pestañas

Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.

Volver al Inicio

Aumentar Reducir

Tamaño de Letra

Entradas Antiguas

domingo, 14 de junio de 2009

Crónicas de una irregular militancia, II Parte.

I

Marzo de 1991, la sala de vídeo del liceo de Aplicación exhibe un aburrido y mal grabado concierto de Ac&Dc en Betamax. El sonido monoaural y a bajo volumen impide escuchar y las cabezas de los asistentes ver. La sala, a pesar de eso, está abarrotada; la alternativa es estar en clases. La mayor parte del auditorio es de séptimo y octavo básico; en la parte de atrás unos cuantos afortunados de primero, entre ellos el "J" en pleno.

Desde la primera fila los convocantes de esa reunión capeadora de clases, alumnos de tercero y cuarto medio, es decir, de la jornada de la mañana, apagan el video y colocan una película porno. Era la primera que muchos veíamos en nuestra vida. Una porno hardcore, además, nunca olvidaré el tamaño del clítoris de la mujer de la primera escena, completamente inusual en la pornografía heterosexual. En fin, diez minutos de porno extremo y el público extasiado. Entró Julia, la inspectora del Cumming 21, y el pornógrafo cambió de un triz el trío HMH por ACDC, la inspectora sorprendida por nuestra melomanía, pues los gritos se escuchaban desde la Alameda, preguntó:

- ¿Les gusta la música?

Y todos respondimos al unísono:

- Siiii.

Mientras comenzaban las chifladeras por la interrupción, tanto de los que querían que la Julia se fuera como de aquellos que deseaban que se quedara y bailara desnuda.

Un espigado colorín, el pornógrafo, se paró, y dijo solenmenente:

- Compañeros, si ustedes votan por la lista "B" siempre tendremos videos como "estos" en esta sala.

El público lo ovacionó, y yo me retiré indignado. Fue mi bautizo político en el liceo de Aplicación.

II

Otoño de 1995, la Corte Suprema ha acogido un recurso de protección interpuesto a favor de "Don Jesus de Nazaret, profesión u oficio desconocido, domiciliado en Teatinos ... oficina ... representado mediante mandato en escritura pública bla bla bla, por cuanto se ha afectado su integridad moral por la exhibición del filme "La última tentación de Cristo... Por lo tanto se prohibe la difusión pública de dicho material filmico mientras no se resuelva en definitivas"

En Valdivia pese al satélite la noticia llegó, como todo, con unos cuantos días de retardo. La película que con suerte se estrenaría en el único cine comercial de la ciudad para el verano del 98 era prohibida en Santiago casi diez años después de su estreno mundial.

La censura abrió la posibilidad que se confeccionaran copias piratas, al igual que lo ocurrido con "Impunidad Diplomática" de Martorell y luego con "El Libro Negro de la Justicia" de Alejandra Matus; la censura era el mejor gancho publicitario para el creador pero un severo daño para su economía.

Para el jueves ya circulaban dos copias de la peor película de Scorsese en Valdivia, nunca hasta ese entonces se había dado la posibilidad de estrenar un filme primero en la perdida ciudad del sur que en la capital y nadie quería desperdiciarla. El asesor jurídico de la Universidad Austral abrió la puerta a esa opción, con una carta publicada en el periódico local: "Lo que está prohibido es la exhibición pública de la película, si unos alumnos se organizan para ver una obra es una exhibición privada". Entre el viernes y el sábado reproducciones rotativas en multisalas improvisadas en el gimnasio y el auditorio de la ciudad universitaria permitió a unas catorce mil personas ver, privadamente, la película. Nació la ley y la trampa adherida una a otra como imagen y sombra. En los tiempos en que medio Chile se anulaba pues no había divorcio, asistir a una exhibición privada junto a dos mil desconocidos no era algo insólito.

Como era viernes teníamos clases en el salón auditorio en donde apretados podíamos entrar unos trescientos cincuenta alumnos, nuestro curso de Introducción al Derecho, con Jesus Escandón (tocayo del afectado), tenía casi ciento veinte inscritos. Mientras recogíamos los cuadernos ingresó un hombre con un largo pelo canoso de unos treinta años y una chaqueta de cuero de aviador. Colocó en medio de la mesa del profesor un VHS y un proyector, mientras ordas de curiosos entraban por las puertas abiertas de par en par. Colocó la cinta, y ajustó la imagen. Luego se paró arriba de una silla y dijo, con la voz egolada y el ceño fruncido, cual Aruro Prat en la borda de la Esmeralda:

- Compañeros, hoy libramos una lucha contra el enemigo quien intenta censurar cada una de nuestras manifestaciones. En la Federación Internacional Contra el Neoliberalismo pensamos que esto no puede seguir así, por lo tanto hemos decidido, luego de una ardua deliberación, proyectar la película que el capitalismo neoliberal quiere que no veamos. ¡Compañeros! Ante ustedes, La última tentación de Cristo.

