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miércoles, 7 de abril de 2010

Escritas dentro de la trinchera.

Por Ariel Zúñiga Nuñez


Tampoco tiene derecho a escribir el que no está dispuesto a defender con su vida su opinión. Escribir es actuar, y en un escritor que tiene su público, hasta el hecho de no escribir en determinadas circunstancias es también una manera de tomar partido. Poco valen todas las triquiñuelas con que intente después justificarse o disculparse. Por solidaridad en el trabajo social, el hombre que ha estado en condiciones de formarse una cultura, debe a los otros su opinión y su ejemplo.”

Anibal Ponce, Erasmo.


La Contrarreforma Procesal Penal.

Raúl, en cuanto al estilo, es lógico que no sea el más depurado debido a que me demoro en escribir un artículo casi lo mismo que los lectores en comprenderlo. Debería tomarme más tiempo para escribir, y en especial para corregir, pero sucede que para mí la literatura no es un modo refinado, alambicado, de producir deleite en los lectores sino que de compartir ideas. No poseo, en algunos casos, la opción de escribir o no, pues el no hablar es aceptar el discurso vigente que se impone mediante el refuerzo de falsos positivos o con el silenciamiento de todo aquello que afecte el statu quo. Callar sería dar una opinión, tu me invitaste a escribir una ponencia en la udipé, para ser escuchado por tres o cuatro pelagatos a los cuales jamás influiré con mi pensamiento (y que poco me importa lo que pase por sus cabezas). El trabajo de mi blog es pensamiento escupido, quizá algún día las aguas se sosieguen y den tiempo para sentarse a escribir al borde de una chimenea y tapado con un charlón. Como lo dije hace un tiempo, la mía es escritura en la trinchera.

En cuanto al fondo, te citaré a Bourdieu, (no por pedantería sino porque en este caso aplica medio a medio) “Sin embargo, para conseguir este efecto de legitimación hay que pagar un precio, y los juristas son de algún modo las primeras víctimas de su propia creación jurídica. Tal es el sentido de la illusio: sólo hacen creer porque ellos mismos creen. Si contribuyen a la influencia del derecho es porque ellos mismos han caído en la trampa, en particular al final de todo el trabajo de adquisición de la creencia específica en el valor de la cultura jurídica, trabajo que es extraordinariamente importante para comprender el efecto que va a ejercer el derecho no solamente sobre los justiciables sino también sobre quienes ejercen este efecto. ” Los juristas, guardianes de la hipocresía colectiva.

En tal sentido el ejercicio profesional sólo puede reafirmar aquellas metaexplicaciones que permiten ingresar a una escuela de derecho y tolerar su instrucción (pues las escuelas de derecho, al igual que las academias militares, no basan su modelo de educativo en la transmisión de conocimientos sino que en la imposición de un modo de vida, de un modo de ver la vida, de ser apto, como lo dice Bourdieu “dentro del campo jurídico”.

Es por ello que en vez que ver la historicidad del derecho y de la criminalización sólo te concentras en la historicidad de las izquierdas y derechas, al asumir a la legalidad como ontológica se refleja del mismo modo.

Es obvio, las izquierdas y derechas están compuestas por seres humanos y no son categorías trascendentes que valgan más allá de ellos, su historia social e individual (personalidad). Si es así, la izquierda puede cargar como un pesado lastre las categorías que nos hace “espontáneamente” reaccionar (pues tal respuesta es construida socialmente) ante los “malos”, y antes de ello, definirlos como tales. Comprender y actuar coherentemente ante la relatividad cultural y la relatividad del delito es algo que nos exige demasiado, y yo veo en la izquierda ese polo de desarrollo, de humanos que no se conforman con ser lo que son sino que aspiran a la superación constante.

Entender al derecho es prioritario, no entenderlo desde el derecho pues es superfluo o desde la sociología que no es más que otro campo, que actúa alienado, dedicado a sus propios asuntos. Comprender que tras la toga se encuentra la espada y que los “buenos” y “malos” se definen a placer por quienes dominan el juego, debido al oro que alimenta la espada o debido a la espada que exige para sí el oro.

