existe, y del cual
derivan todos los demás, es el de auto defenderse. Así que es muy
importante reafirmar la vigencia de este derecho, el cual posee muy
pocas limitaciones. En general la auto defensa debe ser proporcional
a la falta y con la intención de contenerla, y dicha falta debe ser
contraria a derecho. El límite es la venganza, la que está
prohibida al menos en la forma de la vendetta, pero se trata
de una frontera difusa que debe evaluarse en cada caso. Lo que se
pretende, desde el poder, es que las personas no se hagan justicia
por mano propia.
En reiteradas oportunidades me he referido a un caso, que no se trata
de un ejemplo rebuscado, por ocurrir cada vez que existen
manifestaciones ¿Qué sucede si se sorprende a un policía
infiltrado dentro de una organización política? Simple, hemos
sorprendido a un delincuente cometiendo un delito, para empezar se
trata de una obstrucción a una investigación, al espionaje de
asociaciones que están permitidas por la ley y que desarrollan
garantías a derechos fundamentales, es decir, DD.HH. Puede ser que
no encontremos un tipo legal preciso en contra de ese infiltrado,
aunque sí es normal que porten armas, lo que sí los haría incurrir
en el delito de porte por lo que explicaré después. El caso es que
difícilmente encontremos a un fiscal que investigue a un policía
haciendo la guerra sucia y así mismo es muy probable que si se lo
detiene ciudadanamente luego sean detenidos los aprehensores. Si es
que eso último ocurre se puede argüir la legítima defensa de
derechos propios y de los terceros. Esto porque no existe ninguna
norma legal que faculte a los policías a infiltrarse por lo que si
lo hacen estarán a su suerte, como dicen, tras las lineas enemigas.
Y del mismo modo que si yo sorprendo a un pastero que acaba de saltar
la pandereta de mi casa me puedo comportar con dicho policía que
realiza una tarea contra todo derecho. Los policías sólo son
policías dentro del ámbito de sus competencias y respetando a la
ley, un policía sin identificarse no es policía, un policía
delinquiendo no es policía, un policía violando los DD.HH no es
policía. Y si porta armas por ser policía al dejar de serlo, por
alejarse de la ley, tal porte es ilegal y debiera sancionarse
criminalmente.
Esto que digo no es cuento, que no se nos olvide que Espina y Harboe,
los redactores del proyecto de nueva ley antiterrorista pretende
autorizar a los policías a infiltrarse. Dicha normativa sería
innecesaria si ya contaran con dicha atribución.
Lo tercero que debe ser puesto sobre la mesa es porqué sólo los
policías podrían repeler los delitos y las violaciones a la ley.
Este argumento se ha reiterado una y otra vez, o bien ha sido el
fundamento de otros que descansarían en esa afirmación sin
cuestionarla. La verdad es que no existe ningún fundamento para
ello, lo único que hace diferente a los policías de los demás
ciudadanos es su derecho a portar armas.
Por lo tanto las policías cuentan con el monopolio del uso de la
violencia armada pero en ningún caso con el monopolio de la defensa
de los derechos de los ciudadanos.
El cuarto asunto es si este monopolio del uso de la violencia armada
es propio de este programa de la izquierda ilustrada que serían los
derechos humanos.
Aquí debemos acotar que en mi libro se explica hasta la nausea que
los DD.HH no se respetan en ningún lugar del planeta, por lo tanto
siguen siendo un proyecto. Lo importante es que es un proyecto
realizable.
Dicho esto se debe dejar en claro que la concreción de los DD.HH
lleva necesariamente a la disolución de el Estado, es decir, de
aquella institución que monopoliza la violencia armada. Nada es más
contrario a los DD.HH que el sistema penal, y esto incluye a
policías, jueces y cárceles.
Quinto asunto, dicen que el linchamiento simbólico es un grave
atentado a la cultura de los DD.HH, dicho de otro modo es un pésimo
ejemplo.
No pienso que sea el caso, ni lo uno ni lo otro. La educación de los
DD.HH no puede ser nunca un culto ciego al pacifismo. Los DD.HH son
un anhelo político dentro de una sociedad que los transgrede en cada
minuto. Es imposible realizarlo eliminando así sin más a la
violencia de la ecuación. Lo que se debe suprimir es la violencia
estatal y luego, reapropiado el mundo, intentar limitar la violencia
evitando la acumulación de poder. Si cada uno tiene tanto poder como
el otro es imposible que se consumen las barbaridades a las que nos
tiene acostumbrada la civilización, entre ellas el sistema penal que
es la peor de todas después de la guerra. El desarrollo de la
cultura de los DD.HH implica la formación de personas integrales,
autónomas, conscientes de sí y de sus derecho, y por lo tanto de
sus semejantes y su entorno.
