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miércoles, 28 de febrero de 2007


“No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura alimento, sino que la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas.”

Adam Smith, La Riqueza de las Naciones

La formación marxista que tuvieron nuestros actuales gobernantes en su juventud quizá sea la causa de su economicismo. Sólo había que refutar a Marx, con cinco frases trasnochadas de Von Hayek, para que volcaran todo el entusiasmo antes derrochado en el socialismo en el neoliberalismo.

Es así como nos hablan en trabalenguas de economía cada vez que el sentido común cuestiona sus decisiones. Lo hicieron para explicar el chorreo, el déficit estructural, o para justificar de porqué los millones de excedente que tiene el fisco deben ser depositados en un banco extranjero.

Pero cuando deben utilizar los fundamentos mismos de su credo se les olvidan o nos dicen que se les olvidan. La hipocresía religiosa de los antiguos gobernantes es hoy una hipocresía científica y en especial económica.

El plan estrella del gobierno de la concertación no va al fracaso, nació fracasado. Desde un principio se explicó que para tener un transporte medianamente civilizado o se debía subir la tarifa actual al doble o el fisco debía subsidiar el resto.

Las excusas de los dogmáticos economistas de la concertación fue la misma que utilizan para desechar a priori cualquier subsidio: Constituye una interferencia en la economía.

Se podría justificar tal subsidio del mismo modo que se justifica en todos los países civilizados: La función del Estado es propender al bien común y si descontaminar Santiago justifica tamaña inversión, los ahorros en Salud, y el aumento de la calidad de vida compensan los gastos efectuados incluso los rentabilizan.

Pero una explicación así espantaría a nuestros gobernantes.

Diciendo las cosas por su nombre, este subsidio si se aplicara beneficiaría directamente a los grandes capitalistas capitalinos al igual como lo ha hecho el metro: Sin que pongan ellos un solo peso sus esclavos pueden residir lejos de ellos y lejos de la riqueza, y al mismo tiempo cumplir con sus obligaciones de esclavos.

Desde luego que este no ha sido el argumento de los gobernantes para evitar el subsidio. A ellos les interesa profundamente legitimar y hacer practicable la esclavitud, lo que ocurre es que su dogmatismo los está haciendo tropezar nuevamente entre ellos mismos: Los atrasos de los esclavos inciden negativamente en las cuentas económicas y si no se soluciona el actual problema, serán los mismos esclavistas quienes reclamarán. Y cuando ellos reclaman el gobierno acata.

Pero lo que sorprende es cómo, a los dogmáticos MBA del gobierno se les escaparon los siguientes detalles:

Dentro del dogma liberal de la economía el Estado solo debe ocupar la zanahoria y el garrote. Desde luego que el garrote sólo cuando falla la zanahoria. Pero ¿Cuál es la zanahoria en el Transantiago?

Para que un empresario invierta en una empresa de este tipo requiere que el gobierno le asegure que si él se desempeña eficientemente, tendrá utilidades. Eso será sencillo ya que el Estado le entrega un monopolio. Pero este monopolio se le entrega al privado para que éste, asumiendo un papel que originalmente le corresponde al Estado, cumpla con brindar transporte en aquellos lugares o en aquellos horarios en que no es rentable prestar el servicio. El privado debe prestar el servicio puesto que el Estado le ha entregado la sandía a condición de que soporte las pepas. Es una toma y daca y va a ser su egoísmo y no su altruismo lo que le llevará a invertir en buses y en la administración de ellos.

El garrote serán las multas que se aplicarán en el caso que el empresario de transportes incumpla con sus obligaciones, por ejemplo, no respetar las frecuencias.

La elección racional del empresario lo puede llevar a soportar ciertos garrotes a cambio de ciertas zanahorias. Si el camino más sencillo de comer zanahorias es aguantar un par de garrotazos se estarían produciendo estímulos perversos.

De noche hay menos personas y quizá, si no envío ningún bus de noche, serán tantos mis ahorros en sueldos, buses, petróleo y neumáticos, al mismo tiempo, la autoridad tan reacia a garrotear a los empresarios, que sea muy buen negocio soportar la eventualidad de una multa que brindar un servicio de transporte público en la noche.

También o conjuntamente puedo pensar, que si respeto las frecuencias que me exigen necesito más buses, más petróleo, más neumáticos y más sueldos. Si no las respeto, las personas tratarán de acomodarse como sardinas en los pocos buses existentes y será su necesidad de transporte lo que le hará a cada ser humano levantarse más temprano, pelear con sus vecinos, y aceptar todo tipo de vejaciones.

Es más, si producto de la poca frecuencia, el circuito se extiende por más tiempo y eso impide hacer las conexiones suficientes en 90 minutos para que no se cobre un nuevo pasaje, mucho mejor. Ya que quienes podían en teoría ahorrar dinero con el Transantiago ya no lo pueden hacer y aquellos que sólo necesitaban pagar un pasaje hoy deben pagar hasta tres.

