Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.
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lunes, 18 de diciembre de 2017
El Pueblo no ha sido Derrotado.
4:43 p.m. | Publicadas por
azeta |
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El
hundimiento de la concertación y el frente amplio.
Por
Ariel Zúñiga
A pocas horas del triunfo
aplastante de Sebastián Piñera contra una coalición conformada por
la concertación, el partido comunista y el naciente frente amplio,
se hace imperativo explicar cómo fue posible que el candidato de la
derecha más dura derrotara a los estudiantes que casi lo hacen
perder el 2011. Al menos eso pareciera desde el extranjero o desde
los sectores que se mantuvieron cerca de las luchas. Es bueno
explicar que el 2011 no fue una lucha de estudiantes versus Piñera
sino que significó una revolución cultural, la que se gestó en la
calle, a espaldas de las universidades. Los grupos universitarios que
dieron origen al frente amplio (SURDA – NAU) autónomos, movimiento
autonomista y revolución democrática no fueron los actores
determinantes del 2011 sino los encargados de organizar y amplificar
la derrota tiempo después. En las elecciones pasadas no se
enfrentaron los adversarios políticos del 2011 sino que las dos
coaliciones políticas históricas contra una nueva, que en parte es
heredera de esas luchas. Sin embargo el frente amplio no es el sujeto
político que tuvo en las cuerdas a Piñera en 2011. El pueblo
organizado, ese que luchó y lucha en la calle, no ha sido derrotado
ni políticamente ni electoralmente. De todos modos se debe resaltar
que parte del caudal electoral potencial que tiene el sujeto
revolucionario surgido en el 2011 jugó un rol electoral
importantísimo.
Nada es más útil que una buena teoría, sin embargo dicha utilidad
no necesariamente se presta en pos de los que pretendía servir el
teórico. Eso en tanto se trate de grandes teorías; cuando estamos
frente análisis aventurados, a lo más puede ser útil el tejido
superficial de las mismas: su retórica, sus énfasis, su palabrería.
Sin embargo, en algunas oportunidades, un análisis aventurado puede
servir de advertencia, de espejismo, de insumo para una emboscada. La
crucial diferencia con una buena teoría no radica en su inutilidad,
sino que en lo azaroso que puede resultar ceñirse a un análisis
aventurado. Para quienes tienen el poder es muy sencillo hacer de una
mala teoría que se ha popularizado el fundamento de las nuevas
políticas de terror y explotación, esto porque con su dinero pueden
corromper el azar y llevar las cosas a su favor. Visto desde ellos,
desde su ideología productivista, una mala teoría puede resultar de
mucha utilidad.
Un análisis aventurado puede servirse en un plato biselado de oro,
como una gran teoría puede estar envuelto en papel roneo en el
carrito de completos de la esquina.
Sí, carrito de completos, no foodtruck ni hotdog, una buena teoría
está en una cuneta meciéndose en el concho de una cerveza no
artesanal.
Las buenas teorías que antes surgían en los cafés, hoy se exponen
en las redes sociales. Pero nacen en el tormento cotidiano de la
injusticia, del abuso, de la explotación.
En los carros de completos, papas fritas y sopaipillas, también
surgen análisis aventurados, sobre fútbol, delincuencia,
corrupción, espectáculo, política electoral, pero siempre hay un
curao odioso que logra hacerse de la peor parte del falaz argumento y
arrojárselo a la cara al que lo profirió. Hay cosas que se pueden
decir en la fila del pan, pero en un carro completero a las cuatro de
la mañana no se puede exponer cualquier tesis. Es el pueblo
adolorido quien replica, haciendo aspavientos de su marginalidad y
pobreza.
Lejos de los carritos, los análisis aventurados campean en los
seminarios académico-empresariales, llegan pronto a los oídos de
los periodistas que los difunden en sitios seguros, lejos del odioso
escrutinio popular. Allí compiten con otras teorías aventuradas, se
fusionan con las directrices del macroempresariado, de pronto tenemos
un término nuevo que debemos incorporar al glosario del neolenguaje,
o un cuerpo “teórico” completo y suficiente, algo que se
presenta como un taladro alemán hecho
en China, y de pronto subordina la discusión pública
televisiva, radial y editorial.
