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lunes, 18 de diciembre de 2017


El hundimiento de la concertación y el frente amplio.
Por Ariel Zúñiga


A pocas horas del triunfo aplastante de Sebastián Piñera contra una coalición conformada por la concertación, el partido comunista y el naciente frente amplio, se hace imperativo explicar cómo fue posible que el candidato de la derecha más dura derrotara a los estudiantes que casi lo hacen perder el 2011. Al menos eso pareciera desde el extranjero o desde los sectores que se mantuvieron cerca de las luchas. Es bueno explicar que el 2011 no fue una lucha de estudiantes versus Piñera sino que significó una revolución cultural, la que se gestó en la calle, a espaldas de las universidades. Los grupos universitarios que dieron origen al frente amplio (SURDA – NAU) autónomos, movimiento autonomista y revolución democrática no fueron los actores determinantes del 2011 sino los encargados de organizar y amplificar la derrota tiempo después. En las elecciones pasadas no se enfrentaron los adversarios políticos del 2011 sino que las dos coaliciones políticas históricas contra una nueva, que en parte es heredera de esas luchas. Sin embargo el frente amplio no es el sujeto político que tuvo en las cuerdas a Piñera en 2011. El pueblo organizado, ese que luchó y lucha en la calle, no ha sido derrotado ni políticamente ni electoralmente. De todos modos se debe resaltar que parte del caudal electoral potencial que tiene el sujeto revolucionario surgido en el 2011 jugó un rol electoral importantísimo.