Se bajó de la silla, colocó play, y se retiró de la sala apagando la luz.

III

La lista "B" no varió su linea populista buena onda, aunque nunca más hubo ni pornografía ni alegría. Antes del cambio de mando falleció el presidente del Centro de Alumnos del periodo anterior, Pablo Huapaya, quien a su vez lo era de la FESES, en ese tiempo Federación de Estudiantes Secundarios de Santiago. Falleció en un lamentable accidente en el sector del Jaboncillo en el cajón del río Maipo. Su mejor amigo vagó por casi dos semanas hasta que fue encontrado, la primera pregunta de la prensa fue:

- ¿Te sientes responsable por la muerte de Huapaya?

Ese día los estudiantes hicimos turnos para que la prensa no ingresara ni a dos cuadras del liceo y lo conseguimos. Así como también unos cuantos perioidiotas se llevaron unos buenos combos y equipos en pedazos.

El velatorio se realizó en el gimnasio, en Cumming 29, una bandera del liceo, roja y amarilla, tapaba el ataud. Dos alumnos, puesto en que nos turnamos casi todos, hacíamos de edecanes en un ambiente triste y solemne, mientras se escuchaba incesante la "Carmina Burana".

Con Huapaya fallecia una generación, la de los "Actores Secundarios", y quedábamos nosotros para hacernos cargo del futuro con las formas del pasado pero en una realidad absolútamente diversa.

IV

Primavera del año dos mil ocho, me sentí convocado a una actividad en la Universidad de Valparaíso. Diversas organizaciones se habían percatado súbitamente que en nuestro país la represión policial había aumentado, se debía hacer algo y urgente.

A principios del dos mil algunas de mis intervenciones sacaban ronchas dentro del foro sobre violencia y control social del centro de estudios sociales del Arcis: "Tal cual nos preocupan aquellos que están presos por luchar por un mundo mejor deberían importarnos aquellos que deben padecer el mundo peor". Lo decía con frecuencia e incluso lo consigné por escrito en mi memoria de título en la Universidad Diego Portales, institución que con cariño denomino la UDIpe.

La separación de los pobres entre proletariado y lúmpen es una de las cuantas taras ha superar por la izquierda, en especial en nuestro país. Por esta razón no existió oposición alguna para crear un sistema represivo, intenso y sofisticado, entre 1995 y el 2005 sin que ningún personero de izquierda se incomodara. Aún hoy la izquierda no posee un programa sobre seguridad pública que enfrente el asunto en su real dimensión: Como un sistema clasista, opresivo e irracional. Una centena de "presos políticos" valen más que cincuenta mil pobres, los cuatro mil muertos de dictadura valen mucho más que los doce mil que han muerto producto de la violencia policial, poblacional y carcelaria durante la dictadura. Ante dichas calamidades la izquierda ha guardado riguroso silencio siendo cómplice de todo ese sufrimiento, de todas aquellas violaciones a los DDHH que no afectan a sus "compañeros".

La reunión de Valparaiso era la instancia correcta de hacer ver ese malestar y solicitar la rendición de cuentas de modo que el "Nunca Más" no sea de los dientes hacia afuera.

Muchas veces los cerebros tras las convocatorias ámplias quieren que los asistentes sólo ocupen una silla y aplaudan; si es que además al final profieren loas genuflectándose, felicitando al panel y a los anfitriones mucho mejor, todo eso es lo esperado en nuestras precarías instancias democráticas. En esa reunión los organizadores eran jóvenes estudiantes de Derecho, un tanto ajenos a este maniqueísmo. Por lo mismo el control de la situación lo asumieron rápidamente algunos de los invitados.

La actividad duraría entre la tarde del viernes y el domingo. Para la reunión del día viernes los panelistas llegaron puntualmente: Un dirigente de los trabajadores de CODELCO división Andina, un representante de Amnistía Internacional, un activista del Comité Ético en contra de la Tortura, y Paulina Acevedo, comunicadora popular. Digo esto tal cual fue dicho, comunicadora popular, pues la división del trabajo es un asunto basal en nuestras organizaciones. El panel lo moderaba uno de los organizadores. En el público habíamos cuatro personas.