Así ocurrió hace seis años con el derrumbe del modelo.
Teoría cortesana.
La derecha suele producir teorías lamentables. Para un derechista su
interés, y lívido, está puesto en el dinero. Una teoría es
demandante, requiere de observación silenciosa, creatividad,
ideación recurrente, palabras que asaltan el día y la noche,
durmiendo o insomne. La teoría es la mayor manifestación de la
inconformidad que se tiene con lo establecido. El ciudadano de
derecha suele encontrarse a resguardo de las condicionantes que
suelen arrojar a los marginados al abismo de la teorización.
La teoría debe ser novedosa, no por el dictado de algún manual de
metodología sino que por un asunto práctico tan banal que resulta
invisible: Ya que la teoría es una manifestación de una profunda
inconformidad, si alguien más ha resuelto teóricamente el problema
la mera lectura de su trabajo nos servirá para lidiar con esa
incomodidad. Si la teoría es insuficiente la podemos complementar,
ampliar, adaptar a la realidad nacional, traducir, comentar,
confrontar o elaborar otra ¿Para qué tomarse la molestia de hacer
una copia?
Ese trabajo innecesario de copiar y pegar, lo que antaño se decía
glosar, de ningún modo podría satisfacer a un espíritu inquieto.
Sin embargo el hombre del capital no es uno de espíritu libre, menos
inquieto. Es un juglar de la tiranía disputándose un sitio abrigado
en la corte.
El teórico cortesano carece de las ansías de comprender para
cambiar, sólo pretende cambiar su situación personal transfiriendo
un conjunto de conocimientos, suyos o ajenos, y transfiriéndolos en
el mercado como cosa propia al mayor precio de venta posible.
La utilidad del derrumbe del modelo para Piñera.
Nunca sabremos, esto lo afirmo porque dudo que los actores estén en
condiciones de confesar tales hechos, si la teoría, o análisis
aventurado, llamado “el derrumbe del modelo” fue mandado a
redactar de ese modo ex profeso, si se le dieron ciertas directrices
al autor o si simplemente se trata de una de las comedias de
equivocaciones más intrincadas que nos haya brindado la historia.
Corría el 2011 y el gobierno de Piñera no hallaba modo de controlar
una crisis que tenía desfilando un millón de personas por la
Alameda. Las protestas masivas comenzaron antes que éste cumpliera
un año en el poder. A Lagos y Bachelet le había tocado lidiar con
explosiones similares, las de 2000 y 2001, y la de 2006 que casi
tumba su gobierno. Desde la derecha se recomendaba mano dura y así
lo expresaban sus voceros sin ambages desde las innumerables tribunas
del capital.
En el 2011 la mano dura no contenía las protestas, era necesaria una
tecnología más sofisticada para contenerla. La crisis de Piñera se
agravaba, ninguno de los remedios del pasado servía. La concertación
aún no se recuperaba del estado de shock en que se encontraba
sumida luego de la derrota de Eduardo Frei así que no era útil para
contener los desmanes. La debilidad del gobierno, y su evidente
antagonismo con los manifestantes, sirvió de aliciente y en unas
pocas semanas el conflicto escaló desde una ola de protestas
nacionales a una revolución cultural.
El capital se encontraba maniatado, Piñera había asumido el poder
creyendo que su ingreso a la Moneda contaba con la legitimidad dada
por el triunfo cultural previo del pinochetismo, en menos de un año
ni resucitando a Jaime Guzmán se salvaban.
El gobierno estaba a merced de los manifestantes, para el mes de
julio lo único que evitó que el gobierno cayera fue la omisión de
los sublevados. Fue una mezcla entre la ignorancia política,
consecuencia de los procesos de despolitización pinochetistas y
pospinochetistas, y de la ideología que portaba la generación que
estalló: Zapatista, cambiar el mundo sin tomar el poder,
altermundista, socialdemócrata y pacifista, Seattle, Attacc, Porto
Alegre. A eso hay que sumarles el corralito, Buenos Aires,
piqueteros, empresas autogestionadas. Un corpus de ideas que habían
aflorado en las protestas contra la APEC, en los mochilazos de
2000-2001, y como ensayo final en el 2006. Todo eso conspiró en que
las asambleas organizadas en todo el país aspiraran a deponer el
gobierno.