Nada es más útil que una buena teoría, sin embargo dicha utilidad no necesariamente se presta en pos de los que pretendía servir el teórico. Eso en tanto se trate de grandes teorías; cuando estamos frente análisis aventurados, a lo más puede ser útil el tejido superficial de las mismas: su retórica, sus énfasis, su palabrería.
Sin embargo, en algunas oportunidades, un análisis aventurado puede servir de advertencia, de espejismo, de insumo para una emboscada. La crucial diferencia con una buena teoría no radica en su inutilidad, sino que en lo azaroso que puede resultar ceñirse a un análisis aventurado. Para quienes tienen el poder es muy sencillo hacer de una mala teoría que se ha popularizado el fundamento de las nuevas políticas de terror y explotación, esto porque con su dinero pueden corromper el azar y llevar las cosas a su favor. Visto desde ellos, desde su ideología productivista, una mala teoría puede resultar de mucha utilidad.
Un análisis aventurado puede servirse en un plato biselado de oro, como una gran teoría puede estar envuelto en papel roneo en el carrito de completos de la esquina.
Sí, carrito de completos, no foodtruck ni hotdog, una buena teoría está en una cuneta meciéndose en el concho de una cerveza no artesanal.
Las buenas teorías que antes surgían en los cafés, hoy se exponen en las redes sociales. Pero nacen en el tormento cotidiano de la injusticia, del abuso, de la explotación.
En los carros de completos, papas fritas y sopaipillas, también surgen análisis aventurados, sobre fútbol, delincuencia, corrupción, espectáculo, política electoral, pero siempre hay un curao odioso que logra hacerse de la peor parte del falaz argumento y arrojárselo a la cara al que lo profirió. Hay cosas que se pueden decir en la fila del pan, pero en un carro completero a las cuatro de la mañana no se puede exponer cualquier tesis. Es el pueblo adolorido quien replica, haciendo aspavientos de su marginalidad y pobreza.
Lejos de los carritos, los análisis aventurados campean en los seminarios académico-empresariales, llegan pronto a los oídos de los periodistas que los difunden en sitios seguros, lejos del odioso escrutinio popular. Allí compiten con otras teorías aventuradas, se fusionan con las directrices del macroempresariado, de pronto tenemos un término nuevo que debemos incorporar al glosario del neolenguaje, o un cuerpo “teórico” completo y suficiente, algo que se presenta como un taladro alemán hecho en China, y de pronto subordina la discusión pública televisiva, radial y editorial.
Así ocurrió hace seis años con el derrumbe del modelo.
Teoría cortesana.
La derecha suele producir teorías lamentables. Para un derechista su interés, y lívido, está puesto en el dinero. Una teoría es demandante, requiere de observación silenciosa, creatividad, ideación recurrente, palabras que asaltan el día y la noche, durmiendo o insomne. La teoría es la mayor manifestación de la inconformidad que se tiene con lo establecido. El ciudadano de derecha suele encontrarse a resguardo de las condicionantes que suelen arrojar a los marginados al abismo de la teorización.
La teoría debe ser novedosa, no por el dictado de algún manual de metodología sino que por un asunto práctico tan banal que resulta invisible: Ya que la teoría es una manifestación de una profunda inconformidad, si alguien más ha resuelto teóricamente el problema la mera lectura de su trabajo nos servirá para lidiar con esa incomodidad. Si la teoría es insuficiente la podemos complementar, ampliar, adaptar a la realidad nacional, traducir, comentar, confrontar o elaborar otra ¿Para qué tomarse la molestia de hacer una copia?
Ese trabajo innecesario de copiar y pegar, lo que antaño se decía glosar, de ningún modo podría satisfacer a un espíritu inquieto. Sin embargo el hombre del capital no es uno de espíritu libre, menos inquieto. Es un juglar de la tiranía disputándose un sitio abrigado en la corte.
El teórico cortesano carece de las ansías de comprender para cambiar, sólo pretende cambiar su situación personal transfiriendo un conjunto de conocimientos, suyos o ajenos, y transfiriéndolos en el mercado como cosa propia al mayor precio de venta posible.
La utilidad del derrumbe del modelo para Piñera.