Los modernos sistemas GPS de los nuevos buses les permite calcular con exactitud el déficit necesario para comer más zanahoria de la cuenta. Esta zanahoria es a cuenta de todos quienes debemos gastar más dinero por un peor servicio.

Los buses amarillos circulaban de noche puesto que un familiar o amigo del micrero la tomaba prestada o la arrendaba por un pequeño monto para ir a darse unas vueltas. Esas “micros” aceptaban todo tipo de rebajas y uno debía aceptar todo tipo de incomodidades pero llegaba a su destino. Hoy quien encuentre un bus en la noche que se juegue un Kino.

Las micros circulaban rápido ya que cada micrero perseguía su propio interés. Los sapos absorbían mano de obra y al mismo tiempo, cumplían la labor que hoy hacen los modernos GPS. Los chocopanderos y cuenteros completaban el cuadro. El antiguo sistema había sido creado por una mano invisible, en el libre juego de la oferta y la demanda. Ello explicaba su fea y anárquica estructura; pero en ello radicaba su eficiencia y su fortaleza.

Crear un sistema nuevo obligaba a crear un sistema centralizado. Para que funcionara, era el Estado el que debía hacerse cargo de la mayor parte del problema y si lo concesionaba, debía cambiar toda la política que ha seguido con “los privados” hasta la fecha de modo que sus amenazas de garrotazos fueran tomadas en serio. Un Estado neoliberal, que hace fila para ser reprendido por los empresarios de ENADE, no es un Estado que pueda amenazar seriamente a los privados con multas, menos con garrotes.

El problema aparece hoy como insoluble: Por una parte a los empresarios no les conviene que funcione el sistema sino que todo lo contrario, su ineficiencia les produce utilidades. Se preocuparán nada más de que el caos generado no hunda el barco; El Estado debería asumir las concesiones y administrarlas pero eso sería un giro copernicano en nuestra economía que procura año a año reducir el presupuesto y los servicios que administra; Los empresarios forzarán un aumento de tarifas; La presión social moderará el aumento de tarifas siempre y cuando el Estado esté dispuesto a subsidiar el saldo no trasferido a los usuarios; Si el Estado no subsidia, escenario lógico, los empresarios demandarán al Estado y presionaran desatando el Caos en el transporte mediante el control de las frecuencias; Si el Estado subsidia, todos criticarán al Estado, y sobre todo las demás regiones del país, ya que habría una injusticia manifiesta; Mientras no se soluciona el problema los esclavistas presionarán al gobierno ya que los problemas del transporte afecta la productividad de su “mano de obra”.

En el ínter tanto quizá algún genio descubra que aumentar la tarifa es razonable pero que lo irrazonable son los miserables salarios que los esclavistas insisten en mantener.

Este asunto lo entendieron muy bien los actuales chóferes del Transantiago, comprendieron muy bien quien era su enemigo y utilizaron su poder de negociación inmediatamente presionando a sus empleadores.

Pareciera paradojal que el error más grande cometido por los ingenieros chilenos en el último tiempo lo cometieran los “Comerciales” que olvidaron su primera clase de economía. A ellos, los principales críticos de la economía Soviética, se les olvidó porqué fracasaron esas economías: Si no confiamos en el egoísmo debemos crear a un gran Leviatán para que nos castigue si no cumplimos con las órdenes que nos han dado, ya que si no nos motiva nuestro interés deberá hacerlo nuestro miedo. Que el gobierno no tenga el poder suficiente para amenazar a los empresarios, es la razón por la cual no debería haber creado ese Monstruo llamado Transantiago. Haberlo hecho no sólo explica la ignorancia de muchos asesores, sino que el no haberlo comprendido aún, trasforma su ignorancia en estupidez.

Increíble, para administrar el sistema que ellos defienden a ultranza, no tienen personal calificado. ¿Quién dijo que en Chile no hay humor político?

Ahora, depende de nosotros, los críticos del sistema, aprovechar el río revuelto para sacar pescados. Que el gobierno se preocupe de solucionar su problema y la Derecha en criticarlos, nosotros debemos insistir una y otra vez que los sueldos son los bajos, y que esa es la razón tras la cual tenemos un transporte miserable ya que es el único que podemos pagar. Nos merecemos un mejor transporte, y nos merecemos una mejor vida. Vamos y exijámoslo a quien corresponda.

1 comentarios:

el mismo dijo...

Estimado, llegué a tu blog a través de un comentario que dejaste en el de Marcel Claude y que llamó mi atención por que se trataba del único comentario crítico que he visto allá. No es que esté contra los elogios a él y a sus palabras, sino que me pareció interesante tu punto de vista. Ahora que leo este brillante razonamiento que hiciste al parecer en los inicios del Transantiago, no me queda más que felicitarte y seguir leyéndote, ya que no sólo eres un lumbrera, sino que te das a entender de una manera muy amena (digo amena para los que nos interesa entender mejor el mundo en que vivimos). Gracias y espero seguir aprendiendo más de ti. Saludos, un maipucino.

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