Se tuvo tanto poder en esa ocasión que se podía paralizar al país
sin necesitar de la CUT. De hecho las organizaciones de trabajadores
atornillaron para el lado de Piñera, ni un apoyo de la ANEF, de los
trabajadores del cobre, de la CUT, del colegio de profesores. Empero
la falta de ayuda de las organizaciones afines a la movilización
desde su seno no se planteó una salida al conflicto, sólo una
constante escalada que por entropía tarde o temprano se agotaría.
Ideas que habían resultado útiles, como una navaja suiza, a la hora
de enfrentar la escalada represiva en años anteriores, protestas sin
convocantes o autoconvocadas, marchas sin intenciones de marchar,
asambleas gobernando las tomas, determinaron el curso de los
acontecimientos. Era el espíritu de los tiempos, el dominio de las
técnicas informáticas permitía la coordinación descentralizada de
acciones, recordemos a los SMS en los mochilazos.
Se trataba de la generación más preparada para dar la batalla pero
la menos capacitada para comandar una revolución social.
De esta fragilidad no hemos hablado nunca, sabiendo de ella desde el
comienzo. No había que decir nada de esto, la derecha se rendía día
a día a los manifestantes sin que estos supieran de política. Esta
generación dorada de la guerra callejera era por definición, y
autodefinición, “apolítica”. Sus vínculos por afinidad eran
marginales, contraculturales. Su modo atomizado de relacionarse
impedía tener una cabeza que pudiera ser tumbada por el enemigo pero
también bloqueaba cualquier salida, la que necesariamente habría
sido negociada. Para el capital el caos no se podía eternizar, había
que buscar un modo de sacar a la generación altermundista de la
calle. La situación se tornó inmanejable cuando los padres de los
jóvenes enardecidos salieron con ellos a marchar y comenzaron a
justificar sus acciones.
La revolución cultural entonces había comenzado, la legitimidad del
pinochetismo y neopinochetismo se había “derrumbado”. El país
despertaba de una oscura pesadilla, renacen dos millones de sujetos
politizados, que desde la óptica del capital son radicales de
izquierda.
Las oficinas del macroempresariado por esa época se asemejan al bar
del Titanic, un lugar en que beben los que se resignaron a conseguir
un espacio en los botes salvavidas ¿Qué hemos hecho mal? ¿Porqué
no nos quienes? ¿Quienes son ellos? ¿Se les puede derrotar?
Esas interrogantes, apremiantes para los gerentes y dueños del país,
las respondió un sociólogo que luego fuera precandidato a la
presidencia del Frente Amplio.
Su mensaje es claro, el capitalismo ya no es el mismo, las formas
oxidadas de la explotación de ayer están cediendo a la presión y
eso explica los ruidos que escuchamos. Sin embargo el edificio está
en pié, de lo que se trata es de cambiar esas vigas o decir que se
van a cambiar.
Respecto al sujeto revolucionario, el sociólogo Mayol se empeña en
hacer entender a los macroempresarios de la ENADE que no son los
comunistas que una vez hubo que matar, son grupos organizados gracias
a las redes sociales virtuales, pero que no tienen una organización
estable partidista, jerarquizada. El futuro precandidato presidencial
se anima a explicarle al fascismo quien es el nuevo enemigo interno.
El sujeto revolucionario no es muy diferente al imputado promedio por
el caso bombas, la gran diferencia es que los abogados que los
defendieron hicieron cuanto estuvo a su alcance para no darle pistas
al capital y sus policías de cómo eran las nuevas organizaciones.1
Mayol les dio la receta, estamos frente a un nuevo sujeto
revolucionario, no es el comunista que matamos, exiliamos y
torturamos una vez, no es tan diferente, pero se organiza de un modo
diverso. Una serie de reformas socialdemócratas de quinto enjuague
servirán para concitar el apoyo de la mayoría y recuperar la
legitimidad pinochetista perdida.
