pestañas

Bastará un tenue fulgor para iluminar las tinieblas.

Volver al Inicio

Aumentar Reducir

Tamaño de Letra

Entradas Antiguas

lunes, 12 de marzo de 2012


Schilling versus Lavandero.
Por Ariel Zúñiga Núñez.

Pese a los letreros que adornan el frontis de nuestras UDIversidades, a los avisos que tapizan, y financian, la prensa canalla, y a las leyes pinochetistas y bananeras que rigen la materia, tanto el periodismo como la abogacía no son profesiones que se adquieran producto del cumplimiento de exámenes académicos, y pago de aranceles, son oficios que se cultivan con dedicación y paciencia.
Sobran casos de personas que han terminado sus estudios de derecho y jamás se han aparecido en un tribunal; también de otros que son grandes periodistas y jamás han pisado una universidad.
El caso de Mario Schilling es paradigmático, tengo entendido que es periodista y abogado, al menos en el papel, pero todo el mundo lo conoce por el ejercicio de otro oficio: El de relacionador público.
Los gringos distinguen entre los abogados de negocios, o corporativos, y los litigantes. No es lo mismo ser el asesor comercial de “La Polar”, quien redacta sus contratos leoninos, y quién planifica el modo de consumar la estafa masiva, al de los litigantes que deben presentar recursos en los tribunales para evitar que los encarcelen. Tampoco es lo mismo el periodista que arriesga su vida por obtener una respuesta hasta ahora silenciada, inconveniente para el poder, que aquel que usa, o más bien abusa de, la palabra para confundir a las masas para encubrir al poderoso.
Mario Schilling fue contratado por la fiscalía metropolitana oriente en calidad de periodista, no de abogado, nunca ostentó el cargo de fiscal, y no para ejercer el periodismo sino que para confundir a los ciudadanos de las oscuras resoluciones del ministerio público. Su labor fue el encubrimiento de Xavier Armendariz, su jefe.
Que la fiscalía regional oriente necesitara de un relacionador público es, de por sí, una demostración de que algo precisaban ocultar. Una institución que cumple la constitución y las leyes basa su respetabilidad en dicho acatamiento, y si los ciudadanos no comprender cual es la función que realizan el rol de educarlos es del ministerio de educación, no del ministerio público.
Schilling fue contratado para encubrir el caso Lavandero, y eso hizo, con tal devoción que lo sigue haciendo meses después de dejado el cargo.
Si Armendariz hubiese cumplido la ley, respetado el debido proceso, en pocas palabras hecho su pega, podría caminar hoy con la frente en alto y más, podría secar en la cárcel a Lavandero. Hoy no puede ni lo uno ni lo otro porque lo que armó no fue un juicio sino que una emboscada.
Una fiscalía ansiosa por crear consentimiento.
Mario Schilling fue contratado para achicar, para arrojar al mar parte del agua que se colaba al buque de la fiscalía por la borda. A Lavandero no lo juzgaron, lo ejecutaron. A muchos se les ha olvidado que el “juicio” lo transmitieron en vivo y en directo por la TV nacional, sin embargo nunca más hemos visto esas imágenes.
Desde su cargo de relacionador público Schilling también nos dijo que el ciudadano Paquistaní Saif Khan era un terrorista; que el “caso bombas” había experimentado un “avance significativo”, que pronto habrían noticias. Pero no sólo noticias malas divulgó, también se abanicó con el caso la “Quintrala” demostrando lo eficiente que puede ser nuestra justicia cuando se trata de investigar la muerte de un Patricio.
Y así como la fiscalía no pudo jamás contener su verborrea, su necesidad de televisar sus decisiones, antes incluso que ellas se materializaran en acciones judiciales o policiales, el señor Schilling, una vez sin pega, tampoco ha podido soportar la vida sin exhibirse en televisión.
A menos de una semana de dejar su trabajo de relacionador público de Armendariz, consiguió que sus amigos periodistas de TVN realizaran una nota sobre un intrincado caso de un trabajador que demandaría a una aerolínea por problemas laborales, hasta ahí todo raro, hasta que aparece el abogado que lo representaría, adivinen quién.
Luego apareció denunciando a su nuevo empleador, una UDIversidad de mala muerte que antes era un preUDIversitario, súbitamente se había dado cuenta que dicha institución era una mierda al recibir una carta que lo conminaba a aprobar a todos sus alumnos. Hasta ese minuto a Mario Schilling no le había parecido nada de mal dictarle clases a alumnos que con suerte obtuvieron 450 puntos en la PSU; aprobarlos a todos, o reprobarlos no trae ninguna consecuencia, ninguno de ellos será abogado, a lo más serán procuradores titulados de esos que abundan... o relacionador público, quién sabe, Chile es un país generoso (con algunos).