La transversalidad de la cohonestación de la criminalización, la plasticidad de la retórica dedicada a ese fin, impide ver como los rótulos de “bueno” y “malo” equivalen al mascador de chicle en Indonesia, al fumador de mariguana de Chile o al blogero cubano. Puedo aceptar si me dices que en Chile existen, con o sin contrarreforma procesal penal, “delincuentes”, pero lo que no se puede desconocer es el impacto que ella ha producido. En veinte años Chile escaló del promedio latinoamericano en encarcelamiento al primer lugar, en donde triplica el promedio regional SIN QUE HAYA AUMENTADO EL ÍNDICE DE HOMICIDIOS que es comparable a los países más pacíficos del mundo como Suiza y Luxemburgo.

La dialéctica es metafísica.

La dialéctica no estaría liberada de reproche si aceptara sumisamente que es una metafísica y nada más. Su salto al vacío comienza cuando pretende exhibirse ante los incautos como un sistema lógico capaz de vincular metafísica y ciencia de modo armónico y definitivo, esto no es más que subsumir la ciencia en la metafísica, y peor, la luz en el oscurantismo. La ciencia no se deduce de nuestra comprensión de la totalidad, es más, no existe nada más dinámico. Los últimos 500 años son testimonio de ello, del vertiginoso mutar de la “totalidad” mientras el 99,9% del acervo científico se conserva estable. Cuando aplicamos la dialéctica a la historia, aún en su faz más inofensiva, suavemente heraclitanea, “el río que vemos nunca es el mismo”, asumimos sin más que el río existe de modo trascendente, es lo estable, el punto sólido desde el cual comprender al hombre, pues este conserva su cauce y fluye hacia el mar aunque el agua sea otra. Dicho de otro modo, la falsa solución de la dialéctica a la cuestión del cambio (algo tan obvio que quizá ni siquiera requiera de una fundamentación metafísica) no hace más que afirmar lo contrario, que el mundo, en lo fundamental, no cambia, pues se conserva su estructura. ¿Qué ofensa más grande el desden absoluto a la ciencia que nos abriga, nos cobija y nos alimenta? Si todo tuviese un orden previo Kojève tiene razón, por ende también Fukuyama, y si alguien se le ocurre que el fin de la historia será la llegada de los extraterrestres o el regreso de cristo también tendrá razón, razón dialéctica obviamente. Pues, como afirma Beltrand Russell “si asumimos como cierto el pensamiento de Hegel tendremos que aceptar también que Dios existe y que él le pidió consejo para crear el mundo”. Si la ciencia cada día descubre nuestras interrogantes, robando un bocado de saber a un universo de ignorancia (la que es casi inconmensurable) no deja de ser pretencioso, por decir lo menos, postular que ya conocemos la estructura de todo, el comienzo y el final de la historia, y que cada paso que da la ciencia estaba escrito de antemano.

Es más, las consecuencias políticas de esta metafísica arribista, incapaz de asumirse de tal, y de incluso de un mero misticismo, son todo lo contrario a lo que sus defensores marxistas postulan, o dicen postular, no existe cuerpo de conocimiento más conservador y que limite con más fuerzas los cambios sociales que la creencia que el mundo tiene una historia que trasciende a la voluntad colectiva de la humanidad.

Cuando afirmo que la izquierda debe retornar a sus bases humanistas e ilustradas lo que postulo es, precisamente, extirpar el cáncer, y la metástasis, del pensamiento (o antipensamiento) romántico, en especial el hegeliano, imbricado en el marxismo, y lo siento mucho, en todos los marxismos existentes y posibles.

Contrarreforma Procesal Penal II.

Mauricio Villalon: Respecto a la reforma: la izquierda estaba ocupada pensando que hacer para "romper el binominal". Y la derecha cuando ve que se va quedando abajo de algo, no le cuesta mucho incorporar, o hacer suyo, aquello que se le arranca. Sea por la buena o mas usualmente por la mala. Entonces, como construir y hacer llegar una teoría (o al menos un discurso) a un pueblo y lumpen, que compita con la labia sabionda que encandila en televisión y su respectivo clientelismo.