Nunca sabremos, esto lo afirmo porque dudo que los actores estén en condiciones de confesar tales hechos, si la teoría, o análisis aventurado, llamado “el derrumbe del modelo” fue mandado a redactar de ese modo ex profeso, si se le dieron ciertas directrices al autor o si simplemente se trata de una de las comedias de equivocaciones más intrincadas que nos haya brindado la historia.
Corría el 2011 y el gobierno de Piñera no hallaba modo de controlar una crisis que tenía desfilando un millón de personas por la Alameda. Las protestas masivas comenzaron antes que éste cumpliera un año en el poder. A Lagos y Bachelet le había tocado lidiar con explosiones similares, las de 2000 y 2001, y la de 2006 que casi tumba su gobierno. Desde la derecha se recomendaba mano dura y así lo expresaban sus voceros sin ambages desde las innumerables tribunas del capital.
En el 2011 la mano dura no contenía las protestas, era necesaria una tecnología más sofisticada para contenerla. La crisis de Piñera se agravaba, ninguno de los remedios del pasado servía. La concertación aún no se recuperaba del estado de shock en que se encontraba sumida luego de la derrota de Eduardo Frei así que no era útil para contener los desmanes. La debilidad del gobierno, y su evidente antagonismo con los manifestantes, sirvió de aliciente y en unas pocas semanas el conflicto escaló desde una ola de protestas nacionales a una revolución cultural.
El capital se encontraba maniatado, Piñera había asumido el poder creyendo que su ingreso a la Moneda contaba con la legitimidad dada por el triunfo cultural previo del pinochetismo, en menos de un año ni resucitando a Jaime Guzmán se salvaban.
El gobierno estaba a merced de los manifestantes, para el mes de julio lo único que evitó que el gobierno cayera fue la omisión de los sublevados. Fue una mezcla entre la ignorancia política, consecuencia de los procesos de despolitización pinochetistas y pospinochetistas, y de la ideología que portaba la generación que estalló: Zapatista, cambiar el mundo sin tomar el poder, altermundista, socialdemócrata y pacifista, Seattle, Attacc, Porto Alegre. A eso hay que sumarles el corralito, Buenos Aires, piqueteros, empresas autogestionadas. Un corpus de ideas que habían aflorado en las protestas contra la APEC, en los mochilazos de 2000-2001, y como ensayo final en el 2006. Todo eso conspiró en que las asambleas organizadas en todo el país aspiraran a deponer el gobierno.
Se tuvo tanto poder en esa ocasión que se podía paralizar al país sin necesitar de la CUT. De hecho las organizaciones de trabajadores atornillaron para el lado de Piñera, ni un apoyo de la ANEF, de los trabajadores del cobre, de la CUT, del colegio de profesores. Empero la falta de ayuda de las organizaciones afines a la movilización desde su seno no se planteó una salida al conflicto, sólo una constante escalada que por entropía tarde o temprano se agotaría.
Ideas que habían resultado útiles, como una navaja suiza, a la hora de enfrentar la escalada represiva en años anteriores, protestas sin convocantes o autoconvocadas, marchas sin intenciones de marchar, asambleas gobernando las tomas, determinaron el curso de los acontecimientos. Era el espíritu de los tiempos, el dominio de las técnicas informáticas permitía la coordinación descentralizada de acciones, recordemos a los SMS en los mochilazos.
Se trataba de la generación más preparada para dar la batalla pero la menos capacitada para comandar una revolución social.
De esta fragilidad no hemos hablado nunca, sabiendo de ella desde el comienzo. No había que decir nada de esto, la derecha se rendía día a día a los manifestantes sin que estos supieran de política. Esta generación dorada de la guerra callejera era por definición, y autodefinición, “apolítica”. Sus vínculos por afinidad eran marginales, contraculturales. Su modo atomizado de relacionarse impedía tener una cabeza que pudiera ser tumbada por el enemigo pero también bloqueaba cualquier salida, la que necesariamente habría sido negociada. Para el capital el caos no se podía eternizar, había que buscar un modo de sacar a la generación altermundista de la calle. La situación se tornó inmanejable cuando los padres de los jóvenes enardecidos salieron con ellos a marchar y comenzaron a justificar sus acciones.
