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lunes, 19 de noviembre de 2007

"La Primera Cárcel Concesionada de Chile se Colapsa. Este artículo de hace 7 años explica muy bien las razones de porqué ocurre ésto."


El doce de Diciembre del año 2000 una horrible tragedia despertó de los anaqueles punitivos un tema que se encontraba esperando un momento de rating para emerger, mueren siete personas, aunque los medios se esforzaran por llamarlos reos e incluso delincuentes, mueren calcinados a la vista paciente, cómplice y sádica de los funcionarios de Gendarmería que los custodian. Ellos eran jóvenes que no habían matado a nadie y que incluso a cuatro de ellos no se les había probado ningún cargo en su contra y por ende, según los hoy tan de moda Derechos Humanos, murieron presos e inocentes, lo que no impidió que llevaran en promedio presos mas de un año. En el caso de los condenados (3) en total cumplían condenas de dieciocho años (uno de ellos tenía veinte y el otro veintitrés años de edad), es decir de seis años cada uno sin que entre todos ellos se hubiera causado una víctima herida, muerta o violada, delitos en que solo se trató de conseguir un sustento ilegal algo a lo cual en círculos empresariales se le llamaría competencia dentro del mercado. En una celda vivían sesenta personas, y completamente encerrados pernoctaban. Utilizaban cocinillas a parafina pues es la única manera de procurarse comida, y los gendarmenes, obligados por ley a custodiarlos noche y día, incluso cuando todos duermen y no se escucha un solo ruido en la noche, los descuidaron tanto que permitieron que se quemaran encerrados por cuarenta minutos.


Pero no fue la irracional respuesta social de la cárcel el tema despertado, al menos por la opinión publicada, ni la brutalidad de encerrar inocentes, ni de que éstos carezcan de posibilidades de ser defendidos adecuadamente, ni de la desproporción a que criminales como Juan Pablo Dávila, Pedro Espinoza y Feliciano Palma caminen libremente por las calles cumpliendo todos en promedio, un presidio menor que el que estaban purgando estos pobres ladronzuelos de chucherías que quedaron carbonizados y en letras de titulares inmortalizados como delincuentes, como los delincuentes, como los enemigos de la sociedad. Como si no fuera peor matar a personas, construir viviendas de mala calidad, autoindemizarse, privatizar y enriquecerse, sacarle el dinero ahorrado a los jubilados, cobrarle a los jovenes para que se eduquen y con ellos se integren al sistema que dice ser de todos y para todos. Tampoco emergió una indignación nacional a que se investigue cómo seres humanos, en un país que dice respetar los derechos humanos, es posible que se quemen durante cuarenta minutos sin que las autoridades no se preocupen siquiera de llamar a los bomberos. La respuesta es fácil, eran delincuentes, lo que les pasó era lo que se merecían; ello sin importar que técnicamente solo el cuarenta por ciento de ellos era delincuente y el resto legalmente inocente.


Las autoridades corrieron según las ordenes de los empresarios y señalaron que tal genocidio, que tal espectáculo bárbaro y anacrónico cual es la cárcel, no podía seguir siendo monopolizado por el estado, que era necesario que los empresarios no solo fueran cómplices de que en Chile existan más de 37.000.- personas presas más loqueros y orfelinatos, sino que pudieran lucrar con ello de manera de hacer el genocidio más civilizado.


En éste sentido se toma como ejemplo a los Estados Unidos siendo que para un Recién nacido norteamericano la posibilidad de vivir alguna parte de su vida encerrado en un campo correccional es una entre veinte; para los afroamericanos1 una entre cuatro. Entonces se señala que se deben privatizar las cárceles (su construcción y su gestión) sin importar que al transformarse en un negocio - en los EEUU es el segundo más rentable luego de los sofwares - no solo se entra en el riesgo de que el tráfico de influencias persiga un aumento en las penas a fin de que cada interno purge más tiempo y con ello contribuya al hacinamiento, sino que significa privatizar el motivo por el cual existe el Estado, ya al haberse desentendido de la Seguridad Social y la Educación, solo le queda el monopolio de la violencia como fuente de legitimación.


En el país del norte ha sido tan buen negocio las cárceles que en los últimos treinta años se han aumentado las penas para todos los delitos - sobretodo los de narcotráfico - se han creado aberraciones como el de los la tercera es la vencida (que se ha propuesto seriamente en Chile), y el estado norteamericano ha dejado de invertir en seguridad social en la misma proporción que ha aumentado sus gastos en policías y cárceles. Ello ha traído como consecuencia que sin importar cuan en picada caiga la criminalidad, los E.E.U.U tendrán que agregar, cada semana una nueva cárcel con mil camas, probablemente por una década.