Debido a la falta de asistentes se optó a que el panel mudara en una mesa redonda, sin embargo los expositores intentaban hacer valer su autoridad cuestión nada de dificil ya que nos superaban en relación de dos a uno al público. El activista de la Comisión Ética contra la Tortura abrió los fuegos sintiendose obligado a contextualizar el momento del mundo que habitamos, desde luego que desde su punto de vista. La validez intersubjetiva de su planteo quedó trastabillando luego que le dijiera lo siguiente, sin pedir la palabra pues era casi una reunión en un bar:

- Usted nos ha dado un perfecto resumen de los lugares comunes de la izquierda que en este momento se encuentran en crisis. La pobreza no aumenta ni la delincuencia ni la violencia, sólo la violencia estatal es la que produce y aumenta o disminuye ambas. La violencia de estado sea en contra de delincuentes o de enemigos políticos es lo mismo puesto que al sistema le basta llamar delincuentes a los políticos y asunto terminado. Sería bueno que hablarámos de estos asuntos por lo mismo es prioritario salir del terreno de los discursos que se dan a la galería, aprovechemos que estamos dentro de una universidad.

V

Era primavera, en Valparaíso, en la universidad homónima, pero en el año 2002. Habíamos logrado constituir un pequeño grupo de estudios que pretendía, al menos en las intenciones, competir contra Paz Ciudadana. Para quien conozca la poca rigurosidad de la fundación de Agustín Edwards comprende que académicamente el asunto ni era imposible ni tampoco tan ambicioso; lo que sí estaban claros eran los riesgos de intentarlo en un país que es un fundo y nada más que eso.

Me enfretaba a mi segunda exposición, sobre mi ponencia ya publicada "Medios de Comunicación, Violencia y Control Social, breves notas sobre la justicia mediática." Dicho artículo lo realicé en mi breve estadía de ayudante de investigación en el Centro de Estudios sobre Seguridad Ciudadana, dependiente del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile. Lucía Damert, una de las investigadoras y quien hoy dirige una oficina del mismo tópico en FLACSO, me propuso que escribiera un artículo pues el "Centro quería hacer una revista". Ni se publicó dicha revista ni duré un mes luego de presentado el artículo; eso había sido a mediados de ese año. El en panel exponían mis compañeros de VICSO, así habíamos llamado al grupo luego de intensas deliberaciones, Javiera Díaz y Jorge Ojeda, e Iban de Rementería de Ciudadanía y Justicia. La mesa era moderada nada más y nada menos que por Lucía Damert.

De Rementería leía una ponencia escrita hace un par de años y seguramente copiada de otra con modestas actualizaciones. De eso doy fe, y en ese momento lo mencioné, puesto que dicho trabajo estaba citado en uno de los míos. El trabajo se llamaba algo así como "El Estado y la Sociedad en la lucha contra las Drogas". Los términos "Estado" y "Sociedad" los pronunció a lo menos veinte veces cada uno. Damert preguntó al público:

- ¿Hay una pregunta para el señor de Rementería?... ¿No?... Bueno, pasemos a la exposición de Ariel.

- Gracias Lucía, pero quería aprovechar antes de hacerle una pregunta al Señor de Rementería.

- Por favor Ariel - dijo Lucía- confingida cordialidad.

- Señor de Rementería, nos podría clarificar ¿qué entiende por Estado y qué por Sociedad?

VI

Son las ocho de la noche y la discusión sube de tono, escala pero no por eso se eleva. La comunicadora popular me reprocha mi falta de respeto ante las credenciales de los presentes; eso para mi fue un alago pues no tenía que ver con otra cosa que con los años. Insistí en mi tesis, la represión que para todos era evidente era producto de la "lucha contra el delito" de los noventa y esa máquina se debía desmontar antes que termináramos todos presos. Las víctimas emblemáticas no eran el problema sino las lógicas que los llevaron a ser víctimas. Del otro lado me decían que dichas opiniones no hacían otra cosa que menoscabar el trabajo serio y constante de muchos compañeros, sin explicar el porqué. Mi crítica se refería a lo insuficiente de los esfuerzos no necesariamente eso tenía que ver con cesar las actividades en curso. Al no encontrar un modo de que se hiciera comprensible mi punto opté por hablar fuerte:

- La izquierda no está para llorar muertos, está para hacer reales sus proyectos políticos.