La revolución cultural entonces había comenzado, la legitimidad del pinochetismo y neopinochetismo se había “derrumbado”. El país despertaba de una oscura pesadilla, renacen dos millones de sujetos politizados, que desde la óptica del capital son radicales de izquierda.
Las oficinas del macroempresariado por esa época se asemejan al bar del Titanic, un lugar en que beben los que se resignaron a conseguir un espacio en los botes salvavidas ¿Qué hemos hecho mal? ¿Porqué no nos quienes? ¿Quienes son ellos? ¿Se les puede derrotar?
Esas interrogantes, apremiantes para los gerentes y dueños del país, las respondió un sociólogo que luego fuera precandidato a la presidencia del Frente Amplio.
Su mensaje es claro, el capitalismo ya no es el mismo, las formas oxidadas de la explotación de ayer están cediendo a la presión y eso explica los ruidos que escuchamos. Sin embargo el edificio está en pié, de lo que se trata es de cambiar esas vigas o decir que se van a cambiar.
Respecto al sujeto revolucionario, el sociólogo Mayol se empeña en hacer entender a los macroempresarios de la ENADE que no son los comunistas que una vez hubo que matar, son grupos organizados gracias a las redes sociales virtuales, pero que no tienen una organización estable partidista, jerarquizada. El futuro precandidato presidencial se anima a explicarle al fascismo quien es el nuevo enemigo interno. El sujeto revolucionario no es muy diferente al imputado promedio por el caso bombas, la gran diferencia es que los abogados que los defendieron hicieron cuanto estuvo a su alcance para no darle pistas al capital y sus policías de cómo eran las nuevas organizaciones.1
Mayol les dio la receta, estamos frente a un nuevo sujeto revolucionario, no es el comunista que matamos, exiliamos y torturamos una vez, no es tan diferente, pero se organiza de un modo diverso. Una serie de reformas socialdemócratas de quinto enjuague servirán para concitar el apoyo de la mayoría y recuperar la legitimidad pinochetista perdida.
El capital tomó nota, Piñera aprendió que no todo el país estaba feliz con el dinero plástico, los mall, el daewoo con tres capas de cera kit, que había una porción importante del país que no lo quería ni lo querría. La crisis del 2011 la logró resolver a su favor disponiendo de los favores de la concertación. Ello fue políticamente sencillo, lo complejo fue evitar que se replicara el 2011 en los años sucesivos manteniéndose las condiciones objetivas y subjetivas.
Eso lo consiguió utilizando esa mala teoría, la del derrumbe del modelo, una que tenía un nombre terrorífico y por su negatividad nadie que se precie de derecha la hubiese suscrito. El sistema ideológico pinochetista había colapsado, por lo que Piñera debía dejar de hablar con entusiasmo del mismo, había que señalar hacia el futuro, buscar las soluciones en el más allá.
Fue la derecha la que propuso cambiar el sistema electoral para los congresistas, más precisamente Carlos Larraín, en presidente de renovación nacional de ese entonces. La derecha había renunciado al poder total, mientras Piñera gobernaba. A cambio de esa renuncia Piñera podía terminar tranquilo su periodo de gobierno y legarle el “derrumbe del modelo” a su sucesora. El cambio del sistema electoral sería el dique que contendría la presión hasta que los jóvenes del 2011 se aburran, inserten o envejezcan.
Los datos del SERVEL demuestran que la derecha hizo cuanto tuvo a su alcance para que Bachelet ganara esas elecciones. Le mezquinaron hasta el último peso a Evelyn Matthei. No sabemos si con Laurence Golborne habrían hecho lo mismo, pero claro está que los que apoyaban a éste no eran adeptos a la tesis de Carlos Larraín. De ganar Golborne seguramente se les cae el techo; sólo Bachelet podía salvar a Chile con su mensaje de edulcorada paz y amor.
Ese fue el año decisivo, se acordó un nuevo sistema electoral y se eligió a Bachelet. El nuevo sistema electoral abrió el apetito de los nuevos actores políticos y desplazó la energía de la izquierda desde las asambleas a las camarillas. Se habían creado las condiciones para que emergiera el frente amplio.
El frente amplio o la confederación de los oportunistas.
