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miércoles, 19 de marzo de 2008

En Chile el ingreso medio llega con suerte a los mil dólares mensuales, pero como está distribuido por el lobo resulta que el ochenta por ciento gana menos que eso.

Pero “la clase media” es el destino de los discursos de las autoridades. Aquellos que ganan entre quinientos y mil dólares mensuales se dan por aludidos pero se encuentran en un profundo error.

Para aliviar a la castigada “clase media” el gobierno ha propuesto un conjunto de medidas las que redundan en la disminución del impuesto específico a las gasolinas por dos años es decir, para las próximas dos elecciones las bencinas disminuirán su precio. Se debe mencionar que en Chile este impuesto es uno de los más altos del mundo y que en este país se producen dos gotas y media de petróleo al año. Para financiar la disminución se reducirán las franquicias tributarias que gozaban las empresas constructoras las cuales el gobierno propuso restringirlas tan sólo a las viviendas básicas.

Los defensores de la “clase media” reaccionaron escandalizados. Hosain Sabag, de la democracia cristiana, para que usted sepa es un congresista; si nunca había oído de él no se lo reprocho puesto que hasta el momento nadie le había tocado el bolsillo.

Él junto a Jorge Pizarro, el matón de la DC, consideraron que la medida era equivocada porque le saca dinero a la clase media para dársela a la clase media: “Una familia que gana un millón doscientos al mes (U$ 2.200) no puede elegir comprarse una casa de buena calidad ya que ahora deberá pagar hasta siete millones más por impuestos (U$ 16.000)”.

Para pagar siete millones más deberíamos creer que las empresas constructoras transfieren sus franquicias tributarias a sus clientes es decir, contrario a la lógica del lucro que impera, todo lo hacen por sus clientes. Son como una institución caritativa pro ayuda de la clase media. Pero se debe mencionar algo más, para que aumenten los impuestos en siete millones cada una de esas humildes viviendas debe costar $91.000.000.- lo que equivale a DOSCIENTOS DOCE MIL DÓLARES. Según este refinado argumento, la clase media que gana entre U$500 y U$1000 por mes requeriría, destinando todos sus ingresos al pago de su vivienda, entre 32 y 16 años respectivamente para pagarlas sin considerar el valor del financiamiento. Las familias a las que ellas llaman de clase media, que son ricos en estricto sentido si lo comparamos con la mayoría del país, aún sus ingresos no les alcanzaría para pagar una vivienda en tan alto precio. Quienes sí pueden comprar holgadamente una vivienda de U$ 212.000.- no renunciaran a ella por que suba su valor en un ocho por ciento.

A la clase media que le hablan es a la Alemana o a la Estadounidense, no a la chilena. Nuestra clase media a penas le alcanza para un autito del año ochenta que ocupa cuatro veces al año. Es impúdico que le bajen la bencina habiendo tantas otras prioridades pero aún más que les paguen sus casas. Lo grave es que la franquicia a las constructoras se aplica a todo evento y beneficia, en gran medida, a las faraónicas edificaciones de los ricos. La moción de los “paladines de la clase media” permitirá que el beneficio cubra sólo hasta la millonaria cifra mencionada la que en nuestro país alcanzaría para la construcción de ¡100 viviendas básicas!

Consultado el flamante nuevo presidente del senado, Adolfo Zaldivar, sobre si debían abstenerse de votar los parlamentarios que tuvieran intereses en la construcción dijo “me parece una falta de respeto el sólo plantearlo”. La rectificación del modelo que plantea seguramente consiste en una ampliación de la parte ancha del embudo.

Al mismo tiempo las autoridades critican a los panificadores de haberse “concertado” para subir los precios como si ellos fueran los culpables de la escasez mundial de trigo, de la sequía, y del sobre impuesto que se cobra a la harina. Me sorprende que hasta el gobierno encuentre que la “concertación” es algo malo.

Fíjese bien, el alimento que consume el pobre es el Pan y en vez que estar subsidiado paga el doble de impuesto que los televisores de plasma y el cuádruple que las casitas de doscientos mil dólares.

Viene Ennio Morricone, pagado con plata de todos nosotros, pero el concierto se arma en un lugar que los pobres sólo conocen si han sido jardineros o limpiadores de piscinas. ¿Usted sabía que venía pagado por todos nosotros? Seguramente no. La empresa financiera que lo trae se acogió al sistema de donaciones culturales. Como el sistema legal está construido para que las empresas financieras no paguen impuestos – Chile es la Suiza de Latinoamérica – cómo habrán sido las utilidades de ésta para traer no sólo a Morricone sino que a sesenta músicos de la sinfónica de Roma descontando impuestos.

Todo estaba diseñado para que los propios ricos asistieran a un espectáculo ¿gratis? NO, pagado con nuestros impuestos. Es como si para pagar mis impuestos organizara una fiesta una vez al año en la que invito sólo a mis vecinos.

Si esto fuera poco la empresa en cuestión se ha capitalizado aún más debido a la publicidad gratuita que ha recibido y no me caben dudas que el canal 13, le pagó un suculento cheque (o canjeó por publicidad en horario prime) para que le dejara transmitir el concierto.

¿Quien de ustedes gasta los impuestos en lo que se le da la gana y más encima lucra con ellos?

Lo de Morricone es un caso pequeño si lo comparamos con la Teleton en que las empresas descuentan impuestos por hacer “caridad” y capitalizan el doble haciendo publicidad. Como reza el dicho, hacen caridad con el bolsillo ajeno.

A los ricos se les pagan sus casas, se les bajan los impuestos para que compren objetos de lujo, se los deja hacer lo que quieran con sus impuestos... y si los llegan a asaltar llegan mil patrulleras con mil pacos pagados ¿adivinen con qué dinero?

Y a las empresas mineras se las deja llevarse el cobre, el oro y el molibdeno en las maletas conformándonos con las propinas que se les arroja al maletero. ¿Sabía usted que la fronda aristocrática de finales del siglo XIX y principios del XX cobraba el 30% de lo extraído en salitre en impuestos? Pregunten cuanto pagan ahora por el cobre y luego arrepiéntanse de todas las veces que los llamaron holgazanes: Así, arribistas y flojos, no eran el portero de la cueva de Ali Baba que tenemos hoy en día.

Lo que quiero dejar en claro es que la discusión pública de estos asuntos es una clara demostración de la pasividad de la ciudadanía ya que es tan escandaloso que esto sí merece encapuchados. Millones de dólares que se acumulan por el IVA que paga cada tesito y pan con margarina que les van a dejar a domicilio a las personas más ricos de este país; y dantescos recursos se dilapidan o se regalan a los que tienen en desmedro de los que no. La disparidad de ingresos en nuestro país no está tan sólo dada porque el gobierno gasta poco en los pobres sino porque el propio gobierno le roba a los pobres para darle a los ricos.

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