Sexto, a muchos se les olvida que los primeros sindicalistas tenían
la saludable costumbre de secuestrar a sus patrones hasta que le
pagaran lo justo. Hoy sobran personas de izquierda que gritan a los
cuatro vientos que se debe esperar a que las instituciones funcionen
¿Habrá algo más facho que eso? Se trata de un culto, incluso
fascistoide, a lo instituido. Desde qué prisma estamos juzgando lo
existente si depositamos tanta fe en cómo está organizado el mundo.
Dicha supresión de la auto tutela de los derechos consiste en un
abandono de los mismos ¿o acaso han visto a algún empresario que
espere a que las instituciones operen para defenderse? Es una clara
desventaja el conceder la defensa de los derechos a los mismos que
los transgreden. Esperaremos a los policías para que nos libren del
asaltante del anciano y a los tribunales para que sancionen al patrón
que incumple las leyes laborales. Olvidamos que los gobiernos y los
jueces son colocados ahí por los patrones y las leyes redactadas por
sus asesores.
Y si no podemos autodefendernos tampoco podemos funar a los
violadores de los derechos humanos.
Séptimo asunto, es tan primordial el derecho a la autodefensa que de
él depende el derecho a la insubordinación legítima, es decir,
aquello que nos permite desobedecer leyes ilegítimas y deponer
tiranías.
Me parece saludable que se estén discutiendo estos asuntos, que sea
la propia prensa del capital la que termine acotando que se han
violado los derechos del menor detenido. Aunque se debe tener
presente que lo hacen porque ven en peligro el monopolio del poder.
Están plenamente conscientes que estas pequeñas cosas están
minando el orden. Basta con escuchar a Don Francisco utilizando la
tribuna que le da la teletón para comprender cuán asustados están.
Tal como mencioné en el artículo anterior una nueva mentalidad surge y se desarrolla, la conversación uno a uno está
desentructurando al poder que se había consolidado a expensas de la
individuación, privatización y finalmente la separación e
incomunicación de todos los hombres; nunca nos hemos comunicado
tanto como en los tiempos que corren.
Es imprescindible recordar que el Estado surge gracias a la
expropiación de los conflictos individuales, es muy importante que
las persones tomen la justicia en sus manos pues así debe ser, y al
hacerlo desestatizan la sociedad. El Estado ha vendido la falsa
historia que la expropiación de los conflictos se ha hecho para
suprimir a la violencia sin embargo gracias a los sistemas penales
modernos tenemos los más altos niveles de violencia que una sociedad
se haya permitido, lo que ocurre es que la modernidad nos escondió
el cumplimiento de las condenas en las cárceles, allí donde no
podemos verla.
En el caso en comento existió una vejación, algo que se conoce como
una pena infamante, algo que fue suprimido por el derecho moderno.
Fue aplicada espontáneamente por una turba la cual sublimó el
mensaje entregado por los propios medios. Si uno ve televisión todo
el día debiera concluir que a ese joven habría que quemarlo vivo,
sin embargo vemos cómo la limitación de la violencia opera incluso
en un contexto de euforia.
Hace siglos nos robaron nuestro derecho a hacer justicia, y a esa
barbaridad la llamamos civilización. Si cada grupo humano actuara
así, identificando a los delincuentes en vez que ser mudos testigos
de sus actos, defendiendo a los débiles cuando son atacados, y
sancionando en un solo rito, sin muertos, sin años de
encarcelamiento, no necesitaríamos policías ni cárceles y les
aseguro que aquella delincuencia que ataca a los más pobres estaría
erradicada. Un pueblo así de consciente de sus derechos antes de
atacar a ladrones de poca monta iría tras los verdaderos criminales
y les dará su merecido aún cuando se parapeten en la Casa Piedra.
Deje su Comentario Acerca del Blog
Tweet
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario
Deje su comentario o sugerencia, aunque no sea una crítica. A veces basta un saludo.
Vea los comentarios anteriores.