Una de las discusiones frecuentes en el 2011 era aquella sobre la voluntad de poder. Los cuadros habían sido formados bajo una ideología anarquista, estaban los que se sentían tales y los otros que, sirviéndose de varios nombres, se comportaban de modo idéntico. Todos renegaban del poder, gobernaba la asamblea, no había líderes sino que voceros.
El 2011 se gestó y peleó siendo hegemónico el anarquismo. Aquellos que se sumaron tuvieron que dejar sus visiones organizacionales autoritarias a un lado, ir a la asamblea y marchar codo a codo.
Los profesionales de la burocracia atacaron desde las federaciones estudiantiles, las cuales en consorcio con el capital y sus medios, suplantaron al movimiento social. Aquel fue el nacimiento de Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Gabriel Boric.
Fuera de la burocracia la discusión sobre el poder ocupaba un lugar en la agenda. Con un millón de personas marchando por la alameda podíamos aspirar a algo más que a salir en la tele.
Pero como la crisis se tornó en una revolución cultural pronto el tema del poder quedó relegado centrándose los revolucionarios en sí mismos, sus modos de vida, sus relaciones familiares y de pareja. La politización de la intimidad también se vio alimentada por las lecturas posmodernas e individualistas de los manifestantes.
La derrota a fines de agosto de 2011 no debía juzgarse con tanta severidad porque más parecía una tregua. Habiendo emergido un nuevo sujeto en el crisol de la revolución cultural, éste iba a luchar y ser el protagonista de los años venideros.
Por eso guerra sostenida que ha dado la reacción ha sido para evitar que el sujeto político, el producto de esa revolución cultural, se tome la calle; para ello ha sido necesario insertar a los más moderados en el sistema de participación política, y dotarlos del voz en los medios del capital. Eso último se vio en los años 2012 y 2013, en que los “lideres del movimiento estudiantil” fueron instalados en la prensa del capital junto con sus voceros oficiales y oficiosos.
En 2011, la diversidad de las asambleas, y de las shoperías, sirvió para que otros sujetos, diversos en sus posturas pero contestes en sus métodos, se expresaran y poco a poco convergieran. Eran todos aquellos que decían que había que disputar el poder, que había que quitarse “ese pudor”, que había que servirse de la infraestructura del capitalismo para volcarlo en contra de sí. Junto a ese acuerdo previo también tenían otro, una crítica desmedida, yo llamaría maletera, al comunismo, más precisamente al partido comunista. En aquellos tiempos de efervescencia era difícil distinguir a los dos grupos principales de anticomunistas:
- Por un lado aquellos que habíamos peleado en las calles y tomas en contra de los comunistas en el 2000-2001 y 2006.
- Por el otro lado aquellos que profesan un anticomunismo de formación, tomado de sus casas o colegios católicos.
Había un grupo de anticomunistas de colegio cuico que se fue fraguando lentamente desde la segunda mitad de los noventa. Me refiero a la SURDA y sus marcas asociadas.
A los militantes de la SURDA se los puede reconocer por su creencia ciega en que se pueden usar las lógicas del capitalismo sin contaminarse de él; y también por su anticomunismo maletero.
El 2011 fue un pésimo año para los surdos, su organización de estructura jesuita (líder mayor pero jovial, carismático, que se seduce a los más jóvenes y los deslumbra con su labia) era numerosa y sólida. Entre todas sus facciones, ex surdos, amigotes, formaban una patota considerable. Pero de ningún modo esa patota podía incidir en los millones movilizados, menos podían penetrarlos con sus discursos. Los surdos estaban condenados a ser una patota marginal; su mayor temor era que las universidades quedaran afuera del proceso.
Otros resentidos por la falta de apetito voraz por el poder evidenciado el 2011 son los guevaristas de juventud rebelde, los que también son anticomunistas maleteros por su formación miracha. Son un grupo que han querido incidir pero siguen marginados a pequeñas luchas estudiantiles. Es probable que pronto los veamos peleando abiertamente por algún hueso arrojado por el capital, ya que en lo fundamental no andan tan desorientados, hacen política para ganar. Su oportunismo no pudo ser aprovechado por el frente amplio por ser aún demasiado genuino y proletario este conglomerado ante sus ojos.