Se utiliza como ejemplo a los Estados Unidos y ellos tienen al igual que nosotros un alza en la población carcelaria anual de un diez por ciento y sus tasas de criminalidad se han mantenido estables por veinte años.


Una explicación racional a éste problema la da Loïc Wacquant, el señala en su libro "Las Cárceles de la Miseria". El nuevo orden globalizado neoliberal produce cada vez más excedentes, sendos grupos de marginados a los cuales la sociedad en ningún caso pretende insertar, no caben. La producción a gran escala cada vez requiere de menos mano de obra y el 60% de los hoy empleados lo están en empresas de servicio. Estos trabajos en servicio no requieren especialización y por ende, cada trabajador puede ser sustituido sin problemas si no hay leyes laborales. La profundización del sistema neoliberal ha causado que se eliminen las trabas a la libre competencia y con ello se abolieran las normas laborales conquistadas con décadas de lucha, al no haber oposición sindicatos, por estar la mayor cantidad de asalariados trabajando sin contrato, sin especializaciones y con dos dígitos de desempleados amenazando. Este clima baja los salarios y los empresarios consiguen que la mano de obra se venda al mínimo mientras se explota al máximo, con ello los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres. Esto unido a la tecnologización de los sistemas productivos permite que el sistema económico cada vez necesite de menos personas para seguir creciendo. Este fenómeno como lo señala Tourain, consigue que en el primer mundo quede excluido un diez por ciento de la población y el tercer mundo el noventa por ciento. ¿Qué hacer con todos esos pobres que como decía Malthus, crecen geométricamente?, una respuesta la dio el Kenesianismo, integrando a esas personas al trabajo, dando seguridad en el empleo, acceso a la seguridad social, a la educación, dando derecho al capitalismo. Al caer el muro de Berlín y con ello la amenaza soviética, ya no es necesario estar bien con el pueblo en ésta nueva sociedad global capitalista, por ello se elimina el Estado benefactor en el primer mundo y se cambia el paradigma de Estado providencia a Estado penitencia, o de estado maternalista a uno paternalista. Así en los EEUU, Wacquant sostiene que la represión penal sustituyó a la seguridad social, la cárcel sustituyó a la vivienda básica y el alimento que en ella le dan a los internos al salario mínimo. Junto con ello, al "sacar de circulación" a sendos grupos de varones jóvenes y en especial afroamericanos, han conseguido mantener a raya la cesantía, puesto que los presos no ingresan a las estadísticas como población desocupada. Recordemos que en dicho país ya se llegó a la escandalosa cifra de dos millones de personas presas. Esto es coetáneo a la privatización del sistema represivo tanto en la venta de armas, prestación de seguridad y hasta la construcción y gobernación de cárceles.


Con todo, el pensamiento de Wacquant no es posible importarlo a Chile sin previamente aplicar la siguiente corrección monetaria: Primero, la unidad de análisis de Wacquant es muy limitada (el barrio, la ciudad, Estados Unidos, Europa) lo que impide observar de qué manera éste cambio del estado del primer mundo se relaciona con lo que sucede en el Sistema Mundo; Segundo, la relación raza- marginación en Chile adquiere formas muy distintas a los Estados Unidos (Los Afroamericanos) o Francia (Argelinos o Norafricanos) centrándose acá en pueblos originarios y no inmigrantes (al menos la inmigración Peruana o Boliviana no ha tenido las magnitudes de las olas migratorias primermundistas), el factor racial de todas formas constituye una excusa para discriminar a través del fenotipo ya que cualquier argumento racista hoy se encuentra completamente desacreditado debido a los últimos estudios genéticos y atropológicos; Tercero, en Chile no es posible observar el tránsito de Estado de providencia a Estado Penitencia ya que Chile no tuvo un Welfare o éste fue muy disimil a lo ocurrido en el primer mundo. El desempleo tampoco es producto de la desindustrialización sino que de una industrialización inacabada; La última prevención es que no se puede verificar éste modelo explicativo en nuestro país no por que no exista la guetificación sino por que en Chile la delincuencia se ha mantenido estable en los últimos veinte años y no ha aumentado la violencia en los ilícitos (se ha mantenido estable la tasa de homicidios que dicho sea de paso es la más baja de Latinoamérica y cinco veces menor al promedio regional) pero es interesante observar que los niveles de miedo a la delincuencia de
parte de la población son comparables a los de las ciudades más violentas de América y que la población penal se haya triplicado en dos décadas. Lo anterior se encuentra ligado a un crecimiento sostenido de la economía, aumento de la brecha entre ricos y pobres y una deseguritización social. En fin, Wacquant se ha convertido en una lectura indispensable en éstos momentos de Insegurización Ciudadana, más aún cuando en Chile nos encontramos con una privatización carcelaria en ciernes.