El capital tomó nota, Piñera aprendió que no todo el país estaba
feliz con el dinero plástico, los mall, el daewoo con tres capas de
cera kit, que había una porción importante del país que no lo
quería ni lo querría. La crisis del 2011 la logró resolver a su
favor disponiendo de los favores de la concertación. Ello fue
políticamente sencillo, lo complejo fue evitar que se replicara el
2011 en los años sucesivos manteniéndose las condiciones objetivas
y subjetivas.
Eso lo consiguió utilizando esa mala teoría, la del derrumbe del
modelo, una que tenía un nombre terrorífico y por su negatividad
nadie que se precie de derecha la hubiese suscrito. El sistema
ideológico pinochetista había colapsado, por lo que Piñera debía
dejar de hablar con entusiasmo del mismo, había que señalar hacia
el futuro, buscar las soluciones en el más allá.
Fue la derecha la que propuso cambiar el sistema electoral para los
congresistas, más precisamente Carlos Larraín, en presidente de
renovación nacional de ese entonces. La derecha había renunciado al
poder total, mientras Piñera gobernaba. A cambio de esa renuncia
Piñera podía terminar tranquilo su periodo de gobierno y legarle el
“derrumbe del modelo” a su sucesora. El cambio del sistema
electoral sería el dique que contendría la presión hasta que los
jóvenes del 2011 se aburran, inserten o envejezcan.
Los datos del SERVEL demuestran que la derecha hizo cuanto tuvo a su
alcance para que Bachelet ganara esas elecciones. Le mezquinaron
hasta el último peso a Evelyn Matthei. No sabemos si con Laurence
Golborne habrían hecho lo mismo, pero claro está que los que
apoyaban a éste no eran adeptos a la tesis de Carlos Larraín. De
ganar Golborne seguramente se les cae el techo; sólo Bachelet podía
salvar a Chile con su mensaje de edulcorada paz y amor.
Ese fue el año decisivo, se acordó un nuevo sistema electoral y se
eligió a Bachelet. El nuevo sistema electoral abrió el apetito de
los nuevos actores políticos y desplazó la energía de la izquierda
desde las asambleas a las camarillas. Se habían creado las
condiciones para que emergiera el frente amplio.
El frente amplio o la confederación de los oportunistas.
Una de las discusiones frecuentes en el 2011 era aquella sobre la
voluntad de poder. Los cuadros habían sido formados bajo una
ideología anarquista, estaban los que se sentían tales y los otros
que, sirviéndose de varios nombres, se comportaban de modo idéntico.
Todos renegaban del poder, gobernaba la asamblea, no había líderes
sino que voceros.
El 2011 se gestó y peleó siendo hegemónico el anarquismo. Aquellos
que se sumaron tuvieron que dejar sus visiones organizacionales
autoritarias a un lado, ir a la asamblea y marchar codo a codo.
Los profesionales de la burocracia atacaron desde las federaciones
estudiantiles, las cuales en consorcio con el capital y sus medios,
suplantaron al movimiento social. Aquel fue el nacimiento de Camila
Vallejo, Giorgio Jackson y Gabriel Boric.
Fuera de la burocracia la discusión sobre el poder ocupaba un lugar
en la agenda. Con un millón de personas marchando por la alameda
podíamos aspirar a algo más que a salir en la tele.
Pero como la crisis se tornó en una revolución cultural pronto el
tema del poder quedó relegado centrándose los revolucionarios en sí
mismos, sus modos de vida, sus relaciones familiares y de pareja. La
politización de la intimidad también se vio alimentada por las
lecturas posmodernas e individualistas de los manifestantes.
La derrota a fines de agosto de 2011 no debía juzgarse con tanta
severidad porque más parecía una tregua. Habiendo emergido un nuevo
sujeto en el crisol de la revolución cultural, éste iba a luchar y
ser el protagonista de los años venideros.