Jesuitas.
Gabriel Boric desplegó toda su verborrea surda, y su apatotamiento maletero y anticomunista, para atacar a Camila Vallejo en la FECH. Libraron una guerra fratricida que vista con años de distancia sólo sirvió para contener un estallido social en ese año y conseguirle a Boric un puesto en el congreso.
Los surdos desde entonces no han dejado de comerse unos a otros, pero de todos modos convergen, ya que su formación y práctica es calcada. Como lo sustantivo es la vocación de poder lo hecho por Gabriel Boric debería elogiarse. El modo es irrelevante para los surdos, por favor pídale a cualquiera de ellos que improvise una disertación sobre el punto y podría tenerlo una hora explicándole que las formas son irrelevantes a base de ejemplos rebuscados. Son como unos leninistas antileninistas que la historia condenó a ocupar un lugar marginal en donde no pueden capturar al Estado pero bien pueden hablar como si estuvieran en condiciones de hacerlo.
Es difícil pensar al frente amplio sin este cemento surdo, oportunista y anticomunista maletero, ligando cada una de las piezas informes que lo componen.
El jesuismo de otro cuño, de los RD, cultiva otro tipo de oportunismo. Más que leninistas son demócratas cristianos, saben que su moderación de niño bien es un producto cotizado en el sistema estatuido. Sin la moderación de los RD es altamente probable que el FA haya mutado en una organización de huevones cagados de la cabeza, o bomberos locos como se les llama a veces. Esto porque el apetito de poder y masividad de los surdos los hace especialmente tolerantes con los hueones cagados de la cabeza. Por hueones así me refiero a aquellos que uno debe procurar marginar en cada espacio porque si llegan a tener poder queda la cagada.
La tolerancia surda más la de RD demostró su peligrosidad cuando dejó que el Frente Amplio no sólo se conformara con hueones cagados de la cabeza sino que con personas aún más peligrosas, oportunistas profesionales, operadores políticos menores, eternos hueones fracasados de la política, barsudos, saldos de temporada de la concertación, echados de todos lados, diletantes personajillos de la tevé, etcétera.
Así las cosas y en un tris vimos a Mayol de precandidato a la presidencia, inscrito con un cupo de RD. Para entonces Mayol era un reputado analista, su tesis del derrumbe del modelo no fue un oportuno servicio que brindó al capital de alertarlo sobre la gravedad y profundidad de la crisis en aras de que la resolvieran, sino que el manifiesto del partido del 2011. Sus apariciones televisivas eran leídas como discursos políticos.
Mayol perdió ante Beatriz Sánchez, una periodista del capital a quien le pagaban horas extras por realizar críticas a las autoridades de gobierno u opiniones personales.
Fue un duelo de figuras televisivas, el ganador enfrentaría a otro rostro de la televisión del capital.
Visto por los oportunistas surdos esto aseguraba figuración y votos: de ellos es la culpa de lo ocurrido en el distrito 10, a eso condujo su surdo laissez faire.
El frente amplio conformado como una confederación de oportunistas, que suplantó al movimiento social del 2011, que intentó fagocitar al movimiento no + afp, consiguió una no despreciable cantidad de votos del sujeto post revolucionario gestado hace seis años. Lo que conmueve es que hoy aparezcan sorprendidos por el triunfo de Piñera y que se sientan derrotados por una batalla que nunca libraron.
El sistema electoral presidencial es binominal, las dos primeras mayorías disputan la segunda vuelta. Si bien “destruyeron el binominalismo” instalando una tercera fuerza política lo cierto es que fue el utraderechista Carlos Larraín quien les facilitó la tarea.
Lo que quedó intacto de las reformas post 2011, fue el binominalismo presidencial furioso que instaló el pinochetismo. Dentro de todos los balances históricos que realizó la dictadura para legitimar su intervención en todos aparecía el sistema electoral presidencial como una de sus causas. Chile se dividía sociológicamente en tres tercios, ellos se reflejaban en la elección presidencial y cualquiera podía ganar, incluso Allende. Para evitar que un Allende gobernara se estableció la segunda vuelta. De ese modo el radical necesitaría de los moderados. En la reciente elección los radicales de derecha e izquierda se eliminaron, y sólo quedaba para la segunda vuelta Piñera y Guillier. Si hubiese pasado Beatriz Sanchez a la segunda vuelta sólo moderándose habría podido disputarle la elección a Piñera.
