pestañas

Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.

Volver al Inicio

Aumentar Reducir

Tamaño de Letra

Entradas Antiguas

viernes, 2 de mayo de 2008


El derecho positivo lo crea el hombre para regular la vida en sociedad. Tanto el hombre como la sociedad son presupuestos del derecho y no creaciones de éste aunque sólo forzando argumentos podremos concluir que existían sociedades sin derecho, en el sentido fuerte del término, aunque existan muchas evidencias de colectividades organizadas sin derecho positivo incluso en la actualidad. Pero la organización supone un orden y este una dominación; la dominación instituciones que operan de acuerdo a un plan trazado previamente el cual los dominados lo conocen y en función de éste se comportan. Civilización, dominación, organización social, sociedad, instituciones sociales y derecho son conceptos imbricados unos en otros. Desde la sociología es posible llamar a esto sociedad como para la antropología y la historia civilización; para el derecho es más sencillo llamarlo Estado.

El Estado precisa de la vida humana y sin embargo la vida humana no precisa al Estado: El ser humano es zoológicamente el mismo espécimen a lo menos desde hace doscientos mil años y las primeras civilizaciones datan desde a penas hace ocho mil. Que el hombre sea “esencialmente” gregario es una cosa y otra el que sea político: El zoo politikon precisa de una polis y las primeras aparecieron sólo en el último minuto de nuestra existencia como especie.

Es tal la fuerza gravitacional de la civilización que prácticamente no podemos definir a otro hombre que al civilizado; renegamos del animal como si se tratara de un ancestro y sin embargo nuestras costumbres y neurosis habitan en el mismo cuerpo de quienes se ganaron su oportunidad de prosperar con su astucia, fuerza física y agresividad. Al hombre hoy se lo evalúa en función de qué tan adecuado es para la civilización en vez que pensar un segundo qué tan adecuada es la civilización para el hombre.

El derecho positivo no sólo es la cerca que delimita la civilización y de este modo el dominio de unos sobre otros sino que además el dominio de nuestra especie sobre las demás. Cada vez que se habla de “derecho de los animales” la referencia es hacia nuestra compasión y hacia nuestra susceptibilidad neurótica; nadie estaría dispuesto, ni los ecólogos profundos, a que emprendiéramos matanzas humanas basadas en que el hombre es una plaga. El derecho nos permite tener compasión con los perros y poco a poco nuestra hipocresía nos va acercando a la indulgencia hacia las vacas y aves de corral ¿pero cuándo alcanzará a las hormigas, a las moscas y a las ratas? Vivir es hacerlo a expensas de otros seres vivos, nos alimentados de ellos y ocupamos sus recursos vitales. Sea por acción directa o por costo de oportunidad el ser humano mata a millones de seres para sobrevivir, y algunos de ellos son humanos.

El humanismo parte de la base de la defensa radical de nuestra especie: No hay dioses que nos dominen ni ecología que nos determine absolutamente, somos creadores, cada uno de nosotros es un pequeño dios.

El desarrollo de estas ideas llevó tanto al nazismo, a Nurenberg como a la ONU. La vida humana debe defenderse ante todo y las excepciones a su respeto irrestricto han dado la mayor lección sobre humanidad a la humanidad: La carta de la ONU ni ha impedido los holocaustos, ni la esclavitud, ni el imperialismo, ni la explotación, ni la discriminación. Quizá su gran aporte ha sido el que nos acostumbremos a un discurso completamente escindido de nuestras prácticas.

Hasta antes de Hiroshima y Nagasaky el hombre se defendía ante todo y cada trust global comenzó una campaña por el monopolio comercial e industrial pero también cultural ligándolo a lo racial en su faz fenotípica: Los japoneses ante ellos eran superiores a todos los demás empezando por los rusos y siguiendo con los chinos; los alemanes, sobre los polacos y los eslavos; los franceses y los Ingleses sobre todos, menos sobre los alemanes; y todos en contra de otros unánimente inferiores como los siameses, africanos, latinoamericanos y por cierto, judíos y gitanos.

Los conocimientos genéticos utilizados para producir ganado se introducieron en las legislaciones para impedir el nacimiento de humanos inferiores: Imbéciles, locos, vagos, homosexuales y toxicómanos; incluso Salvador Allende defendió una modificación legal a ese respecto.

Los alemanes se adelantaron a todas las soluciones finales que ya se estaban implementando y exhibieron una vez más su rigor metodológico llevando al límite el humanismo: ¿Acaso exterminar a los sub humanos no es el único modo de defender a la humanidad cuando esta es puesta en crisis por ellos?

La materialización del delirio humanista de toda una época volvió a todos, hipócritamente, en contra de los ejecutores y desde ese entonces se ha ido cultivando un humanismo aún más militante que el anterior, y que es imposible de implementar para todos, extremando la brecha de la humanidad hasta quienes pueden pagar por ella.

Una célula hoy tiene más derechos que un niño del siglo XIX, y un muerto animado por respiración artificial permanente más de los que tenía un rey agónico, siempre y cuando exista detrás de ellos el suficiente dinero como para sostener económicamente esos caprichos éticos. Del mismo modo mascotas tienen más derechos que muchos humanos.

Por cerrar la discusión por la nausea que nos provocó ver nuestros deseos realizados hemos permitido que se inflacione desmedidamente el concepto de humano y con ello le restemos viabilidad política a cualquier proyecto emancipatorio humanista.

¿Qué es aquello que nos define? ¿La razón, la cultura, el sentimiento, el lenguaje? Las investigaciones en el ámbito animal han demostrado que muchos de ellos exhiben niveles de comprensión, memorización y razonamiento simbólico comparables a los de la media de la población incluso en algunos ítemes son claramente superiores a nosotros. Los simios superiores poseen un rica e intensa vida cultural y todos los animales exhiben comportamientos “humanos” como la angustia, la depresión y el stress. Sólo falta que hablen pero eso no es más que una limitación fisiológica: Usando computadoras se está consiguiendo que simios superiores puedan comunicarse mediante un lenguaje con nosotros.

Los loros poseen la inteligencia comparable a un niño de cinco años y sin embargo se los caza derribándolos con piedras y luego cortándoles las alas para que no se escapen: Nadie pretendería dar un trato similar a un niño.

Muchos humanos carecen de las aptitudes de los animales e incluso algunos pretenden conferirle el mismo trato a las células o a seres ya muertos, o en una situación irreversible aún peor que la muerte, siendo que no pueden razonar, interactuar culturalmente, sentir o expresarse.

No se trata de desacerse de los humanos que nos generen costos tal cual lo pretendían los civilizados griegos y romanos y sus tarpeyas, se trata de sincerar la discusión y politizarla, asumiendo que se trata de una cuestión metafísica que además dejará a muchos afuera del paraguas de lo civilizado.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Deje su comentario o sugerencia, aunque no sea una crítica. A veces basta un saludo.
Vea los comentarios anteriores.

Otras Webs

Banner Fesal

Contador de visitas

Seguidores