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jueves, 12 de marzo de 2015
Sobre el modo de organizar y financiar una Casa de Salud.
4:56 p.m. | Publicadas por
azeta |
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Hacia
una sociedad de socorros mutuos.
Por
Ariel Zúñiga Nuñez.
Gandhi decía que para ser feliz debía estar en coherencia lo que se
hace con lo que se dice, yo agregaría algo más, también debe
existir una mínima sincronía en lo que se hace con el modo en que
se arriba al resultado. Y no creo que de esto dependa meramente algo
tan inasible como la felicidad individual, sino que la solidez de un
proyecto político refundacional depende de la máxima coherencia de
sus fundamentos.
Lo que se dice, lo que se hace y el cómo se hace, las tres faces en
un holograma, o si se quiere en una sinfonía.
Por esa razón si se pretende refundar el sistema primario de salud
arrebatándoselo a la salud de clases, destinada a reproducir la mano
de obra, eliminar de modo silencioso a los excedentes y medicalizar
cada uno de los aspectos de la vida de quienes pueden pagar, se hace
urgente pensar en un modo de sostener económicamente a dicha
iniciativa.
El modo de financiamiento no es inocente, pues como dijimos del modo
depende la solidez de los cimientos. La coherencia cierra las puertas
a que la empresa capitalista intervenga inclusive en la caridad.
Si se pretende disponer de autonomía también debe cerrársele
la puerta al financiamiento público, puesto que se trata de un
regalo envenenado. Recibir el dinero público implica sujetarse a
reglamentaciones adicionales; sólo es posible ser parte de la red
luego de concluir exitosamente un proceso de uniformación.
Pareciera que queda tan sólo la opción de rendirse al mercado un
buscar ofrecer un servicio al menor costo posible, de ese modo se
acerca el “producto” a los más necesitados.
Sin embargo si estudiamos concienzudamente la historia del hombre, de
la medicina y la de nuestro país, vemos que estas no son las únicas
alternativas. Es más se nos escapa la fundamental, aquella mediante
se sostienen todos los sistemas de salud de la actualidad: El sistema
basado en los seguros de salud.
Un seguro es un contrato en que una persona responde por otra en caso
de catástrofe. La razón por la que este otro responde es por que ha
recibido un pago periódico para que se haga cargo de la cobertura
del riesgo. A este pago se le denomina prima. Cuando el riesgo se
materializa hablamos de siniestro. Por lo tanto un tercero responde
por el siniestro de otro por haber recibido previamente una prima.
Los contratos se seguro se desarrollaron en la industria naviera en
los albores del capitalismo. Comenzaron del modo en que lo he
relatado, una persona se hace cargo del riesgo de una operación
determinada, en este caso el viaje de un navío o una flota. Estos
contratos de seguro aún existen.
Sin embargo con el tiempo se desarrollo un nuevo concepto que
permitió que proliferara la industria aseguradora. Me refiero a la
comunidad de riesgos. Cuando se asume que un grupo amplio de la
población puede estar sujeto al pago de primas y un solo ente, la
empresa de seguros, hacerse cargo de sus siniestros surgen los
seguros personales. Los seguros personales dependen de una comunidad
de riesgos. Si la empresa se hace cargo del riesgo de incendio de
1000 personas recibirá el pago de las primas de esos mil pero solo
responderá de los siniestros que le acaezcan, es decir unos diez al
año y quizá menos.
Las empresas de seguro realizan un cálculo actuarial para definir
cual es la probabilidad que le acaezca un siniestro a determinada
persona (o los bienes de ella), conforme a ella establecen el valor
de la prima que pagará cada uno de sus asegurados en dicha comunidad
de riesgo.
Este sistema es el que prevalece hoy tanto en la salud pública como
privada. La única diferencia es que en los sistema de seguridad
social pública es el Estado quien los sostiene y administra.
Los sistemas de seguridad social que conocemos derivan de los que
creó la corona británica para reconstruir Inglaterra después de la
segunda guerra mundial pero fueron ensayados por los gobiernos
europeos para lidiar con la cuestión social de la segunda mitad del
siglo XIX. Los más “estatistas” los instituyó Bismark en
Alemania y luego Roosevelt en el New Deal de los años treinta en los
EE.UU.