Al día siguiente cuarenta personas en una pequeña sala trataban de ubicarse. Los panelistas del día anterior, menos el dirigente sindical, y más uno recién llegado de Santiago, Helmut Helmix, dijeron desganadamente:

- Hola compañeros, hoy empieza el trabajo de comisiones, la comisión de bla bla bla, va a la sala tanto, la de bla bla bla...

- Disculpa -interrumpí- quizá sería prudente discutir la pertinencia de dividir la escasa concurrencia en cuatro comisiones.

- Compañero, -me dijo Helmut- eso se discutió ayer.

- Lo siento - le respondí- estuve entre los doce asistentes el día de ayer y eso no se disutió precisamente.- Un asistente del día anterior, sentado en primera fila, asintió con la cabeza.

La comunicadora popular junto al compañero del Comité Ético en Contra de la Tortura atacaron con furia y coordinadamente.

- Usted discutió sobre otras cosas -dijo el hombre- pero de todos modos se discutió sobre esto y ya es un tema decidido y no podemos volver sobre él. ¿A quién representa usted?

La Comunicadora, sin embargo, fue más allá, dijo:

- El compañero se dedicó ayer a denostar a los demás compañeros, a menospreciar la defensa de los derechos humanos, hablo por todos los asistentes del día de ayer al manifestar que todos estamos agraviados por sus palabras.

Su discurso parecía coherente, sobre todo para los que no habían asistido a esa reunión y se habían perdido mis "graves descalificaciones", sin embargo sus palabras no iban dirigidas a que yo pidiera excusas sino a que no pudiera seguir hablando.

VII

De Rementería se negó a responder a mi pregunta y yo me negué a proseguir con mi exposición. Durante media hora, tal cual como en la misma sala siete años más tarde, se discutió acerca si era posible discutir sobre algo. Todo ello en auditorios compuestos exclusivamente por militantes de izquierda. En un momento álgido espeté a De Rementería lo siguiente:

- Lo que ocurre es que todos aquí somos o fuimos alumnos universitarios y a ninguno se le aprobó un trabajo en el cual no definiera los términos que empleaba o por lo menos refieriera a un texto que los significara.

De Rementería comprendía los alcances nefastos que podría tener el enfrascarse en una discusión que lo sobrepasaba teóricamente. Su discurso liberal de Estado versus Sociedad que daba origen a otras entelequias como el de "ciudadanía" o "sociedad civil" no parecía adecuado en un congreso de criminología, en donde las teorías críticas desnudaban precisamente ese y otros asuntos. Prefirió guardar silencio y soportar estoicamente las pifias. Su discurso superficialmente progresista, porque criticaba la penalización de las drogas, contenía un vicio de origen vergonzante que pocos habían advertido y que seguramente nunca antes nadie se lo había hecho ver.

Julio Cortés, abogado, cuando aún no usaba el pelo largo, se acercó mientras me retiraba caminando por avenida Errázuriz y me entregó su tarjeta:

- Tienes mucha razón en muchas cosas que dijiste -me dijo-, pero quizá el tono no fue el correcto. Eso hizo que se perdiera el mensaje.

Quizá tenía razón, aunque creo que a De Rementería y Damert les quedó muy claro que no es tan fácil ir a vender espejos a los indios y que la pensarán dos veces la próxima vez que se les dé en gana los aplausos fáciles de los habitantes de la jungla.

VIII

Siete años después en Valparaiso los pocos asistentes a un espacio de reflexión fueron nuevamente divididos en comisiones. Ese es el modo perfecto para que todos salgan habiendo aprendido un poco de nada en vez que un poco del todo. Este método ha sido un fracaso constante, tanto así que durante los congresos de criminología que asistí los temarios y las comisiones fueron los mismas desde 1998 a 2002, considerando entre dos a tres encuentros al año. Siete años después las comisiones fueron las mismas y las conclusiones también, al final aplausos y loas por habernos juntado, y que sean todos muy felices.

Propuse grabar en audio el plenario para que de ese modo nuestras conclusiones sirvieran a otros que quisieran hacer lo mismo, para que retomen la senda desde el punto al que habíamos llegado, aunque ese fuera modesto; a veces ilustrar los fracasos es un modo de producir avances pues otros podrán actuar sin cometerlos. Se grabó la reunión, sin embargo se objetó su publicación puesto que no todos habían dado su autorización para ello. En una jornada de discusión sobre la represión del Estado y la censura se optó democráticamente por censurar por tercera vez.

