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lunes, 14 de diciembre de 2009


Alea iacta est (los dados están echados).

Por Ariel Zúñiga Núñez (Azeta Ene)


Las elecciones son un circo, qué duda cabe, “si votar cambiara algo estaría prohibido”. Es posible alterar un poco el escenario con sufragios pero si ello amenaza el orden establecido al sistema no le cuesta nada disponer la fuerza que siempre se reserva. Puede ser un golpe de estado si estás en américa latina, antes de ello el boicot, y si se trata de un país desarrollado se recurre al magnicidio.

El poder de los electores es comparable a la de los que sólo disponen de su tiempo para ofrecer como mercancía en relación al mercado, pueden organizar una huelga pero serán los primeros en ser golpeados, despedidos y en padecer el hambre y la persecución. Los pobres no votan por los ricos tan sólo porque les agrada sino porque es un modo de seguir sobreviviendo. No es una transacción justa, sólo los favorecidos podemos votar con total libertad y dar nuestra opinión sin arriesgar el diario sustento.

Tras casi un año de fintas y charchazos de payasos en Chile estamos en lo mismo: Frei o Piñera. Ambos demócrata cristiano, ambos empresarios enriquecidos gracias a las influencias demócrata cristianas en dictadura y a la privatización ruinosa de empresas públicas. Astillas del mismo palo, ladrones del mismo barrio. Frei se enriqueció cuando fue presidente negociando con Sigdo Koppers mientras era su accionista, un año más de gobierno y nos privatizaba hasta el aire. Se paseaba sonriente del brazo de sus dos grandes amigos y socios regionales, los convictos Menem y Fujimori. A ese pelafustan, vil asaltante de caminos, es a quién la izquierda llama a apoyar para “contener a la derecha”.

Es cierto, la política es así, si no se puede ganar hay que empatar y si no es posible hay que perder de la mejor forma, es absurdo dispararse en los pies, cerrar las puertas y las ventanas impidiendo entrar o escapar. Por lo tanto se debe ser cuidadoso cada vez que llamamos a abstenernos o anular el sufragio porque, bajo ciertas condiciones, es admisible la imputación de que “este bandido gobierna por tu culpa”.

Frei=Piñera.

Comparar a Piñera con Frei sólo conspira en contra del candidato oficialista. Tienen casi la misma edad y dispusieron de las mismas influencias para enriquecerse pero Frei hoy tiene (hasta donde sabemos) unos diez millones de dólares y Piñera diez mil millones. Piñera es mil veces mejor empresario que Frei, y no lo digo yo, lo dicen las cifras. Esta desproporción no se ha producido porque Frei sea un empresario “correcto” y Piñera uno tramposo, ambos han sido turbios y en calidad de presidente Frei jamás separó sus finanzas personales con las fiscales. Moralmente ninguno puede reprochar algo a otro, Frei, al igual que su padre, no sólo apoyó a Pinochet desde el golpe de estado sino que sus justificaciones más delirantes como el Plan Z destinado a deshumanizar al “enemigo interno” (precondición de la masacre articulada desde el estado que se sucedió). Ambos estuvieron en el “Caupolicán” cuando Frei Montalva, impaciente porque los militares no le devolvían el poder a los civiles de derecha, en especial a democracia cristiana, y a él, vituperó en contra de la dictadura y de la constitución que luego aceptaron sus camaradas con algunas enmiendas. Ambos defendieron el retorno a Pinochet cuando estaba apresado en Londres (también lo hizo el ministro Jorge Arrate Mac Niven) uno como senador y el otro como presidente de la república. Frei incluso propugnó normas de punto final desde la presidencia y el senado.

Si tachamos a Piñera de neoliberal el recuento es aún peor, no existe ningún gobierno más desconsiderado con los trabajadores que el de Frei. No existió reforma liberalizadora que no haya propiciado o culminado metiendo sus manos en áreas sensibles como la educación pública, la energía, los recursos naturales (agua, pesca), minería (pascua lama) y mirando para el lado, laisse faire laisse passer, en todo lo demás. Cuesta pensar en alguna área en que Piñera podría meter su nariz que ya no lo haya hecho la concertación y en especial Frei. Hasta Evelyn Mathei reconoció que privatizar CODELCO no estaba en la agenda pues era un tema “muy sensible”. Frei no tendría complejos en hacerlo pues desnacionalizó los dos tercios que su padre “chilenizó”.

Dime con quién andas.