Como el síndrome de abstinencia televisiva es más fuerte, la angustia por figurar, Schilling irrumpe ayer domingo mediante El Mostrador con el claro fin de pegarle en el suelo, a alguien que él creía abatido, el ex senador Jorge Lavandero.
Los fachos furiosos y la caja de pandora.
La noticia sobre el homenaje que se le realizaría a Jorge Lavandero fue la oportunidad para que el facherío, aún dolido por la funa a Labbé-Krassnoff, se expresara. Su falta de tacto, y de intelecto, consiguió lo contrario: Que los medios de comunicación del capital se vieran obligados a contar qué había pasado con Lavandero luego de haber sido encarcelado.
El ex Senador no está muerto, como muchos lo quieren, está vivo, hace un par de años presentó un libro sobre su caso, ese libro ha agotado varias ediciones, y en los medios nada se ha dicho, ni una sola palabra.
Desde que fue puesto en libertad ha acusado públicamente a Armendariz de tenderle una trampa, y éste, se ha refugiado tras las faldas del ministerio público y hoy lo hace detrás de su espinita, el relacionador público Mario Schilling.
Sólo los fanáticos lavanderistas, que sí existen, dirán a los cuatro vientos que el ex senador es inocente. Yo jamás he dicho algo parecido, lo que he reiterado hasta el cansancio es que a Jorge Lavandero Illanes se le privó de la garantía procesal más importante que dice respetar este país que es haber sido juzgado en un juicio oral, público y contradictorio.
Armendariz se preocupó de conculcar este derecho, Schilling de encubrirlo.
Ya que no hubo juicio oral jamás se presentaron las mentadas “pruebas” que dice hasta ahora que posee el ministerio público el Sr Schilling, es más, perdió cualquier posibilidad de poder presentarlas.
Cuando Schilling dice que no se puede cuestionar lo que se hizo pues Lavandero ya ha sido condenado por los tribunales estamos frente al caso del estafador beneficiándose de su propia estafa. El ministerio público en vez que procurar la resolución de este conflicto haciendo su pega debe pagarle a agentes externos para diseminen cahuines de peluquería con tal de justificar la canallada que perpetraron.
Lavandero tiene todo el derecho a gritar a los cuatro vientos lo que se le dé la gana, que la fiscalía entre en pánico por ello es porque mucho tiene que decir aún sobre este caso.
La confesión de Schilling.
La entrevista a Mario Schilling en El Mostrador es muy interesante, desde el punto de vista legal.
Hasta ahora nadie había reconocido que la fiscal Erminda Vidal había sido expulsada porque Guillermo Piedrabuena no soportó la idea de que su investigación no concluyera en la presentación de cargos contra Lavandero. Es decir, el fiscal nacional, antecesor de Chahuán, no mandó a Armendariz a la Araucanía para que realizara su trabajo con imparcialidad, que es lo que la constitución exige, sino que a condenar a Lavandero a como diera lugar.
Tampoco alguien había sido tan torpe, o caradura, como para mencionar que existían “múltiples testigos” que coincidían en lo mismo.
Digo torpe porque esos testigos jamás se presentaron como tales y si existían no se entiende porqué el Sr Armendariz instó a Balmaceda, abogado de Lavandero, a que llegaran a un acuerdo en vez que ir a juicio.
Digo caradura porque al hablar de estos asuntos rebasa todos los límites de una conducta aceptable para un ex funcionario público que es guardar reserva de lo que conoció durante el desempeño de su cargo, máxime cuando la divulgación lo expone a ser perseguido por injurias y calumnias.
Y en el paroxismo de su caraderajismo dijo:
..el fiscal no se tiene que rebajar para querellarse contra ex imputados y acusados y condenados por delitos sexuales, porque sino cada fiscal va a tener que rebajarse a presentar querellas de cada criminal que investigó”.
Las estadísticas de la fiscalía son públicas, los condenados en libertad no se cuentan por cientos sino que por miles ¿Cuantos de ellos han acusado públicamente a los fiscales de tenderles una trampa? ¿Cuantos de ellos publicaron un libro explicando sus fundamentos?
Lavandero ha sido el único que ha realizado dicha tarea por lo que la carga oprobiosa de “rebajarse” que esgrime Schilling desnuda la intención de éste y su entrevista: Confundir al lector incauto.
Si eso fuera poco, el ex relacionador público de la fiscalía oriente, y ex profesor de la UDIversidad Pedro de Valdivia, Mario Schilling, además volvió con otro asunto que a fuerza de años se había podido encerrar en la caja de Pandora: El de la ex pareja de Lavandero, y ex presidenta del Consejo de Defensa del Estado, Clara Szczaranski.
Todos sabemos, hasta los ex alumnos de Schilling, que la garantía del debido proceso prevalece ante todo malabarismo y tinterillada, empezando por “los testigos de contexto”. Como recordó Lavandero en sus entrevistas el jueves pasado las declaraciones de Szczaranski y Coulon eran injuriosas, el tratar de blanquearlas, llamándole a pruebas a injurias en los medios de comunicación, no significaba que ellas tuvieran el propósito de probar el caso de la fiscalía sino que...