Por eso guerra sostenida que ha dado la reacción ha sido para evitar
que el sujeto político, el producto de esa revolución cultural, se
tome la calle; para ello ha sido necesario insertar a los más
moderados en el sistema de participación política, y dotarlos del
voz en los medios del capital. Eso último se vio en los años 2012 y
2013, en que los “lideres del movimiento estudiantil” fueron
instalados en la prensa del capital junto con sus voceros oficiales y
oficiosos.
En 2011, la diversidad de las asambleas, y de las shoperías, sirvió
para que otros sujetos, diversos en sus posturas pero contestes en
sus métodos, se expresaran y poco a poco convergieran. Eran todos
aquellos que decían que había que disputar el poder, que había que
quitarse “ese pudor”, que había que servirse de la
infraestructura del capitalismo para volcarlo en contra de sí. Junto
a ese acuerdo previo también tenían otro, una crítica desmedida,
yo llamaría maletera, al comunismo, más precisamente al partido
comunista. En aquellos tiempos de efervescencia era difícil
distinguir a los dos grupos principales de anticomunistas:
- Por un lado aquellos que habíamos peleado en las calles y tomas en
contra de los comunistas en el 2000-2001 y 2006.
- Por el otro lado aquellos que profesan un anticomunismo de
formación, tomado de sus casas o colegios católicos.
Había un grupo de anticomunistas de colegio cuico que se fue
fraguando lentamente desde la segunda mitad de los noventa. Me
refiero a la SURDA y sus marcas asociadas.
A los militantes de la SURDA se los puede reconocer por su creencia
ciega en que se pueden usar las lógicas del capitalismo sin
contaminarse de él; y también por su anticomunismo maletero.
El 2011 fue un pésimo año para los surdos, su organización de
estructura jesuita (líder mayor pero jovial, carismático, que se
seduce a los más jóvenes y los deslumbra con su labia) era numerosa
y sólida. Entre todas sus facciones, ex surdos, amigotes, formaban
una patota considerable. Pero de ningún modo esa patota podía
incidir en los millones movilizados, menos podían penetrarlos con
sus discursos. Los surdos estaban condenados a ser una patota
marginal; su mayor temor era que las universidades quedaran afuera
del proceso.
Otros resentidos por la falta de apetito voraz por el poder
evidenciado el 2011 son los guevaristas de juventud rebelde, los que
también son anticomunistas maleteros por su formación miracha. Son
un grupo que han querido incidir pero siguen marginados a pequeñas
luchas estudiantiles. Es probable que pronto los veamos peleando
abiertamente por algún hueso arrojado por el capital, ya que en lo
fundamental no andan tan desorientados, hacen política para ganar.
Su oportunismo no pudo ser aprovechado por el frente amplio por ser
aún demasiado genuino y proletario este conglomerado ante sus ojos.
Jesuitas.
Gabriel Boric desplegó toda su verborrea surda, y su apatotamiento
maletero y anticomunista, para atacar a Camila Vallejo en la FECH.
Libraron una guerra fratricida que vista con años de distancia sólo
sirvió para contener un estallido social en ese año y conseguirle a
Boric un puesto en el congreso.
Los surdos desde entonces no han dejado de comerse unos a otros, pero
de todos modos convergen, ya que su formación y práctica es
calcada. Como lo sustantivo es la vocación de poder lo hecho por
Gabriel Boric debería elogiarse. El modo es irrelevante para los
surdos, por favor pídale a cualquiera de ellos que improvise una
disertación sobre el punto y podría tenerlo una hora explicándole
que las formas son irrelevantes a base de ejemplos rebuscados. Son
como unos leninistas antileninistas que la historia condenó a ocupar
un lugar marginal en donde no pueden capturar al Estado pero bien
pueden hablar como si estuvieran en condiciones de hacerlo.
Es difícil pensar al frente amplio sin este cemento surdo,
oportunista y anticomunista maletero, ligando cada una de las piezas
informes que lo componen.