El Frente Amplio al constituirse lo hizo criticando la prescindencia y el abstencionismo, aquella discusión de 2011 estaba zanjada a favor de los que defendían a rajatabla la voluntad de poder en desmedro del neozapatismo y anarquismo mayoritario en la calle.
En el frente amplio confluyeron los electoralistas del 2011, por ejemplo para los surdos las elecciones sí son importantes porque las formas no condicionan el fondo; se puede criticar furiosamente el sistema electoral y participar maquiavélicamente de él.
Si asumieron la tarea de “ingresar al sistema” por la ventana que les abrió Carlos Larraín lo mínimo es que, siguiendo ese guión, apoyaran en la segunda vuelta al candidato menos antagónico a sus intereses.
Lo cierto es que el Frente Amplio prefirió quedarse contando las monedas que acababa de recibir, su bancada parlamentaria. Abandonando la política jugó un rol pasivo de seducción a la concertación, exigiendo “señales” de Guillier, quizá un pañuelo perfumado como en una novela rosa del siglo antepasado.
El Frente Amplio pudo imponer sus términos a la concertación de modo público, de esa manera tensionar a Guillier poniéndolo en la posición de aceptar o perecer políticamente.
También pudo, la reciente coalición, mantenerse firme en su postura (no digo principios) y hacer de la doctrina del partido humanista, o de Boric, un testimonio político: No nos interesa insertarnos en el sistema, en el “modelo ya derrumbado”, tocaremos la lira mientras Roma se incendia, es hora que la concertación pruebe de su propia medicina.
Sin embargo optaron por la peor jugada, la diletancia. Los hijos pródigos de la concertación jugaron a la ambigüedad de la transición, una tan enrevesada que un pepedé aborrecería y ruborizaría a un demócratacristiano.
Luego del suspenso declararon “bueno ya”, cerrando la novela rosa con un final de historieta pornográfica.
Se sumaron a Guillier porque pensaron que él ganaría sin ellos; y con él se fueron a pique.
Su bancada, dividida en tipos más o menos serios y otros simplemente allegados por el oportunismo y el caos, tenderán por un lado a lo razonable, lo posible, aquello que se condenará de amarillo, y la otra facción al testimonio, el espectáculo y el aplauso.
Poco tiempo le dará el sujeto revolucionario del 2011 a este equipo. Piñera aprendió de la crisis, se siente en confianza y legitimidad. El precio del cobre está con él, la situación geopolítica le es favorable. Piñera querrá conservar el legado del pinochetismo y la bancada del Frente Amplio será impotente para cambiar su agenda o contener su arrogancia. La concertación, que parece que en esta oportunidad jugó a perder, no será un actor de relevancia puesto que estará concentrada en peleas partidarias. La calle mirará esto por televisión, o por las redes sociales.
Piñera creerá que junto con ganar las elecciones obtuvo el triunfo definitivo evitando que el modelo se derrumbara. Ni su primer gobierno cayó, ni este lo hará, piensa él, porque “mis principales enemigos estarán en el mejor lugar en el que pudieran estar”: En el congreso nacional de Valparaíso.
El conflicto emergerá el 2019, y es probable que reaparezca con la fuerza del 2011. Existe un pueblo repolitizado y presto a la movilización, uno que antes fuera diezmado y desmovilizado, y que no depende del frente amplio para ejercer su soberanía. Las condiciones objetivas y subjetivas se mantienen. Es un pueblo que sigue siendo anarquista, callejero y pendenciero.
Mientras antes el pueblo entienda que él no fue derrotado en estas elecciones sino que los oportunistas del frente amplio y los miserables de la concertación, antes podrá dar las batallas que se precisan. Mientras antes el pueblo entienda que es irrelevante si la mayoría del país es piñerista o si votó por él, porque las grandes transformaciones las realizan una minoría consciente y cohesionada, más pronta será la derrota absoluta del pinochetismo.