No obstante, aquello que llamas "uso criminalizador de los DDHH" me parece un poquillo delirante. No existe un vínculo directo y absoluto entre "izquierda" y abogados de ddhh. Además de los comunmente entrevistados por la prensa y uno que otro polilla, hay muchos abogados de ddhh que desde los noventa (e incluso antes algunos) vienen haciendo un trabajo silencioso, laborioso y profesional. En ningún caso refractario a los principios del nuevo proceso. Que se hayan restado de los quehaceres del diseño y su implementacion, debió ser algo natural pues nunca hubo un bufete de DDHH, al menos que yo sepa. Y pedir algún genio que diera abasto sería exigir demasiado.

Igualmente, te dejo un link. Elogio al Crimen, de Marx.

RE: Mauricio, primeramente, gracias por el texto. En segundo lugar cuando me refiero al uso “criminalizador de los DDHH” no entiendo a qué te podrías referir por delirante. Del texto se desprende que no estoy especulando libremente del asunto, parto de un hecho constatado, público, notorio e irrebatible: La reforma procesal penal está dominada física y simbólicamente por la derecha, los fundamentos garantistas de la misma fueron extirpados de raíz, hoy sólo se habla de defensa social, “combate a la delincuencia”, el trato a los saqueos en Concepción y a los manifestantes el 29 de marzo hablan por sí mismos. Entonces, mi retrospectiva, errada o no, principia en un punto sólido que no podemos eliminar del análisis. La hipótesis, que ni siquiera lo es pues digo “tal vez sea por...”, también depende de un punto sólido: NO EXISTE NINGÚN TEXTO JURÍDICO PRODUCIDO POR LA IZQUIERDA SOBRE LA REFORMA PROCESAL PENAL. Los únicos son los de VICSO, con toda su improvisación, dispersión, y retardo. Cuando hablo de ser “refractarios” a la reforma me refiero a eso, los liberales trabajaron en la reforma desde el 94 hasta el 2000 (UDP), casi de forma monopólica, la derecha se metió en el 99 aproximadamente, los trabajos de VICSO son entre el 2001-2003 En la misma época “ciudadanía y justicia” desde la socialdemocracia progre produjo textos “más puntudos” que los de la UNICRIM sin tocar con el pétalo de una rosa a la reforma procesal penal y la desnaturalización que fue sufriendo. En igual sentido el CIS (Centro de Estudios de Seguridad Ciudadana) del INAP de U de Chile con platas del Ministerio del Interior y CONICYT (Hugo Früling, Lucía Dammert, Luis Barros Lezaeta, etc) y FLACSO (A cargo el área de Lucia Dammert al disolverse el CIS). Esto es todo lo que se ha hecho. Ni un manchón en el papel han escrito “los anónimos (y abnegados agregaría) abogados de DDHH”. De que tuvieran que involucrarse en la reforma es por una razón tan conocida como obvia: El “nuevo código”, no es lege ferenda, es ley vigente, y así como ni el más anticuado de los juristas se basa en las siete partidas o en la novísima recopilación, nadie, por más refractario que sea, puede soslayar que el proceso actual es el reformado.

El caso Carmelo Soria, por ejemplo, demuestra que los abogados de DDHH han seguido usando, y son casi los únicos que aún lo han hecho, el “antiguo proceso penal” y como su rol es de querellantes, es decir persecutores privados y dentro de un sistema inquisitivo (lo que es prácticamente ser un verdugo), su trabajo consiste precisamente en atornillar al revés de las garantías procesales liberales, a saber, el induvio pro reo que es incompatible con la imprescriptibilidad prescrita por los convenios de Ginebra.

