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domingo, 21 de diciembre de 2008

Nuevas militancias, nuevas ingenuidades.


Esperemos que desde ahora en adelante la verdad nos haga libres, parece decirse con frecuencia por los líderes de opinión alternativa, mientras estructuran discursos con sendas omisiones. Es posible explicar esto por una cuestión inherente a la producción científica potenciada por la neurosis modernista: El conocimiento científico principia en lo extraordinario, lo obvio es un telón de fondo que se ignora; la modernidad asume que lo nuevo es bueno, lo que exige a los científicos hurgar desesperadamente en lo extraordinario desdeñando aún más lo inalterable.

Mientras la teoría marxista establece que lo normal es el cambio y no la estabilidad,en los sistemas sociales y económicos, se olvida hasta qué punto dichas transformaciones son superficiales dentro de una estabilidad de mayor alcance, e incluso dentro de la misma fracción de la historia que un hombre puede experienciar directamente.

El tiempo nos permite considerar a la tierra como un objeto sólido, y a lo sólido como algo estático, pues si la observáramos como una película a alta velocidad nos parecería un ambiente tan caótico y plástico como la superficie de Júpiter. Es nuestra percepción, ineludiblemente humana, del tiempo, lo que nos permite sentirnos tan importantes.

Si aquello que antes llamábamos estabilidad hoy lo llamamos equilibrio dinámico, crecimiento, progreso o decadencia es porque el pensamiento científico ha logrado incorporarse al sentido común. Hasta la iglesia católica abandonó su discurso canónico creacionista abriéndose a la selección natural e incluso al big bang. Los únicos que discrepan son un grupo de fundamentalistas, altamente activos y politizados, pero marginales.

Lo problemático en aquellos que creen que sigue siendo revolucionario el concepto de cambio social o de sociedades de clases fragmentadas y conflictuadas es que no logran entender que dichos elementos consisten en partes inseparables del pensamiento de la clase dirigente mundial. Las fisuras que ellos dicen ver son meras trizaduras en la corteza ideológica, meras incoherencias de la doctrina oficial con la cual se sustenta el modelo entre aquellos que lo padecen. El pequeño grupo que gobierna al mundo: El que controla económica, política e ideológicamente al mundo, tiene muy claro qué hacer y qué decirle al perraje.

Como la ciencia, y en especial su remedo conocido como ciencia social, estudia lo extraordinario, ha sido desdeñosa con lo evidente: que la estructura de la sociedad se ha mantenido inalterable desde que existe civilización; que siempre ha sido gobernada por un pequeño grupo de personas conscientes de la lógica sistémica, es decir el idioma del poder o del dinero como se la conoce ahora; y que es muy distinto lo que se debe hacer, que es una necesidad dentro de la lógica sistémica, que lo que se le dice a la platea y a la galería para que adhiera a las decisiones.

Estas continuidades han sido invisibles para la ciencia social que se ha esmerado en afirmar que el mundo ha cambiado cualitativamente mientras sólo se han modificado los discursos con los que la clase dirigente asegura su dominio. No existe ningún cambio cualitativo en la abolición de la esclavitud no sólo porque en la práctica no se haya erradicado sino porque el trabajo asalariado es un modo de dominio equivalente es más, los sistemas altamente tecnologizados producen marginales imposibles de ser usados económica o políticamente según algunos, sí cumplen la función de forzar al trabajo a aquellos que sólo lo harán para la supervivencia. Es más eficiente que el espectáculo de la miseria fuerce a esclavizarse, atarse en un palenque en el cual por sí mismos nos azotamos, que pagarle a un azotador por cada cinco obreros; pero eso no significa que nuestro sistema sea mejor que otros precedentes sólo que la enorme magnitud de la civilización actual en tanto sujetos a su yugo y la vertiginosa forma de producción capitalista, obliga a un sistema de control científico, a la maximización del tiempo y de los recursos. En terrenos en que antes primaba el olfato del rey y sus consejeros, hoy operan consultoras; y ahí en donde antes regía la improvisación hoy tenemos a la ingeniería.

Del ingenio a la Ingeniería:

Lo que para el público, lo que hoy se conoce como opinión pública, es una decisión emanada de un gobierno legítimo, que es racional y representativa de la voluntad general, para los poderosos es un día más de trabajo, un escalón más en una escalera que ellos saben hacia donde se dirige.

Si bien se encuentran alienados o enajenados en sus propias actividades, y poco les alcance para cabilar sobre el origen del hombre y el destino planetario, su consistencia en los asuntos prácticos se encuentra fuera de toda duda: Cada vez que se debe tomar una decisión complicada ellos lo hacen en un par de días y a lo más semanas ¿Porqué? Primero, porque no se deben a la deliberación democrática y no pierden tiempo en convencer a nadie; segundo, porque tienen claro hacia donde se dirigen por lo tanto las decisiones no son ingeniosas sino que son de ingenieros.

La ingeniería es el arte de llevar a cabo un plan, por descomunal, inapropiado o suicida este sea. El cálculo dirá cual es el modo más barato de fabricar una bomba y arrojarla en Hiroshima, poco le importa quienes están abajo. El cálculo también computará las ganancias, directas e indirectas, que cualquier masacre rentará a los invasores.