La empresa Waquenhut, es la controladora de éste negocio en los EEUU y ya tiene instaladas cárceles en Inglaterra y Australia. En Abril de 1994 organizó en Santiago un Seminario que patrocinó Paz Ciudadana y la Fundación Libertad y Desarrollo, en el se señaló como la panacea al problema de la seguridad ciudadana (cabe señalar que en ese momento paz ciudadana aún no realizaba ningún seminario de diagnóstico sobre la Seguridad Ciudadana en Chile, eso recién fue en 1995) la construcción de cárceles privadas.


Mucho dinero hay detrás para conseguir el monopolio natural del sufrimiento, por ello es que se las Cárceles hoy se venden como instituciones capitales de la civilización cuando el terminar con ellas sería el primer paso para una sociedad civilizada.


Hace dos siglos y medio que Cesare Beccaria escribió su célebre tratado "Del delito y de las penas", y señalaba que era imposible privar de la libertad a quien atentara contra la propiedad pues se trataban de derechos de una entidad distinta, hoy no solo está encallecida nuestra sensibilidad, utilizando sus dichos, sino que está tan asentado que la propiedad es el derecho más importante de la sociedad que más del noventa por ciento de las personas presas lo están por ese motivo, de ellos a su vez, el noventa por ciento es de escasos recursos económicos. Ahora los empresarios quieren cobrar por tener presos a aquellos que les roban una radio o una billetera, cobrarle al Estado. Este en vez de invertir en Salud y Educación dirigirá esos fondos nuevamente hacia arriba aumentando la brecha, con ello la acumulación de capital, con ello la pobreza, con ello la represión penal, con ello los presos...


El problema del hacinamiento carcelario no está dado por el aumento de los delitos sino por el aumento de las detenciones, de la mano dura policial y judicial, de la intolerancia y la mantención de presos sin condenas. Estamos cosechando lo que ha sembrado Orpis y Espina, María Pía Guzmán, Paz Ciudadana, Libertad y Desarrollo, COPESA, El Mercurio y el Gobierno durante toda la década anterior. Ellos llamaron a la mano dura, a la eficiencia, al no dejar nada impune, a vigilarlo y controlarlo todo para esconder con un dedo el sol de la pobreza. En Chile no ha aumentado la delincuencia en la última década pero ya mucho se ha lucrado manteniendo este engaño y paradojalmente en la misma proporción en que ha aumentado el hacinamiento carcelario ha aumentado la brecha entre ricos y pobres.


Es la pobreza la que se intenta ocultar señalando a la delincuencia como un problema, y peor aún como un problema solucionable reprimiendo; hoy luego que se resolviera el primer plan quinquenal de Paz Ciudadana para concluir con la Revolución Silenciosa de la Reforma Procesal Penal, el tema que seguía era el de la privatización del Sistema Carcelario. Una tragedia que debería habernos hecho pensar sobre la brutalidad del sistema carcelario, ha servido para que el Ministro Gómez, lo utilizara como viento en la espalda para avisar a un mes del lamentable hecho, que tal brutalidad llamada Cárcel quedará a merced de la aún más brutal mano invisible. Que falta de respeto, aún se siente el olor a muerto y el gobierno anuncia que la represión más brutal dentro del Estado la va a ejercer un sector que dice querer poner fin a la pobreza y solo se preocupa de teletones y mediagüitas. Tengan por seguro que si aceptamos tal descalabro será COPEVA o una empresa equivalente quien postule a la licitación para construir los penales y Waquenhut contratará aex CNI y DINA de alcaides. Si les vamos a dar más pistolas a los monos no nos quejemos después de que vivimos en la selva.


1 Ver Löic Wacquant, Las Cárceles de la Miseria. Editorial Manantial, Buenos Aires, año 2000.

1 comentarios:

Craft dijo...

Una grata sorpresa encontrar tu blog. Creo que debes ser uno de los pocos que saben de Wallerstein y está muy bien promover su lectura para que los críticos de artes y acdémicos jóvenes no usen con tanta liviandad la dupla Centro-Periferia...más la tremenda relevancia del Sistema Mundial.

Rick Terror

http://rickterror.blogspot.com/

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