Por lo dicho son pocos los que tiran el cazabobos de que Piñera es peor sujeto que Frei y por lo tanto habría que votar por este último. Se trata de sutilezas escatológicas que sólo un coprófago podría advertir. Los argumentos se inclinan en contra de los amigos de Piñera y peor, de sus socios, lo que lo obligaría a incluir a ex funcionarios de la dictadura en el aparato estatal. Pero ¿Sería algo novedoso la inclusión de ex pinochetistas al Estado? Eso no pasa de ser una patraña, muchas municipalidades son gobernadas por funcionarios de la dictadura, verbigracia, Providencia. El senado tiene incrustado a los Jovino Novoa, Cardemil y Sergio Fernandez y las Fuerzas Armadas no han renovado ni los botones de sus camisas, qué decir del poder judicial. Chile no ha sufrido de un cambio institucional por la celebración periódica de elecciones, existe una continuidad entre dictadura y dictablanda, o como le llaman los ilusos y los embaucadores, la democracia. Esta no es más que un mito lo cual es afirmado con distintos énfasis y eufemismos por observadores tan distantes y disímiles como Pablo Ruiz Tagle y Felipe Portales.

La diferencia entre los colaboradores de Piñera, tildados de extrema derecha e incluso de fascistas por algunos afiebrados concertacionistas temerosos de perder sus empleos, y los actuales personeros de la concertación es meramente estética y a veces ni siquiera eso, es muy difícil establecer una diferencia entre el Rosende de Pinochet y el Rosende de Bachelet; entre Francisco Javier Cuadra y Ricardo Lagos Weber o Francisco Vidal en la vocería de gobierno; entre Sergio Onofre Jarpa de ministro del interior y Edmundo Perez Yoma. Así como Sergio Diez defendió a Pinochet en la ONU negando las violaciones a los DDHH la presidenta Bachelet también lo ha hecho, mintiendo descaradamente cada vez que ha sido interpelada, últimamente por la UNICEF y la Cruz Roja.

La hora de los especuladores.

A río revuelto, ganancia de pescadores. Eso lo saben todos aquellos que compran cuando los demás venden y n cuando los demás compran, es el mantra de los especuladores.

Así lo entendió Marco Antonio Enriquez Gumucio, hijo biológico de un revolucionario del los setenta que murió con el fusil en la mano, empresario de las comunicaciones de bajo presupuesto reconvertido a la política espectáculo. Era la oportunidad, su única oportunidad.

Eso siempre y cuando veamos en la puesta en escena de Enriquez sólo un juego de un hábil especulador en vez que una compleja máquina política desplegada por la concertación:

Pepe Auht, diputado electo por mi comuna, no sólo es uno de los “genios electorales” que llevaron a la concertación al lugar en donde está, también fue el guardador de niño Marco Enriquez durante su infancia en Paris en los tiempos del exilio.

A Auth se le ocurrió la genial idea de dividir a la concertación en dos listas para las elecciones municipales pasadas, esto no haría ganar a la concertación pero permitiría una derrota más estrecha y explicaciones más complejas a la ciudadanía. Tal cual en un mercado, si empaqueto el mismo producto con diferentes marcas venderé más, no el doble, pero sí un poco más, y si de lo que se trata es pelear la décima y la milésima Auth está en lo correcto.

Con Arrate y Enriquez Gumucio el juego fue el mismo, un poco más de votación que no llegaría a Piñera, al menos en primera vuelta. El objetivo era evitar que Piñera ganara por paliza y utilizar a dos avezados políticos concertacionistas (Enriquez y Arrate) para envestirlo y con eso rayarle la pintura. Si ocurría un milagro Piñera se hacía un autogol y si no pasaba eso apostarían a la campaña del terror en segunda vuelta. Es lo que han hecho, Enriquez no tiene porque llamar a votar explícitamente por Frei, lo que afectaría su pose de independencia, porque los consumidores potenciales de la campaña del terror no necesitan órdenes les basta y sobra los rumores.

A parar el Fascismo.

En Argentina se inició un juicio, a diferencia de Chile público, en contra de los responsables de un campo de concentración durante la guerra sucia. Uno de los imputados, Alfredo Astiz, portaba un libro titulado “Volver a Matar”, una apología a los crímenes de lesa humanidad. La diferencia entre su arrogancia y el oprobioso modo en que han sido procesados y condenados los últimos torturadores y asesinos de la dictadura en nuestro país es producto de la abismal diferencia entre una sociedad y otra. En Argentina sí existe fascismo, en Chile, salvo un par de enclaves en la región de los lagos (Osorno y Puerto Montt) no es más que un mito.