La clase dominante mundial se debate en una ecuación muy simple: Ni muy poca luz para que el santo no se vea ni mucha para que no se queme. Es preciso que el sistema productivo crezca pues es el único modo que la apetencia de los dominantes no colisione con la de sus colegas; pero ante todo es preciso conseguir que el barco no se hunda. Los recursos naturales son escasos y el mundo es un espacio mucho más acotado de lo que se pensaba hace ciento cincuenta años. La clase dominante sabe que con cada paso que avanza se acerca, nos acercamos, a un precipicio medio ambiental pero que la lógica del poder obliga a crecer pues lo contrario es declinar.

La alienación los lleva a seguir la lógica del poder, sin ninguna otra consideración; el conseguir el acatamiento de los afectados por sus decisiones se realiza por los mismos sistemas técnicos ingieneriles con los que construyen sus ineficientes rascacielos. La diferencia con los anteriores es que tales métodos no se divulgan por el Discovery Channel.

Relaciones Públicas y Sistemas de Inteligencia:

El control de los perjudicados por las políticas, para que se sientan miembros de una sociedad en cierto modo equitativa, se realiza por medio de sistemas ideológicos en que los principales son la educación pública y los medios de comunicación de masas. Para aquellos que no logran ser evangelizados se encuentra una amplia gama de dispositivos terroristas que todo sistema ha utilizado incluso el occidental capitalista pese a que abjure de hacerlo.

Los estudiosos de los sistemas penales, por ejemplo, saben bien que nadie va a respetar a un sistema criminal porque este sea coherente o justo sino que precisamente por todo lo contrario. No se busca que los ciudadanos respeten el derecho escrito, que ha sido públicamente discutido y estatuído, sino que acate las veleidades y caprichos del poderoso. A parte de ser las normas criminales en su redacción clasistas, racistas y sexistas, y tales características se incrementen al ser aplicadas por los operadores policiales y judiciales, lo que vale es el derecho penal subterraneo, aquel código secreto que todos conocemos, que es lo que efectivamente causa terror.

Como lo señalaba Hobbes, el Estado es el modo de suprimir la inseguridad de la barbarie encomendando a un monstruo para que desempeñe la tarea de aterrorizar en exclusiva. Lo que sucede es que muchos confunden ese Estado con los que formalmente se describen en el almanaque mundial. Identifiquemos quien aplica el terror, en favor y en contra de quien, y tendremos al mundo tal cual es, desprovisto de toda ideológica cobertura.

Existen personas que en el momento que usted lee este párrafo aprenden a aplicar corriente en la lengua o en los genitales de otros seres humanos es más, hay seres humanos que en este preciso momento están siendo torturados. No me refiero tan sólo a lo que se conoce como mafia, o terrorismo, me refiero a grupos financiados directamente con sus impuestos y apoyados políticamente por los representantes que usted elige.

La clase dirigente sabe bien sus finalidades, y es la ingeniería quien se preocupa de los medios. Si hemos de construir un edificio en un pantano la ingeniería sabrá como hacerlo y que salga lo más barato posible; si necesitamos imponer nuestra voluntad sobre un territorio o extraer los recursos naturales que yacen bajo humanos, la ingeniería sabe cómo hacerlo en el menor tiempo y al menor costo. Esto no significa, por favor ¡entiendalo!, menores costos humanos y o ambientales sino que sólo se considera el dinero que sale del bolsillo del patrón.

Cómo sesenta y tantos años de propaganda anti nazi han calado profundo en la opinión pública, los hornos dejaron de ser un método popular y su implementación arroja altos costos en publicidad que los hacen poco rentables. Pero siguen utilizándose métodos similares a los de Akad y Asiria, tiempos y lugares en que freían en aceite a todos los prisioneros de guerra y sólo dejaban a un sobreviviente, al cual torturaban con la precaución que mantuviera un ojo y su lengua, y el aliento para volver y contar las atrocidades a su lugar de origen.

Tanto se habla de la guerra de Iraq, sobre los crímenes en que ahí se perpetran, sin que nada de eso aminore el poder de los invasores. Lo que ocurre es que la divulgación de horror es parte ineludible del terror pues lo que se quiere dejar sentado es que ellos harán eso cuando se les ocurra y en contra de quien se les plazca.

Mientras la cobertura de chocolate con que se cubre al mundo enseña que todo se hace por alguna razón, el idioma del poder siempre ha sabido que el día que los gobernados sepan que hará su rey lo harán ellos mismos y no lo necesitaran. Poder que no abusa no es poder; sin arbitrariedad no hay terror y sin terror no hay gobierno.

Los nuevos militantes deben comprender que los ejércitos están para matar personas, que las policías también, y que los sistemas de inteligencia para expiar, manipular, producir horror y reproducir terror.

Cada vez que exigimos el cumplimiento de catálogos de derechos que no se nos olvide que ellos son la dulce zanahoria que se ofrece con cinismo mientras, tras ella, oculto oscila el garrote.

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