*   *   *

1Ellos se limitaron a responder que no habían estructuras jerárquicas que planificaran la colocación de bombas; una teoría que delineara al nuevo sujeto revolucionario habría fortalecido a la defensa y dejado en la indefensión a todos los jóvenes que se organizaban de ese modo. Las policías habrían creado sistemas de vigilancia, control e infiltración destinada a capturar al nuevo enemigo interno, ese que perseguían sin saber quien es desde el año 2006. Dicho de otro modo una teoría de ese tipo habría sido muy útil para el capital y la policía.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¿ Qué características tendría que tener una organización política o partido de masas concordante con un pueblo anarquista, callejero y pendenciero? de tal manera de conservar la fluidez de la movilización y a la vez estructura necesaria para darle un final diferente al del 2011 a la historia, esa me parece que es una pregunta plausible que se desprende del artículo y unida a esa misma pregunta ¿ Cuanto respondió a la primera pregunta la candidatura de Eduardo Artés, que tiene a su favor, que le falta,etc, Saludos.

Anónimo dijo...

un saludo al FA que mató al padre, pero llego el tio facho progre....

Anónimo dijo...

Excelente análisis.
Visto precisamente el escenario post 2011, creo que la pregunta de fondo es que puede esperar de tangible el pueblo en los eventos venideros. ¿el deshacer lo impuesto del mismo modo en que nos obligo a aceptarlo?

Anónimo dijo...

Buena Ariel,
Muchas gracias.
Hacía falta un poco de cordura.

Un detalle:
Tras "Teoría cortesana", dice "lívido" cuando a mi parecer quiere decir "líbido".

Anónimo dijo...

Salvando unas atrevidas peripecias en la redacción de este artículo, tengo estas [ ] preguntas :


- Por un lado aquellos que habíamos peleado en las calles y tomas en contra de los comunistas en el 2000-2001 y 2006.
[ La utilización del plural de la tercera persona ¿es literal? entonces el autor ¿se incluye dentro de los “anticomunistas” ( pero...diferente a los que están en contra del “comunismo” y el “partido comunista” de los “maleteros?) y, ¿ qué “formación” tendrían y de dónde la han tomado, a diferencia de los que la tienen de sus casas o colegios católicos ? ¿Qué anticomunismo No-maletero sería ese? Ya, se infiere que son “anarquistas”, pero esto de disputarse o no el “poder” ¿en qué los diferencia... y qué entiende el autor por “poder”? -así en minúscula, porque entre tanto enrevesamiento de estilo y redacción, como ya dije, tenemos esta manera indistinta de usar mayúsculas y minúsculas en todo el texto para organizaciones o instituciones-, en fin...]



Es probable que pronto los veamos peleando abiertamente por algún hueso arrojado por el capital, ya que en lo fundamental no andan tan desorientados, hacen política para ganar. Su oportunismo no pudo ser aprovechado por el frente amplio (…)


[ 'pelear por algún hueso arrojado por el capital' : si eso no es andar tan desorientado ¿qué “orientación” sería la recomendable? ...y eso que “hacen política para ganar” (los mirachos); es decir, ¿tomar el poder? ]

gracias

amselmirlo@openmailbox.org

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Anónimo dijo...


Los análisis de Ariel 'Zeta' me gustan; los leo con interés por su fervor 'contingente', por su compromiso 'militante', dicho en el sentido de entregado o consagrado.
pero hay algo que no calza en sus conclusiones, y eso está relacionado con premisas generales y excluyentes. Generaliza demasiado contra el magma político-social chileno, allí donde las políticas oficiales son solo una parte. Cansa un poco la falta de matizaciones, etc..
La excusa del “Troll” que sacan a relucir algunos para ningunear, también sirve para no hacerse cargo de observaciones y críticas incómodas, a inconsistencias y sesgos cada vez más retóricos en lo que se afirma en muchos artículos en la Red. Es cierto que hay demasiado plúmbeo que solo quiere fastidiar, confundir y emborronar toda buena intención. El señor “azeta” también a echado mano de esta excusa, y me gustaría que respondiera a lo que ya le he preguntado sin ninguna mala intención; solo quiero entender ciertos aspectos de su explícita 'identidad ideológica' que saca a relucir poco menos que 'como' vanguardia, como la única destinada a los verdaderos cambios, etc., etc. ; esa “minoría consciente”, destinadas a las grandes transformaciones”. Ya se sabe, la tropa siempre será la tropa, y los lideres tienen privilegios y saben administrar su coherencia.
La alusión, retóricamente velada, de que el señor azeta pertenece a esa minoría, hace dudar y pensar si esa creencia forma parte de algún pensamiento libertario.
Otra pregunta : ¿no piensa Ariel zúñica que esa postura tiende a ser 'indiferentemente supremacista'?

saludos

Patricio

amselmirlo@openmailbox.org

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