Los nuevos casos “emblemáticos” se encuentran casi todos radicados en la región de la araucanía y ahí se ha consolidado una nueva generación de abogados de DDHH, casi todos dentro de la defensoría mapuche. Pero en el resto del país no sólo escasean abogados interesados en llevar esos casos sino que los que posean las competencias mínimas, en especial en el nuevo proceso. Eso explica la virtual indefensión de “margarito”, a quién se le cargaron explosivos en una vivienda ocupa, y los “ocho del salmón” y Asel Luzarraga que fueron estafados, de distintos modos, por sus abogados.

Si existiesen esos abogados superhéroes que me hablas no entiendo cómo los únicos casos emblemáticos no mapuche, esto incluye a los cabros de la academia de humanismo cristiano, no han contado con un equipo jurídico leal y competente al mismo tiempo. Si existiese esa producción “alternativa” de conocimiento jurídico penal no entiendo porqué soy el único que habla de estos asuntos, y lo hago solo, pues no existe nadie desde la izquierda que haya escrito una sílaba al respecto. Es una lástima que este balance si no lo escribo yo y lo publico en mi blog, con todas mis limitaciones, no lo escribe ni publica nadie.

Contrarreforma Procesal III (Comentario en el Ciudadano)

Moisés Scherman: Compartiendo gran parte de esta columna, debo afirmar que claramente el autor no ha leído del Programa de Gobierno de la Izquierda, cuando hace tan infundados juicios al respecto.

RE: Desde luego que los he leído. He escrito muchos artículos al respecto. Los programas de izquierda reiteran un lugar común, tan empíricamente refutado como políticamente nefasto: Hablar de “prevención” del delito mediante la disminución de las injusticias materiales. Es empíricamente falso ya que la delincuencia no disminuyó en la URSS ni la Europa oriental; China, Cuba y Venezuela ostentan unos de los índices más altos de criminalización y victimización. Es políticamente nefasto pues descansa en la ocultación de que es la criminalización la única variante de la criminalidad.

Lo siento Moises, a mi me duele mucho que la izquierda no haya reflexionado sobre el tema y tener que improvisar un artículo al respecto.

Estado ¿Más, menos o ninguno?

Oye, en varias entradas repites la invocación a un "Estado fuerte" como solución a los problemas sociales de este país. ¿Eso quiere decir que consideras el Estado como una entidad neutral, y no como una organización política que garantiza la explotación capitalista de la clase trabajadora? En todo caso, cuando invocas un "Estado fuerte", lo haces en el sentido de Lenin, de Mussolini o de DE Gaulle? ¿O en algún otro sentido que en mi ignorancia no alcanzo a descifrar?
Atte.
Safarov

RE:

Safarov,
En ningún caso considero que el Estado sea neutral, y desde luego que la apelación a un "Estado fuerte" sólo es posible entenderse, en los artículos sobre el terremoto (que es en los únicos en que lo he esbozado) desde un prisma nacionalista y socialdemócrata, es decir, keynesianamente.
Desde luego que eso se opone, quizá para algunos radicalmente, a las tesis que se han defendido en esta bitácora, en ningún caso se trata de un "cambio de linea editorial". En el texto "Un programa débil para la izquierda" defiendo la necesaria interrelación entre un programa de Emancipación (con mayúsculas) que sería la estrategia, y una táctica multidimensional que sea capaz de lidiar en la política concreta, en el mientras tanto. Por ende el Estado fuerte nunca sería neutral sería uno lo más democrático posible y nacionalista. Desde luego que aquí existe una clara diferencia con otros autores antisistémicos que niegan toda validez a hacerse del Estado, y de los marxistas, en especial leninistas, que lo ven como un paso necesario. Yo lo considero un paso posible, aceptable en cuanto provisional, siempre y cuando se lo haga de un modo consiente. Estamos muy, pero muy, pero muy lejos de autogestionar luxemburgistamente la zona devastada. Realizar llamados en tal sentido, desde la tranquilidad de mi bitácora, sería irresponsable y nada que a posteriori realizara podría absolverme.

Ariel Zúñiga Núñez (Azeta Ene) www.violenciaycontrol.blogspot.com



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