El jesuismo de otro cuño, de los RD, cultiva otro tipo de
oportunismo. Más que leninistas son demócratas cristianos, saben
que su moderación de niño bien es un producto cotizado en el
sistema estatuido. Sin la moderación de los RD es altamente probable
que el FA haya mutado en una organización de huevones cagados de la
cabeza, o bomberos locos como se les llama a veces. Esto porque el
apetito de poder y masividad de los surdos los hace especialmente
tolerantes con los hueones cagados de la cabeza. Por hueones así me
refiero a aquellos que uno debe procurar marginar en cada espacio
porque si llegan a tener poder queda la cagada.
La tolerancia surda más la de RD demostró su peligrosidad cuando
dejó que el Frente Amplio no sólo se conformara con hueones cagados
de la cabeza sino que con personas aún más peligrosas, oportunistas
profesionales, operadores políticos menores, eternos hueones
fracasados de la política, barsudos, saldos de temporada de la
concertación, echados de todos lados, diletantes personajillos de la
tevé, etcétera.
Así las cosas y en un tris vimos a Mayol de precandidato a la
presidencia, inscrito con un cupo de RD. Para entonces Mayol era un
reputado analista, su tesis del derrumbe del modelo no fue un
oportuno servicio que brindó al capital de alertarlo sobre la
gravedad y profundidad de la crisis en aras de que la resolvieran,
sino que el manifiesto del partido del 2011. Sus apariciones
televisivas eran leídas como discursos políticos.
Mayol perdió ante Beatriz Sánchez, una periodista del capital a
quien le pagaban horas extras por realizar críticas a las
autoridades de gobierno u opiniones personales.
Fue un duelo de figuras televisivas, el ganador enfrentaría a otro
rostro de la televisión del capital.
Visto por los oportunistas surdos esto aseguraba figuración y votos:
de ellos es la culpa de lo ocurrido en el distrito 10, a eso condujo
su surdo laissez faire.
El frente amplio conformado como una confederación de oportunistas,
que suplantó al movimiento social del 2011, que intentó fagocitar
al movimiento no + afp, consiguió una no despreciable cantidad de
votos del sujeto post revolucionario gestado hace seis años. Lo que
conmueve es que hoy aparezcan sorprendidos por el triunfo de Piñera
y que se sientan derrotados por una batalla que nunca libraron.
El sistema electoral presidencial es binominal, las dos primeras
mayorías disputan la segunda vuelta. Si bien “destruyeron el
binominalismo” instalando una tercera fuerza política lo cierto es
que fue el utraderechista Carlos Larraín quien les facilitó la
tarea.
Lo que quedó intacto de las reformas post 2011, fue el binominalismo
presidencial furioso que instaló el pinochetismo. Dentro de todos
los balances históricos que realizó la dictadura para legitimar su
intervención en todos aparecía el sistema electoral presidencial
como una de sus causas. Chile se dividía sociológicamente en tres
tercios, ellos se reflejaban en la elección presidencial y
cualquiera podía ganar, incluso Allende. Para evitar que un Allende
gobernara se estableció la segunda vuelta. De ese modo el radical
necesitaría de los moderados. En la reciente elección los radicales
de derecha e izquierda se eliminaron, y sólo quedaba para la segunda
vuelta Piñera y Guillier. Si hubiese pasado Beatriz Sanchez a la
segunda vuelta sólo moderándose habría podido disputarle la
elección a Piñera.
El Frente Amplio al constituirse lo hizo criticando la prescindencia
y el abstencionismo, aquella discusión de 2011 estaba zanjada a
favor de los que defendían a rajatabla la voluntad de poder en
desmedro del neozapatismo y anarquismo mayoritario en la calle.
En el frente amplio confluyeron los electoralistas del 2011, por
ejemplo para los surdos las elecciones sí son importantes porque las
formas no condicionan el fondo; se puede criticar furiosamente el
sistema electoral y participar maquiavélicamente de él.
Si asumieron la tarea de “ingresar al sistema” por la ventana que
les abrió Carlos Larraín lo mínimo es que, siguiendo ese guión,
apoyaran en la segunda vuelta al candidato menos antagónico a sus
intereses.
