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miércoles, 6 de febrero de 2008


Un militar de diecinueve años condujo a prisioneros a la muerte hace más de treinta años, cuando era un conscripto, menor de edad (la mayoría de edad era 21 años), en pleno estado de sitio, y hoy debe dejar su puesto de jefe de la guarnición de Santiago sin que exista una condena en su contra. Era uno de los generales más importantes del país y había sido ascendido con la venia de la Ministra de Defensa de la época, la actual presidenta Bachelet.


El jefe del ejército valoró el acto de grandeza del general Santelices por haber renunciado, a ese reconocimiento se sumó el gobierno. Los grupos defensores de los DDHH consideraron por su parte que no había nada de grandeza en su gesto puesto que era lo mínimo que debía haber hecho. Agregaron además que el ejército muestra de ese modo su compromiso porque nunca más se comentan atropellos a los DDHH e instaron a que vuelva a ser una institución de todos los chilenos.


Quiere decir que según los defensores de los derechos humanos es sano que un general renuncie por que le son imputados delitos que aún no son acreditados. Habría una jerarquía en los DDHH en que la vida de los asesinados en la caravana de la muerte vale mucho más que los derechos civiles del general Santelices como el principio de inocencia. (Quien no es condenado por un delito debe ser considerado inocente y tratado como tal)


Sin embargo tal jerarquía es inadmisible: Los DDHH sólo valen si todos ellos se respetan, no vale el incumplimiento de uno en desmedro de otros. A esto se le llama principio de indivisivilidad de los DDHH.


No vale el respeto de los derechos civiles y políticos mientras se conculcan los derechos económicos, sociales y culturales. Esta es la razón de fondo por la cual, en el actual momento económico, político y social de la humanidad, los DDHH son sólo un anhelo político de aquellos que los asumen como una convicción moral. El perseguir su respeto técnico, forzado, leguleyo, hipócritamente despolitizado y artificialmente fragmentado, no es sino una instrumentalización de los DDHH. Es valerse del poder del Estado para criminalizar a aquellos sujetos que se encuentran vulnerables ante él; es usar el mismo viento que antes nos soplaba en contra para agredir a otros ahora que nos sopla en la espalda.


El uso de los DDHH como una herramienta de tormento conspira contra una cultura de los DDHH ya que muchos lo asocian a meras normas penales.


Por otra parte no puedo comprender cómo aquellos que consideran que el Estado es el representante de la clase social dominante recurren a éste para que haga justicia en un mundo esencialmente injusto.


Creo que la lucha por un mundo mejor principia en declararse en contra de todo poder abusivo y dejar de ser cómplice de ellos. Los militares SIEMPRE van a violar los DDHH, al igual que las policias, esa es su razón de ser. Militares insertados en la sociedad me dan más miedo que los que viven aislados. El Estado, los gobiernos y las leyes, seguirán dándole la razón al más fuerte como siempre lo han hecho y si me dan hoy la razón a mi yo estoy dentro de los más fuertes.


La lucha por la vigencia de los DDHH comprende la obtención de lo inédito y la política es el arte de hacer posible las cosas imposibles.


Basta de despolitizar los DDHH, basta de prestarse para la instrumentalización que de ellos hacen los gobiernos y las ONG. Los DDHH comprenden el catálogo moral de gran parte de la humanidad que debe unirse para construir un mundo en que sea posible su vigencia.

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