...algo decisivo y que quebró internamente al senador fue el testimonio de Bruno Coulon, que era hijo de Clara Szaransky, que declaró haber sido abusado por el senador mientras él estuvo conviviendo con su madre, y eso fue un detonante.” (Mario Schilling en El Mostrador)
Por lo tanto para el abogado Schilling el rol de los fiscales es “quebrar internamente” a los imputados en vez que probar más allá de toda duda razonable la existencia de un delito y la participación culpable del acusado.
Al parecer el Sr Schilling faltó a las clases sobre prueba ilícitamente obtenida cuando estudió periodismo, o a las de ética periodística cuando estudió derecho, o viceversa, o da lo mismo. Todo lo que dice este señor, un vil jurero, un mercenario de la palabra está contaminado con el autoritarismo, el nulo respeto a los DDHH que tiene convertido al ministerio público en una institución tan oscura y tenebrosa como la judicatura de los años ochenta.
Viles mafiosos, incapaces de reconocer errores, defendiéndose entre ellos con una lealtad de hampones, tratando de salvar sus posaderas mientras cobran por seguir diseminando veneno en televisión.
De qué nos sirve que se aboliera la tortura con el nuevo proceso penal si nuestros fiscales creen que el modo de investigar es “quebrar internamente” a los imputados en vez que producir información oponible a terceros conforme a los derechos humanos. Ahora entiendo porqué a Saif Khan se le negó un traductor, un abogado, un baño y un vaso de agua durante todas las horas que duró su interrogatorio; porqué el ministerio público filtra información personal de forma deliberada a los medios de los imputados e intercepta las comunicaciones de sus abogados defensores.
Una institución que realiza su trabajo conforme a derecho no requiere contratar ni matones, ni testaferros, ni relacionadores públicos.
Schilling comparó a los defensores de Lavandero como los creyentes de la virgen de Villa Alemana. Me parece que el ejemplo es proporcional a la inmundicia que se esconde. El caso Lavandero tiene mucho de aquel montaje de los 80', y Schilling lo sabe muy bien, aquí se hizo creer a todo un país que al senador se le había probado un delito, y esto no es así. Ninguna de las “pruebas” de las que se ufanaron los fiscales, y que aún Schilling presume de que existen, han sido presentadas alguna vez para un escrutinio público.
Es por esto que Schilling se refugia en un terreno que él cree sólido: “Lavandero es culpable porque así lo sentenciaron los tribunales”.
Yo digo algo distinto, no reconozco un fallo judicial que no resiste análisis, y que se dictó contra las garantías procesales de un imputado. Y lo he dicho, y lo diré, tanto en el caso de un poderoso como Lavandero como al de cualquier hijo de vecino que se ha topado con una emboscada de estos pacos paranoicos con traje italiano que se dicen fiscales.
Y lo reiteraré por enésima vez: Quién le debe una explicación al país no es Lavandero, ni es Schilling, es Xavier Armendariz.
Si no son capaces de lavarle la cara a su sistema judicial su único aporte será el de sentar las bases para su destrucción. Urge una reforma, una de verdad, es más, urge un país nuevo, uno en donde los mentirosos profesionales, como Schilling, no sean invitados a la tevé.

Deje su Comentario Acerca del Blog

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que faltaba a este debate.

Notable

Anónimo dijo...

UN Saludo.

lorena cotroneo dijo...

Los fiscales se plantean el objetivo de destruir no solo internamente al acusado, sino públicamente y para ello cuentan con todos los medios que solo en un país de mierda como este están disponibles para ellos a destajo, a tal punto de ver en un programa como un periodista idiota pero bien entrenado es capaz de hacer públicos relatos de niños supuestamente violados.Y el Sr. Armendariz, bien escondido como una rata, apenas se las puede con su propio olor a inmundicia. Estos malditos son capaces de todo por hacer el trabajo sucio de otros que están más arriba.

Anónimo dijo...

Bien.

Anónimo dijo...

En vista de los antecedentes que circulan en la red, los medios de comunicación "tradicionales" y las reflexiones contenidas en este artículo, unido a lo que hemos experenciado como ciudadanos de Chile, podemos decir: en la fiscalía algo huele mal. Mejor: en algún cajón hay no 1 sino varios gatos muertos.

Publicar un comentario

Deje su comentario o sugerencia, aunque no sea una crítica. A veces basta un saludo.
Vea los comentarios anteriores.

Otras Webs

Banner Fesal

Contador de visitas

Seguidores