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viernes, 12 de marzo de 2010

Sobre los viudos de Bachelet y otros tantos hipócritas.

Por Ariel Zúñiga Núñez



Michelle Bachelet Jeria, la “hija del general”, educada en la principal institución formadora de torturadores de los EEUU, experta en el abuso de la emocionalidad fácil, la manipulación de los macabeos y los mamones, ha dejado por fin el palacio de la Moneda asumido después un golpe blanco, marquetero y escuestológico.

Del mismo modo que llegó a la vida pública se va: mediante la falsificación de la opinión pública y custodiada por milicos, de esos que en Haiti usan casco blanco y aquí disparan a matar.

El día en que el ejercicio de la hipocresía sea considerado un deporte olímpico muy pocos podrán disputarnos nuestro preeminente lugar en el podio: Aquellos que hablan de libertad económica consolidan con todas sus fuerzas los monopolios; los que parlotean sobre los DDHH siempre encuentran a un “otro” a quién culpar cuando aprietan el gatillo, empezando por los dioses y sus caprichos.

David Riquelme es el último ciudadano chileno asesinado por Michelle Bachelet. Y lea bien, no digo asesinado por personas a su cargo, ocupo la misma tesis que los abogados de DDHH alegaron hasta el hartazgo, aquella usada para juzgar a Alfonse Capone (Al Capone), la autoría mediata.

Pinochet no mató a nadie con sus propias manos -aunque dicen que ganas no le faltaron con su Lucía- sin embargo fue capturado en la London Clinic por asesinato ¿Cual es la razón de ello? Lo que he señalado, para matar no es preciso jalar gatillos, dar órdenes in situ, pagar sicarios, o dar uno de los golpes cuando se actúa en grupo o pandilla. En los casos en que se es el jefe de una institución jerarquizada y disciplinada, y se ordena cumplir fines con independencia de la licitud de los medios, se asesina como un jefe de la mafia, como un Pinochet o una Bachelet.

Cuando nuestra ex presidenta envió a los asesinos del GOPE, policía militarizada instruida de acuerdo la doctrina de la seguridad nacional vía escuela de salvación de las américas, a “custodiar” predios privados evitando así que los mapuche se manifestaran, no podía menos que saber que iban dispuestos a matar. Y así lo hicieron con Matias Catrileo y Jaime Mendoza Collio. Si a alguien le arrojo un león el que lo mate no es sólo una eventualidad, es prácticamente una certeza. En igual proceder incurrió su ex excelencia cuando arrojó a los milicos pintados para la guerra a corretear con balas a los que piden agua.

La última vez que reparé en esta situación desapareció mi cuenta en facebook y fue vandalizado mi blog, teléfono y correo electrónico; sé que quienes están detrás de esos ataques se dicen de “izquierda”, y profundamente comprometidos con los DDHH. Me caben dudas si comprenden los alcances de defender a todos los hombres y mujeres, sin distinciones, de los abusos del poder, o si simplemente usan este discurso como patente de corso para justificar sus tropelías. Quizá es a tal punto patológica su hipocresía, la que linda en la esquizofrenia, para afirmar aquí y negar allá el mismo argumento.

El punto es que la señora Bachelet ha asesinado a compatriotas, menos que Pinochet pero eso no la hace menos asesina, en cuestiones morales los criterios cuantitativos no valen.

Y tales homicidios quedarán en la impunidad, entre otras cosas, por los diez mil millones de pesos que costó el museo de la memoria lo que dejó con pega a unos cuantos adalides del lloriqueo institucionalizado.

Del mismo modo son responsables, al igual que Capone, los que construyeron edificios habitacionales con diseños o materiales insuficientes. Que quede claro, no digo que deben responder por cuasidelito de homicidio, digo que son asesinos pues en nuestro país un terremoto es un hecho futuro de fecha incierta es decir, lo contrario a una eventualidad o un caso fortuito. En igual crimen incurrieron las autoridades que posibilitaron dichas construcciones.

En el país más sísmico del mundo, y costero, un tsunami no es una eventualidad, un caso fortuito, no es Godzilla que emerge de las profundidades del océano y destruye todo a su paso, es una catástrofe aplazada, en suspensión. Aquellos que no avisaron, que se negaron a señalizar, que no reaccionaron a tiempo son ASESINOS, no son solamente buenos ciudadanos negligentes que puedan disculparse alegando “se me chispoteó”.

Todos estos crímenes quedarán en la impunidad, Bachelet pasará colada, hasta la repostularán para el 2014.

Porque en este país hoy materialmente derrumbado, nunca ha dejado de ser hegemónica la omertá del crimen, la indecencia que mientras más abusiva es más celebrada y hasta venerada.

Por eso Bachelet no quería sacar a los milicos”, se apuran en decir los fariseos sacando el poto de la jeringa. El punto acá no es si enviaba o no a los militares, los que en caso de catástrofe están obligados por ley a trabajar por única vez en sus tranquilas vidas, lo que está aquí en entredicho son las instrucciones con las cuales actuaron y las que su ex excelencia no puede desconocer.

Los milicos debían viajar con camiones aljibes, caravanas con víveres, cascos blancos y ayuda material. Sin embargo Bachelet los instruyó a limpiar las calles, a actuar enérgica y “ejemplificadoramente”. Nuestra ex presidenta, un dechado de virtudes para tantos adormilados compatriotas, ¡les ordenó enfrentarse a nuestros propios hermanos con la bala pasada, como si ingresaran a una ciudad ocupada por el enemigo!

Bachelet es una asesina y debe responder. Pasará el tiempo, estos días se olvidarán y se recordarán con nostalgia, pero yo no olvidaré lo que he visto, he leído y he escuchado. Les pido por favor que no me hablen más de derechos humanos aquellos que creen que haber pasado por Villa Grimaldi inhabilita a alguien cometer crímenes de lesa humanidad.

Insisto, no me muestren sus cicatrices, sus certificados de dolor y de tormento, ya bastante he llorado por los muertos de ayer.

¿Qué parte del “nunca más” no han entendido?


Respecto a la responsabilidad de nuestros gobernantes por los efectos devastadores del sismo y tsunami vea, son culpables y con dolo de Rafael Algacino.

Los terremotos en el Paraíso Neoliberal, altertaperu



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