La seguridad social, a diferencia de la privada, cubre a todos los
individuos sin distinción. En Chile podríamos decir que esto es
válido tan solo para la urgencia hospitalaria que nuestro país
regula en el código sanitario. En nuestras postas se atiende a todo
el que llegue, esté o no “asegurado”, se sepa o no quien es esa
persona, sea chileno o extranjero, imigrante legal o ilegal, pero solo para efectos de salvarle la vida cuando esta peligra.
El resto de la atención depende del sistema de seguridad social que
tenga el paciente. Puede ser FONASA o ISAPRE, el FONASA de los
indigentes o el de los trabajadores cotizantes, el seguro privado del
extranjero o el seguro privado del nacional.
Bien sabemos que el FONASA es el continuador legal del SERMENA y las
ISAPRE recién aparecen con José Piñera en el 79-80, la pregunta
que cabe es qué hacían las personas antes de que existiera SERMENA
e ISAPRE. Debía pagar por los servicios médicos como cualquiera debe
hacerlo hoy no estando asegurado o depender de la caridad. Si debía
pagar podía asegurarse, pero al no existir una norma legal que
obligara a cotizar (vía descuento obligatorio a los trabajadores)
este seguro era siempre privado, no existía un sistema universal de
seguridad social.
¿Qué hacían los pobres en dicho contexto?
Se creería que los pobres quedaban librados al azar y a su
respectivo dios, sin embargo eso no fue lo que ocurrió, al menos así
no fue en Chile.
Lo que hicieron los pobres fue crear su propio sistema privado de
seguro y de salud, estas son las sociedades de socorros mutuos.
Los pobres entendieron que ellos eran una comunidad de riesgos y por
ende se asociaron para darse cobertura. Con sus escasos centavos
pudieron construir sus propias clínicas y farmacias.
Estos sistemas comenzaron a ser derrumbados por el éxito de la
seguridad social instituida por los gobiernos radicales. Es el
SERMENA el que deja sin fundamento a las sociedades de socorros
mutuos.
Pinochet las consideró con justa razón como una amenaza para su
proyecto, así que impidió que se constituyeran nuevas sociedades de
socorro y les privó de la posibilidad de admitir a nuevos asociados a
las existentes. Se firmó así la sentencia de muerte para las
sociedades de socorro.
Las mutuales de seguro fueron usurpadas a los trabajadores y quedaron
a cargo del macroempresariado.
Y para darle el golpe de gracia se termina con el SERMENA y se lo
sustituye por un hegemónico sistema se ISAPREs en que FONASA es una
isapre más.
Hoy por primera vez en la historia nos encontramos con chilenos que
no tienen ningún sistema se salud en más de cien años. No nos
olvidemos de que la mayoría de los trabajadores no cotiza puesto que
se los considera “independientes”, son nuestro boletariado. A
los jubilados se les descuenta de sus esmirriadas pensiones una
cotización de salud que da una cobertura insignificante para sus
innumerables dolencias. Están los temporeros, los subcontratados,
los pirquineros, los mineros. Están los estudiantes, que en su gran
mayoría carecen de un sistema de salud. Es cosa de saber sumar y
restar y podremos saber en unos cuantos minutos a cuántos de
millones de chilenos asciende la comunidad de riesgo que pudieran
asumir el mutualismo del siglo XXI.
Alguien dirá que Pinochet prohibió que se constituyeran nuevas
mutuales. Yo respondo con un argumento de perogrullo: ¿Acaso debe
importarnos lo que estatuyó un asesino y ladrón como él? Es una
norma que desde luego es ilegítima, pero además fue derogada por la
propia Constitución del dictador con sus normas que garantizan la
libertad de asociación.
El escollo que persiste no es la legalidad de una sociedad de
socorros mutuos sino que durante un tiempo se pudieron financiar con
las cotizaciones (obligatorias) de los trabajadores. Hoy no se podría
“descontar” por planilla. Pero huelga decir que muchos de los
nuevos asegurados son personas que no disponen de un trabajo formal,
por lo que no tendríamos dicha planilla.
Las mutuales no solo son el modo idóneo de sostener una casa de salud sino que también el más coherente con los propósitos que lo animan.
Las mutuales no solo son el modo idóneo de sostener una casa de salud sino que también el más coherente con los propósitos que lo animan.
Dejo estas notas para la lectura y discusión, sé que da lugar una
innumerable de precisiones técnicas, tanto de economistas, médicos,
abogados e historiadores.
Sobre las mutuales lea el fragmento del libro de María Angélica Illanes:
ILLANES, María Angélica - La revolución solidaria, las sociedades de socorros mutuos de artesanos y obre... by Ermansol
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