Lo cierto es que el Frente Amplio prefirió quedarse contando las
monedas que acababa de recibir, su bancada parlamentaria. Abandonando
la política jugó un rol pasivo de seducción a la concertación,
exigiendo “señales” de Guillier, quizá un pañuelo perfumado
como en una novela rosa del siglo antepasado.
El Frente Amplio pudo imponer sus términos a la concertación de
modo público, de esa manera tensionar a Guillier poniéndolo en la
posición de aceptar o perecer políticamente.
También pudo, la reciente coalición, mantenerse firme en su postura
(no digo principios) y hacer de la doctrina del partido humanista, o
de Boric, un testimonio político: No nos interesa insertarnos en el
sistema, en el “modelo ya derrumbado”, tocaremos la lira mientras
Roma se incendia, es hora que la concertación pruebe de su propia
medicina.
Sin embargo optaron por la peor jugada, la diletancia. Los hijos
pródigos de la concertación jugaron a la ambigüedad de la
transición, una tan enrevesada que un pepedé aborrecería y
ruborizaría a un demócratacristiano.
Luego del suspenso declararon “bueno ya”, cerrando la novela rosa
con un final de historieta pornográfica.
Se sumaron a Guillier porque pensaron que él ganaría sin ellos; y
con él se fueron a pique.
Su bancada, dividida en tipos más o menos serios y otros simplemente
allegados por el oportunismo y el caos, tenderán por un lado a lo
razonable, lo posible, aquello que se condenará de amarillo, y la
otra facción al testimonio, el espectáculo y el aplauso.
Poco tiempo le dará el sujeto revolucionario del 2011 a este equipo.
Piñera aprendió de la crisis, se siente en confianza y legitimidad.
El precio del cobre está con él, la situación geopolítica le es
favorable. Piñera querrá conservar el legado del pinochetismo y la
bancada del Frente Amplio será impotente para cambiar su agenda o
contener su arrogancia. La concertación, que parece que en esta
oportunidad jugó a perder, no será un actor de relevancia puesto
que estará concentrada en peleas partidarias. La calle mirará esto
por televisión, o por las redes sociales.
Piñera creerá que junto con ganar las elecciones obtuvo el triunfo
definitivo evitando que el modelo se derrumbara. Ni su primer
gobierno cayó, ni este lo hará, piensa él, porque “mis
principales enemigos estarán en el mejor lugar en el que pudieran
estar”: En el congreso nacional de Valparaíso.
El conflicto emergerá el 2019, y es probable que reaparezca con la
fuerza del 2011. Existe un pueblo repolitizado y presto a la
movilización, uno que antes fuera diezmado y desmovilizado, y que no
depende del frente amplio para ejercer su soberanía. Las condiciones
objetivas y subjetivas se mantienen. Es un pueblo que sigue siendo
anarquista, callejero y pendenciero.
Mientras antes el pueblo entienda que él no fue derrotado en estas
elecciones sino que los oportunistas del frente amplio y los
miserables de la concertación, antes podrá dar las batallas que se
precisan. Mientras antes el pueblo entienda que es irrelevante si la
mayoría del país es piñerista o si votó por él, porque las
grandes transformaciones las realizan una minoría consciente y
cohesionada, más pronta será la derrota absoluta del pinochetismo.
* * *
* * *
1Ellos
se limitaron a responder que no habían estructuras jerárquicas que
planificaran la colocación de bombas; una teoría que delineara al
nuevo sujeto revolucionario habría fortalecido a la defensa y
dejado en la indefensión a todos los jóvenes que se organizaban de
ese modo. Las policías habrían creado sistemas de vigilancia,
control e infiltración destinada a capturar al nuevo enemigo
interno, ese que perseguían sin saber quien es desde el año 2006.
Dicho de otro modo una teoría de ese tipo habría sido muy útil
para el capital y la policía.