IX

Era invierno en 1992, cursaba el segundo medio del liceo de Aplicación. Terminé siendo el delegado de la tarde de la comisión azul del centenario. El liceo estaba dividido en cuatro, casi del mismo modo que el centro de alumnos. Gobernaba una fórmula de consenso donde no estaba claro quién era el presidente; la división de las alianzas parecía dar el gusto a cada uno de los figurines, cada uno aceptó gustoso su feudo. El Turko, la alianza roja, qué mejor para él que ondear banderas bermellón en el Estadio Chile (El que aún no se llamaba Victor Jara). Era el Presidente y reputada figura de la izquierda aplicacionista.

Me encontré con el Turko el año pasado, al principio era un eco que interrumpía cada una de mis intervenciones, después comprendí que eran descalificaciones.

- Claro, él..., ¿quién se cree? ¿porqué?, ¿cuando? ¿Donde?, etc., el resto del tiempo interjectaba. Parecía una versión en negativo del asistente de un pentecostal.

No lograba recordar quién era, y dudo que él me haya recordado a mi. Sin embargo le caí mal y frente a eso en este país no se puede hacer casi nada.

La ocasión, para caerse mal, fue la convocatoria amplia a los ex alumnos para que se movilizaran debido a los serios riesgos que existían, y existen, de clausurar el edificio del Aplicación. El derrumbe de un tunel, en circunstancias similares a cuando protestamos los del "2 J" por falta de clases, hacía indispensable nuesta colaboración.

Un pequeño grupo comenzó a "poner orden" una vez que sumábamos unos treinta que conversabamos animadamente en el pasaje Romero.

- Bueno -dijo uno- tenemos una reunión con el Rector así que no podemos seguir hablando con los del Centro de Alumnos.

Alguien preguntó:

- ¿Tenemos?

- Claro, nosotros somos los que organizamos esto y tenemos que ponernos de acuerdo en bla, bla, bla, y no podemos hablar con los de Centro de Alumnos pues debemos tener una posición neutral, no política, y que bla bla bla.

Simple, ellos, unos siete u ocho entre los que estaba el Turko eran los tontos vivos y el resto, unos veinticinco, éramos representantes de la fauna urbana, meras figuritas de papel maché, en buen chileno los tontos útiles. El chancho ya estaba cocinado y la convocatoria ámplia era tan sólo para la fotografía de rigor, para lo cual ya habían convocado al "estafa". El asunto ya estaba conversado con el Rector, a quien se le solicitó nos diera una "declaración pública", una especie de rueda de prensa a la chilena, sin posibilidad de preguntar o contrapreguntar. El Centro de Alumnos no era una institución representativa tampoco el de Padres o el sindicato de profesores. Ya estaba lanzada la propuesta de un centro de ex alumnos, y sólo se debía firmar en el borde inferior derecho. La instancia sirvió para planificar un par de emprendimientos menores que no llegaron a destino.

X

Noviembre de 2008, tercera reunión de los ex alumnos. Esta vez ha sido convocada por un profesor que diseña el proyecto educativo. A la cita concurrimos cinco ex alumnos y un profesor. Uno de ellos es el Turko quien arroja sobre la mesa el doctorado en educación que cursa en la Universidad Católica. En un momento dice lo siguiente:

- El problema es que este liceo se ha llenado de flaites, en nuestros tiempos era muy distinto.

Con mesura le respondo:

- ¿Te acuerdas cuando salimos persiguiendo a los del San Ignacio?

- Si poh, ese debí haber sido tu, - me contestó coloquialmente el doctorando en educación-.

- Si poh, era yo, y también estuve el otro día cuando los del Valentín Letelier nos amenzaron con un palo con clavos y tuvimos que arrancar nosotros, o cuando volcamos el minibus del Liceo Uno. También cuando un compañero me amenazó con una cortaplumas en nuestro refugio de San Sebastián. Esos flaites éramos nosotros.

XI

La celebración duró algo más que un mes. Junto a Pablo Flores recorrimos la ciudad, incluso para ganar puntos llegamos al liceo con la ropa interior de una de sus vecinas. De todos modos ganó la alianza roja, tal cual estaba escrito de antemano, nosotros, la azul, en segundo lugar. Nuestra candidata a reina ,que tuve que elegir junto a las monjas en el liceo Blas Cañas en una extraña actividad que quizá algún día cuente, ganó y uno de los azules se llevó el trofeo hasta su casa. La fiesta final fue en el Cumming 21 y duró casi hasta las dos de la mañana. Al final , mientras nos despedíamos en la puerta del liceo, me llamaron los dirigentes del Centro de Alumnos los que habían mezquinado hasta el último peso en todas y cada una de las actividades, sumaban unos treinta en total pues se encontraban junto a algunos profesores y dirigentas de otros liceos:

- ¡Putas Ariel!, acompáñanos.