Chile es un país urbanizado en términos de infraestructura pero aún ruralizado en su mentalidad. Argentina estaba urbanizado más de medio siglo antes que Chile y eso se nota, la discusión es urbana, entre pares, se recurre a argumentos. En nuestro país en cambio no se argumenta tan sólo se atropella discursivamente y se impone lo resuelto entre cuatro paredes. La amenaza del caos cumple un importante rol puesto que la mentalidad es rural y lo único que se quiere es que haya el menor ruido posible ¿Cambios? De los dientes para afuera, lo que se quiere es estar un poquito mejor mañana, si dios quiere, y que nadie meza el bote.

Es por ello que el discurso de Lagos, para ganar a Lavín en segunda vuelta, fue explotar el miedo a la delincuencia que no es otra cosa que el miedo a la diferencia, a la confrontación de ideas, a la urbanidad en sentido lato. La apuesta de Frei es resucitar a Pinochet y amenazar con su regreso. Tal cual el dictador usó y abusó del miedo a la “vuelta del marxismo”, Frei dice “Chile quiere continuidad” al votante medio y a los demás, situados a su izquierda, les extorsiona con el fantasma del fascismo y la dictadura.

Chile ha tenido crueles y despiadados asesinos y torturadores, muchos de ellos han sido homenajeados con nombres de avenidas y hasta universidades, como Diego Portales, pero no ha tenido fascistas propiamente tales, a tenido un par de aprendices de nacionalsocialistas violentamente exterminados en los treinta y otros militares y para militares dedicados al trabajo sucio en dictadura, casi todos con trabajo estable en dictablanda. Pero para hablar de fascismo tendríamos que pensar a nuestro país como algo más que un latifundio y eso obliga a confundir nuestros sueños con la cruel realidad.

Piñera y Frei son lo mismo, la amenaza del fascismo es en definitivas el desatar el atávico terror rural a los cambios. Tal cual lo dije hace diez meses atrás, antes que se atravesara el anecdótico y efímero Marco Enriquez Gumucio, el desafío es para la izquierda ¿Será capaz de librarse de la extorsión moral de la alianza gobernante y emprender un camino propio? En esa fecha tenía mis dudas, hoy ellas son certezas, no tendremos izquierda hasta muchos años y quizá décadas más, no existen ciudadanos menos militantes, sólo una sarta de timoratos campesinos que confunden el silencio con la felicidad.


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2 comentarios:

Von Pathoven dijo...

"Pero para hablar de fascismo tendríamos que pensar a nuestro país como algo más que un latifundio y eso obliga a confundir nuestros sueños con la cruel realidad."

El mito del fascismo en Chile, porque un arrogante Astiz no tiene comparación. ¿ De verdad ?

Que lo utilicen para remover temores con el más elegante cinismo y obtener, como siempre, los beneficios esperados, podría ser, pero me gustaría que explicaras más la cita más arriba.

azeta dijo...

Tienes razón, este artículo descansa sobre esa afirmación y no la fundamento adecuadamente. En chile no ha existido fascismo pues este sólo es posible en un contexto urbanizado e industrializado. Los fascistas son los agentes de la patronal que se organizan para contrarrestar la organización operaria. Los modos en que actúan los fascistas son diversos, y muchas veces se les copia sus modos por otros grupos, no necesariamente fascistas, que actúan como tropas de exterminio. El golpe en Chile no lo hicieron fascistas, ni lo comandaron, existían algunos que sí lo eran pero eso no basta para acusar una tendencia. Sólo fue el miedo de la clase dirigente, un miedo rural, medieval, que los llevó a una caza de brujas: Los ejecutores fueron los inquisidores. Hoy están avergonzados y castigados moralmente (y algunos encarcelados) por quienes les exigieron “sacar la basura” y no tienen el refugio moral de sentirse en la convicción que actuaron correctamente. El repudio público es transversal y las justificaciones no son en ningún caso fascistas, sino que son liberales, en el sentido yanquee pero liberales al fin y al cabo. En Argentina, en cambio, el fascismo existió, existe y existirá. Las justificaciones fascistas abundan, marcan una tendencia, y le permiten un refugio moral a los criminales (como decía Matza, tácticas de neutralización). En muy poco tiempo de guerra sucia exterminaron a diez veces más que en Chile en 17 años todo en un contexto de agitación belicista, populista y nacionalista. En Brasil eso último no ocurrió pero fue constante (incluso hoy) la orientación racista y hasta antisemita en la represión.
Un afectuoso saludo y gracias por tus comentarios,

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