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6 comentarios:
¿ Qué características tendría que tener una organización política o partido de masas concordante con un pueblo anarquista, callejero y pendenciero? de tal manera de conservar la fluidez de la movilización y a la vez estructura necesaria para darle un final diferente al del 2011 a la historia, esa me parece que es una pregunta plausible que se desprende del artículo y unida a esa misma pregunta ¿ Cuanto respondió a la primera pregunta la candidatura de Eduardo Artés, que tiene a su favor, que le falta,etc, Saludos.
un saludo al FA que mató al padre, pero llego el tio facho progre....
Excelente análisis.
Visto precisamente el escenario post 2011, creo que la pregunta de fondo es que puede esperar de tangible el pueblo en los eventos venideros. ¿el deshacer lo impuesto del mismo modo en que nos obligo a aceptarlo?
Buena Ariel,
Muchas gracias.
Hacía falta un poco de cordura.
Un detalle:
Tras "Teoría cortesana", dice "lívido" cuando a mi parecer quiere decir "líbido".
Salvando unas atrevidas peripecias en la redacción de este artículo, tengo estas [ ] preguntas :
- Por un lado aquellos que habíamos peleado en las calles y tomas en contra de los comunistas en el 2000-2001 y 2006.
[ La utilización del plural de la tercera persona ¿es literal? entonces el autor ¿se incluye dentro de los “anticomunistas” ( pero...diferente a los que están en contra del “comunismo” y el “partido comunista” de los “maleteros?) y, ¿ qué “formación” tendrían y de dónde la han tomado, a diferencia de los que la tienen de sus casas o colegios católicos ? ¿Qué anticomunismo No-maletero sería ese? Ya, se infiere que son “anarquistas”, pero esto de disputarse o no el “poder” ¿en qué los diferencia... y qué entiende el autor por “poder”? -así en minúscula, porque entre tanto enrevesamiento de estilo y redacción, como ya dije, tenemos esta manera indistinta de usar mayúsculas y minúsculas en todo el texto para organizaciones o instituciones-, en fin...]
Es probable que pronto los veamos peleando abiertamente por algún hueso arrojado por el capital, ya que en lo fundamental no andan tan desorientados, hacen política para ganar. Su oportunismo no pudo ser aprovechado por el frente amplio (…)
[ 'pelear por algún hueso arrojado por el capital' : si eso no es andar tan desorientado ¿qué “orientación” sería la recomendable? ...y eso que “hacen política para ganar” (los mirachos); es decir, ¿tomar el poder? ]
gracias
amselmirlo@openmailbox.org
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Los análisis de Ariel 'Zeta' me gustan; los leo con interés por su fervor 'contingente', por su compromiso 'militante', dicho en el sentido de entregado o consagrado.
pero hay algo que no calza en sus conclusiones, y eso está relacionado con premisas generales y excluyentes. Generaliza demasiado contra el magma político-social chileno, allí donde las políticas oficiales son solo una parte. Cansa un poco la falta de matizaciones, etc..
La excusa del “Troll” que sacan a relucir algunos para ningunear, también sirve para no hacerse cargo de observaciones y críticas incómodas, a inconsistencias y sesgos cada vez más retóricos en lo que se afirma en muchos artículos en la Red. Es cierto que hay demasiado plúmbeo que solo quiere fastidiar, confundir y emborronar toda buena intención. El señor “azeta” también a echado mano de esta excusa, y me gustaría que respondiera a lo que ya le he preguntado sin ninguna mala intención; solo quiero entender ciertos aspectos de su explícita 'identidad ideológica' que saca a relucir poco menos que 'como' vanguardia, como la única destinada a los verdaderos cambios, etc., etc. ; esa “minoría consciente”, destinadas a las grandes transformaciones”. Ya se sabe, la tropa siempre será la tropa, y los lideres tienen privilegios y saben administrar su coherencia.
La alusión, retóricamente velada, de que el señor azeta pertenece a esa minoría, hace dudar y pensar si esa creencia forma parte de algún pensamiento libertario.
Otra pregunta : ¿no piensa Ariel zúñica que esa postura tiende a ser 'indiferentemente supremacista'?
saludos
Patricio
amselmirlo@openmailbox.org
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