- ¿A donde?- pregunté ingénuamente-

El mensajero miró hacia atrás e hizo unos cuantos gestos de incomodidad y otros de sorpresa.

- A comernos unas parrilladas, dónde más - me dijo-.

- No tengo plata -contesté-.

- ¡Vamos!, no seay hueón, nos quedaron doscientas lucas, hay que hacerlas mierda pa cuadrar la caja.

- No gracias.

Ví sus caras de desagrado, entre ellas las del Turko. Me di el gusto de verlos enfilar hacia "Los Buenos Muchachos" mientras yo viraba hacia la Alameda por si aún atajaba la Tobalaba Las Rejas.

Leer la primera parte.

5 comentarios:

Connie Tapia M. dijo...

esta en el blog del circulo literario de maipu

Anónimo dijo...

Parece que somos los mismos, saludos compañero, un canario que cursa 1ro en este momento ;)

azeta dijo...

Saludos, todo cambia, pero no tanto, un abrazo

Anónimo dijo...

El colorín de la lista B se llama Rodrigo Figueroa Flenn y fue compañero mío en el 1°J de 1990; ignoro qué fue de su vida en esta existencia mundana. El Presidente del CCAA del Centenario fue Rodrigo Ramirez. Y no se te pudo olvidar que la fiesta del Centenario fue en la Estación Mapocho, en una jornada de sábado que coincidió con alguna "Teletón". Por cierto, a Pablo Flores se le apodaba "Castor". Saludos!!!

Anónimo dijo...

Los de la lista B del CAA en 1992, ese año del centenario en que todo giraba en torno a esa festividad, eran Rodrigo Ramírez, Luis Guzmán (el Pilón), Rodrigo Figueroa (el zanahoria), entre otros. No recuerdo al resto porque la verdad, no se robaron tanto la película como los antes mencionados, ya que estaban siempre dirigiendo y de muy buena manera, cada actividad que el centro de alumnos realizó. Además eran muy cercanos y receptivos a cada uno de nosotros.
Recuerdo también que ese año hubieron actividades con la Comisión Centenario, casi toda una semana en el Estadio Chile, se hizo la tradicional fiesta en el liceo a mediados de año y a fines del 92 en la Estación Mapocho.
En la Comisión Centenario, si mi memoria no me falla, estaban Rodrigo González, Luis Fuentes (quienes eran o habían sido compañeros de Figueroa) y el Moraga, quien era el mas chico, pero andaba metido en todo.
Si mal no recuerdo, el año siguiente, Guzmán fue el presidente del centro de alumnos, junto con González, Fuentes y el Arce, pero hubieron tantas cosas que se hicieron el 92, que todo lo que hizo el siguiente CAA, no tuvo la misma repercusión.
Hoy, un día de octubre de 2022, mirando 30 años hacia atrás, pienso que fueron buenos años y aunque era un liceo que tenía una infraestructura peor que la que hoy tienen los canarios, queríamos a nuestro liceo y lo poco que teníamos. En ese entonces jamás se nos habría pasado por la cabeza lanzar sillas y mesas desde un segundo piso hacia la calle para atacar a los pacos.
La protesta y la lucha está en el ADN de cada aplicacionista, pero quemando micros, destrozando paraderos, semáfonos, luminarias, ventanales y cámaras del edificio de al lado o saqueado los negocios que están en la esquina de Cumming con Alameda, como ocurre prácticamente una vez a la semana, no es como debiese luchar un canario. Los de hoy deshonran a los que en los 80's lucharon contra la dictadura y en los 90's contra gobiernos democráticos que no escucharon nunca a los secundarios. Las demandas pueden ser justas, pero las formas de hoy son delictuales y no son dignos de usar esa hermosa insignia roja con letras amarillas que dice L de A.
Si, hemos cambiado, y humildemente, creo que las generaciones que han venido después han involucionado.

Publicar un comentario

Deje su comentario o sugerencia, aunque no sea una crítica. A veces basta un saludo.
Vea los comentarios anteriores.

Otras Webs

Banner Fesal

Contador de visitas

Seguidores